Vallejo: gobernar a golpes
Julio
Hernández López
Astillas
Fausto
Vallejo está decidido a hacerse valer a golpes como gobernador. Se enfrenta a
una situación delicada, pues grupos estudiantiles altamente politizados pelean
por reivindicaciones diversas mediante métodos como las tomas de edificios
escolares, la apropiación de vehículos oficiales y la beligerante protesta
pública que en otras ocasiones les han permitido desembocar en arreglos
aceptables para ambas partes. Pero Vallejo ha decidido hacer a un lado las
estrategias políticas y sustituirlas por el código penal y las fuerzas
policiacas. El resultado es alarmante: más de 170 normalistas han sido detenidos;
otros, golpeados; vehículos, incendiados, y se vive en Michoacán una tensa
expectativa respecto a la capacidad política de ese gobierno de por sí endeble.
Las imágenes de jóvenes ensangrentados, y de policías en gozoso ejercicio de la
represión impune, enmarcan la frase de diazordacismo desesperado de Vallejo: no
habrá tolerancia para grupos radicales. Irónico es, además, que en una entidad
tomada bajo control férreo por grupos de narcotraficantes, sin respeto alguno
por leyes ni instituciones, el gobernador Vallejo y los empresarios locales
invoquen el estado de derecho como algo que debe ser defendido a sangre y fuego
pero contra estudiantes de normales rurales... ¡Hasta mañana!
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