La
prueba de la SEP, inútil para detectar conocimientos y competencias: Olac
Fuentes
El nuevo gobierno debe parar la era
de la evaluación, coinciden especialistas
Sería
un acto de prudencia reconsiderar esta estrategia, e incluso regresar a lo que
funcionó
Karina
Avilés
El
gobierno de Enrique Peña Nieto debe hacer un alto en el camino en la aplicación
de lo que se ha denominado la era de la evaluación impuesta en los dos
recientes sexenios del PAN, pues se trata de una política que no sólo ha traído
malos resultados, sino que ha generado costos más grandes que los supuestos
beneficios y, sobre todo, la imposibilidad de implementar estrategias que sí
sirvan para saber lo que ocurre en la escuela, coincidieron en señalar expertos
el tema.
En este
contexto, los especialistas advirtieron que la evaluación universal –que tuvo
un costo de 30 millones de pesos, de acuerdo con la Secretaría de Educación
Pública (SEP)– es inútil para el objetivo que fue creada, esto es, para
detectar las áreas del conocimiento en las que los maestros no están bien
formados y, en función de ello, darles capacitación.
En
entrevistas por separado, el ex subsecretario de Educación Básica y Normal Olac
Fuentes Molinar, destacó que mientras existe un movimiento internacional en
torno a la necesidad de revisar los efectos que ha traído consigo la política
evaluativa en los sistemas de enseñanza, en nuestro país se sigue aplicando a
pie juntillas.
Sin
embargo, enfatizó, sería un acto de prudencia y de responsabilidad del nuevo
gobierno reconsiderar esta estrategia, innovar e incluso regresar a aquellas
cosas que funcionaban mejor. Cuesta mucho menos hacer esto que lanzarse con la
continuidad o con nuevas improvisaciones. Y lo mismo pasa con la acción de
introducir a lo loco computadoras en las aulas, puesto que la investigación
educativa ha evidenciado efectos muy poco positivos.
El
experto en políticas educativas destacó que evaluar el desempeño profesional a
partir de un examen de opción múltiple como la evaluación universal, es partir
de un error y de una simplificación absurda.
Luego
de estudiar a detalle el contenido de dicha prueba, expresó que una parte
considerable, de alrededor de 50 por ciento, pide respuestas textuales a partir
de una serie de opciones derivadas del plan 2011 y del acuerdo 592 –que
establece la articulación de la educación básica–, lo que implicaba aprenderse
de memoria este documento como si fuera la fuente de la verdad.
Una de
las preguntas fue la siguiente: Seleccione los componentes curriculares que
corresponden al programa de español y las respuestas son: 1) temas de reflexión
2) ejes, temas y contenidos 3) bloques con tres ámbitos 4) bloques con tres
ejes de enseñanza”.
Lo
anterior, dijo, no dice nada respecto de si un maestro trabaja bien en español;
en cambio, lo que implica es acordarse de memoria de un referente confuso,
difícil de manejar y con distribución muy reciente, pues el plan 2011 tenía muy
escasa difusión al momento de la aplicación del examen, el 24 de junio y el 6
de julio pasados. De manera que la evaluación universal es una prueba
extraordinariamente inútil para detectar conocimientos y competencias
fundamentales.
Urge dar
un cambio de timón
La
especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la
Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México, Catalina Inclán,
coincidió en afirmar que es urgente que la siguiente administración realice un
cambio de timón y se dé el tiempo para hacer una propuesta integral que
reconozca las particularidades de las entidades y los problemas locales:
Reconsiderar la era de la evaluación es lo más pertinente que puede hacer quien
se siente a dirigir el sistema educativo, subrayó. Es una vergüenza que cuando
existe toda una discusión sobre lo delicado que es evaluar a la docencia se
simplifique y remita la evaluación sólo a exámenes, añadió.
No
obstante, dicha política ha servido para “poner a los maestros como carne de
cañón y decir: ‘miren, la culpa es de los individuos, no del sistema’, cuando
el problema tiene que ver con las malas decisiones que se tomaron desde la SEP.
A esta administración ya le gustó la exhibición pública, mientras no sea la de
ella”, aseveró.
La
experta indicó que si lo que se quiere es mostrar que los docentes requieren
apoyo en muchos de los contenidos, es muy fácil hacerlo, porque con las pruebas
existentes ya se sabe qué es lo que se necesita. Por ello, no tiene caso
continuar con evaluaciones que, además de generar costos más altos que sus
beneficios, tienen un resultado bastante predecible.
Y
mientras hay experiencias latinoamericanas que advierten de la necesidad de
implementar otras formas de evaluación pensadas en el trabajo docente, aquí, lo
único que se ha hecho desde hace dos sexenios es limitar la posibilidad de
incorporar otros criterios para valorar lo que sucede en el sistema, señaló.
Para la
profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Claudia
Santizo, la evaluación universal no toma en cuenta las especificidades de cada
docente, por ello cuestionó cuánto tiempo tardará el sistema para implementar
medidas que realmente pongan remedio a las deficiencias.
Por
otro lado, destacó que antes que gastar en estas pruebas, existe una lista de
necesidades en las escuelas, por lo que la nueva administración tendría que
replantearse las prioridades del gasto. Por ejemplo, dijo, hay planteles que
con los escasos recursos que tienen apenas logran juntar para comprar cursos
que no están avalados por su calidad, pero que al ser parte de esta política se
ven obligados a seguir. Publicado en La Jornada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario