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miércoles, 17 de octubre de 2012


La buena y los malos
CARLOS ORNELAS

El domingo 14, Excélsior presentó un anticipo del libro de nuestro colega Jorge Fernández Menéndez y de Bibiana Belsasso, La Élite y la Raza; la privatización de la educación (las iniciales mayúsculas indican que élite y raza serán tratados como nombres propios). El texto será polémico, tanto por el tema cuanto por lo que parece ser el argumento central: quienes se oponen a Elba Esther Gordillo quieren privatizar la educación.

Los autores aclaran que no son expertos en el sistema educativo, sino que su perspectiva es periodística. Les doy la bienvenida. No pienso que sólo los expertos puedan discutir acerca de la educación. No conozco el libro completo, pero el adelanto del domingo tiene el suficiente poder de provocación como para comenzar un debate.

Estoy de acuerdo con los autores en que la educación mexicana no garantiza profundidad ni calidad; para los autores, sí acredita extensión. Claro, es un asunto de cómo se definirá extensión. Si se refieren al número de estudiantes inscritos en el sistema, se puede coincidir con ellos, aunque todavía alrededor de 200 mil niños mexicanos en edad de recibir educación primaria no lleguen al primer año. Mas si el concepto es algo más que la matrícula, dicha extensión deja mucho que desear; los porcentajes de egreso en el tiempo estipulado para cada ciclo escolar son mezquinos. Baste señalar que, de 100 niños que se inscriben a primero de primaria, sólo 15 terminan la licenciatura 16 años después.

También coincido con los autores en que la educación pública es una palanca para el desarrollo y la conciliación, así como con el fin de disminuir los grados de desigualdad. De la misma manera concuerdo en que los grupos radicales (CNTE, Bases Magisteriales y otros) abonan al deterioro de la educación pública y que con sus acciones expulsan a muchos estudiantes (incluso de las clases más pobres) a buscar cabida en escuelas privadas, que también son de baja calidad.

Diverjo con los autores de la La Élite y la Raza cuando tratan de poner a la CNTE como ajena y enemiga del SNTE. Los activistas radicales (con banderas conservadoras y hasta reaccionarias, coincido) son parte integral del SNTE. Mas lo que hacen con sus acciones es fortalecer más el poder de esa señora, ya que le permite vender la idea de que ella es la buena y los otros los malos. Idea que parece que comparten Fernández Menéndez y Belsasso. Cierto que los grupos “de izquierda” exigen que se respete la venta y la herencia de plazas, pero también lo hacen los fieles de la señora Gordillo. La diferencia es que éstos lo hacen con discreción, mientras aquéllos lo vociferan.

Mi discrepancia principal con los autores es que identifican a los maestros con el SNTE, más aún, con su dirigencia y más en particular con la señora Gordillo. Cierto, ella tiene poder, hace favores electorales y tiene un discurso en defensa de la educación pública. Con esa arenga, la señora Gordillo ha firmado los pactos que mencionan los autores, pero los ha incumplido. Si ella hubiera hecho honor a su firma, otra cosa sería la educación nacional.

Peña Nieto dijo, y lo reprodujo en su gira por América del Sur, que el Estado retomará la rectoría de la educación y que los cambios tienen que hacerse con los maestros. Los autores del libro interpretan ese punto como un reconocimiento del presidente electo a la señora Gordillo, pero él no hace referencia alguna al sindicato. Hago una lectura diferente.

Peña Nieto no aceptó la alianza con el Panal, no ha recibido a la señora Gordillo y tengo la impresión de que, al evadir hablar del SNTE, él busca otro tipo de contrato y tal vez con nuevos actores. Acaso él no tenga el tatuaje de que la señora Gordillo sea todopoderosa y, ya siendo Presidente, busque cambiar al liderazgo del SNTE con el fin de que él y su gente modulen los cambios, que no serán de fondo. Peña Nieto no muestra un interés por la educación.

Aunque Fernández Menéndez y Belsasso discriminan los fines y las intenciones de la CNTE y de Mexicanos Primero, les parece que coinciden en las consecuencias: privatizar la educación. No defiendo a Mexicanos Primero, esa organización ha demostrado que tiene bastante con qué ampararse sola. Mas tengo claro que no pide que se privatice la educación pública; esa ya la privatizó la camarilla hegemónica del SNTE. Artículo publicado en el periódico Excélsior

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