El curso de la Agenda Nacional de Ciencia
Javier
Flores
El
documento titulado Hacia una Agenda Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación es un trabajo que no tiene precedente en la historia de nuestro
país. Su elaboración ha implicado un trabajo intelectual enorme. No sólo porque
constituye uno de los diagnósticos más actualizados y precisos del estado en el
que se encuentran estas actividades, sino porque es además un proyecto que mira
hacia el futuro. Se trata de un programa que contiene más de 100 acciones,
todas ellas factibles, que son las tareas que deben realizarse para impulsar no
sólo la investigación científica, tecnología y la innovación, sino a partir de
éstas, el desarrollo integral de México. Resulta interesante observar el curso
que ha seguido hasta hoy esta propuesta.
Como ya
se ha dicho en algunos medios, este documento representa un esfuerzo de
concertación muy importante. Fue elaborado por 65 instituciones académicas, de
educación superior e investigación (públicas y privadas) y organismos
empresariales, que lograron identificar objetivos comunes y decidieron actuar
conjuntamente para impulsarlos. También –y esto se ha dicho menos–, en una
acción que tampoco tiene precedente, el documento ha sido presentado en menos
de tres semanas a las principales personas encargadas de tomar decisiones. Se
trata de una combinación muy afortunada de concertación y acción, en la que es
preciso reconocer el liderazgo del doctor José Narro Robles, rector de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En muy
poco tiempo esta propuesta ha empezado a cosechar algunos frutos. En su
presentación ante el presidente electo, el documento no sólo fue bien recibido,
sino que en ese mismo acto fue incorporado el doctor Francisco Bolívar Zapata
al equipo de transición del licenciado Enrique Peña Nieto, lo que constituye
una muy buena señal.
Bolívar
Zapata tiene una estatura científica incuestionable. Además de ser investigador
emérito de la UNAM, ha presidido la más importante organización científica
independiente del país: la Academia Mexicana de Ciencias. A partir de sus estudios
en ingeniería genética –campo que introdujo en México– fue creada la insulina
humana como producto del ARN recombinante. Ha recibido múltiples
reconocimientos, entre ellos los Premios Nacional de Ciencias y Artes y el
Príncipe de Asturias. En sus primeras intervenciones públicas después de su
nombramiento, ha señalado que trabajará para que la Agenda Nacional de Ciencia,
sea una guía para el próximo gobierno.
El
documento también fue presentado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN), con muy buenos augurios. El presidente del máximo tribunal, Juan Silva
Meza, se comprometió a difundir sus contenidos y a procurar una relación más
estrecha entre el Poder Judicial y la ciencia. En este sentido señaló: Quienes
nos dedicamos a la profesión jurídica debemos estar conscientes de que la
legitimidad social de nuestra especialidad se deriva de un actuar objetivo e
informado, alejado de la discrecionalidad o capricho y de cualquier dogmatismo;
un actuar cercano siempre a la ciencia.
La
Agenda Nacional de Ciencia también llegó a la Cámara de Senadores el pasado 10
de octubre. La propuesta no sólo fue bien recibida, además los legisladores
entraron de inmediato en acción para favorecerla. Uno de los apartados del
documento se refiere a la inversión en ciencia, tecnología e innovación, que en
la actualidad representa apenas 0.4 por ciento del producto interno bruto
(PIB). El doctor José Narro Robles planteó en esa ocasión un esquema muy
interesante, que permite aumentar de manera gradual (y realista) esta inversión,
con incrementos anuales de 0.1 por ciento del PIB, lo que permitiría alcanzar
en 2018, al final del sexenio que se inicia el primero de diciembre, el uno por
ciento que establece la ley.
Al día
siguiente, los senadores aprobaron por unanimidad un punto de acuerdo
presentado por los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de
la Revolución Democrática en el que solicitan a la Cámara de Diputados que a
partir del próximo año en el Presupuesto de Egresos se destinen recursos que permitan
alcanzar en el menor tiempo posible el uno por ciento del PIB.
Ayer la
Agenda Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, se presentó a los
mandatarios estatales, por medio de la Conferencia Nacional de Gobernadores
(Conago). En el momento de escribir estas líneas no tengo la información sobre
lo ocurrido en ese encuentro, pero el objetivo, sin duda, es que el documento
pueda contar con el respaldo de los gobernadores. Uno de los capítulos de la
Agenda se refiere precisamente al impulso a la descentralización de las
actividades científicas y tecnológicas atendiendo a las necesidades de los
estados.
Los
anterior muestra que la Agenda Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación,
arranca con el pie derecho. Ha sido recibida con respeto y atención por los
distintos Poderes de la Unión (en el caso del Ejecutivo por el presidente
electo) y ha obtenido ya algunos logros importantes. De cualquier manera es muy
temprano aún para llegar a conclusiones definitivas, pues hay que esperar que
los importantes planteamientos que contiene esta propuesta se lleven
efectivamente a la práctica. Pero hasta ahora no puede negarse que hay muy
buenas señales. Publicado en La Jornada.
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