La buena y los malos
CARLOS
ORNELAS
El
domingo 14, Excélsior presentó un anticipo del libro de nuestro colega Jorge
Fernández Menéndez y de Bibiana Belsasso, La Élite y la Raza; la privatización
de la educación (las iniciales mayúsculas indican que élite y raza serán
tratados como nombres propios). El texto será polémico, tanto por el tema
cuanto por lo que parece ser el argumento central: quienes se oponen a Elba
Esther Gordillo quieren privatizar la educación.
Los
autores aclaran que no son expertos en el sistema educativo, sino que su
perspectiva es periodística. Les doy la bienvenida. No pienso que sólo los
expertos puedan discutir acerca de la educación. No conozco el libro completo,
pero el adelanto del domingo tiene el suficiente poder de provocación como para
comenzar un debate.
Estoy
de acuerdo con los autores en que la educación mexicana no garantiza
profundidad ni calidad; para los autores, sí acredita extensión. Claro, es un
asunto de cómo se definirá extensión. Si se refieren al número de estudiantes
inscritos en el sistema, se puede coincidir con ellos, aunque todavía alrededor
de 200 mil niños mexicanos en edad de recibir educación primaria no lleguen al
primer año. Mas si el concepto es algo más que la matrícula, dicha extensión
deja mucho que desear; los porcentajes de egreso en el tiempo estipulado para
cada ciclo escolar son mezquinos. Baste señalar que, de 100 niños que se
inscriben a primero de primaria, sólo 15 terminan la licenciatura 16 años
después.
También
coincido con los autores en que la educación pública es una palanca para el
desarrollo y la conciliación, así como con el fin de disminuir los grados de
desigualdad. De la misma manera concuerdo en que los grupos radicales (CNTE,
Bases Magisteriales y otros) abonan al deterioro de la educación pública y que
con sus acciones expulsan a muchos estudiantes (incluso de las clases más
pobres) a buscar cabida en escuelas privadas, que también son de baja calidad.
Diverjo
con los autores de la La Élite y la Raza cuando tratan de poner a la CNTE como
ajena y enemiga del SNTE. Los activistas radicales (con banderas conservadoras
y hasta reaccionarias, coincido) son parte integral del SNTE. Mas lo que hacen
con sus acciones es fortalecer más el poder de esa señora, ya que le permite
vender la idea de que ella es la buena y los otros los malos. Idea que parece
que comparten Fernández Menéndez y Belsasso. Cierto que los grupos “de
izquierda” exigen que se respete la venta y la herencia de plazas, pero también
lo hacen los fieles de la señora Gordillo. La diferencia es que éstos lo hacen
con discreción, mientras aquéllos lo vociferan.
Mi
discrepancia principal con los autores es que identifican a los maestros con el
SNTE, más aún, con su dirigencia y más en particular con la señora Gordillo.
Cierto, ella tiene poder, hace favores electorales y tiene un discurso en
defensa de la educación pública. Con esa arenga, la señora Gordillo ha firmado
los pactos que mencionan los autores, pero los ha incumplido. Si ella hubiera
hecho honor a su firma, otra cosa sería la educación nacional.
Peña
Nieto dijo, y lo reprodujo en su gira por América del Sur, que el Estado
retomará la rectoría de la educación y que los cambios tienen que hacerse con
los maestros. Los autores del libro interpretan ese punto como un
reconocimiento del presidente electo a la señora Gordillo, pero él no hace
referencia alguna al sindicato. Hago una lectura diferente.
Peña
Nieto no aceptó la alianza con el Panal, no ha recibido a la señora Gordillo y
tengo la impresión de que, al evadir hablar del SNTE, él busca otro tipo de
contrato y tal vez con nuevos actores. Acaso él no tenga el tatuaje de que la
señora Gordillo sea todopoderosa y, ya siendo Presidente, busque cambiar al
liderazgo del SNTE con el fin de que él y su gente modulen los cambios, que no
serán de fondo. Peña Nieto no muestra un interés por la educación.
Aunque
Fernández Menéndez y Belsasso discriminan los fines y las intenciones de la
CNTE y de Mexicanos Primero, les parece que coinciden en las consecuencias:
privatizar la educación. No defiendo a Mexicanos Primero, esa organización ha
demostrado que tiene bastante con qué ampararse sola. Mas tengo claro que no
pide que se privatice la educación pública; esa ya la privatizó la camarilla
hegemónica del SNTE. Artículo publicado en el periódico Excélsior
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