El debate sobre la
ciencia
AXEL
DIDRIKSSON
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- A partir de que se dio a conocer la Agenda Nacional en
Ciencia, Tecnología e Innovación, suscrita y avalada por 64 universidades,
organismos diversos, asociaciones gubernamentales y no gubernamentales,
institutos de investigación y academias de la ciencia, proliferan las opiniones
sobre el sector.
Para
Enrique Peña Nieto, la creación de una secretaría del ramo implicaría más
burocracia; para otros, comprometerse con el otorgamiento de 1% del PIB a la
investigación y el desarrollo no será posible mientras no se realicen las tan
mentadas “reformas estructurales”, y para unos más la elevación de la inversión
en ciencia y tecnología debe ser responsabilidad de la empresa privada y no del
gobierno; no faltan, tampoco, los que prefieren simular que algo cambia para
que todo siga igual.
En
contraparte, existen posturas en el sentido de que la ciencia que se produce no
puede estar sujeta a ningún ajuste de cuentas ni mucho menos considerarse como
un asunto administrativo o de interés para unos cuantos. Se requiere, como
afirma en alguna parte el documento, tratarla como un asunto de seguridad
nacional, relacionada con un tipo de sociedad más justa.
Y es que
en la Agenda se presentan dos modelos contrapuestos. Uno es el que se describe
con gran amplitud en la primera parte del documento, que hace referencia a la
prevalencia del mercado y del interés de una minoría, en donde la investigación
debe subordinarse y aplicarse a los objetivos de corto plazo de las empresas y
sus ganancias. El tipo de país que se prefigura allí es uno que busca
posicionarse a nivel internacional con “ímpetu de competitividad” y con un
liderazgo semejante al de otras naciones que han invertido en “recursos humanos”
y en donde las empresas son la punta de la innovación científico-tecnológica.
Desde esa imagen de nación, el objetivo de la política pública es fomentar el
“capital humano”, concretar las “reformas estructurales pendientes” y poner a
la empresa (por supuesto la más dinámica y la que mayores beneficios tendría:
la trasnacional) en el centro de la atención de los esfuerzos en innovación y
conocimientos.
Otro tipo
de país y de orientación de política pública en ciencia y tecnología se observa
cuando en la Agenda se asienta que debe buscarse evitar la reproducción de la
desigualdad en la educación de la población; utilizar el conocimiento para
disminuir la pobreza, la ignorancia y la inequidad; favorecer la participación
de los estados en el desarrollo de una investigación regional relacionada con
el contexto de su realización; reformar los planes de estudios de las
instituciones de educación superior; hacer del conocimiento un bien público y
un derecho social, pero sobre todo superar la perniciosa burocratización
gubernamental que se ha padecido y que ha creado, como se indica en el
documento, “ un vacío en el liderazgo del sistema, una ausencia en la
definición de grandes objetivos, así como una falta de coordinación
intersectorial e interregional para la planeación y el financiamiento que
permita alcanzar esos objetivos” (página 16).
¿Cómo va
a ser posible superar la miopía, la falta de altura de miras y la
burocratización que ya existe en el sector hacia los próximos años, así como la
escasez de recursos y de empleo para nuevos investigadores, o la creación de
institutos de alto nivel en el país?
Se ve
difícil que un liderazgo poco ilustrado como el que nos espera conduzca a
superar tantos escollos. Una opción alternativa sería más bien promover una muy
amplia discusión ciudadana sobre el tipo de prioridades que el país requiere
sustentar (lo que no se hace en la Agenda), desde los conocimientos que
producen las universidades, los institutos y sus investigadores; la
constitución de un muy amplio y representativo Consejo Social, con la
suficiente autonomía para poder desarrollar y planificar acciones de beneficio
social; definir objetivos a alcanzar en las distintas áreas de investigación y
conocimiento; poner en marcha medidas de gran altura para la divulgación de la
ciencia (por ejemplo, con la creación de un canal de televisión dedicado a
ello), y estrategias de futuro con visión de Estado, con el fin de avanzar
hacia una sociedad del conocimiento, democrática y justa, que supere las
actuales visiones autoritarias de fundamentalismo mercantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario