La lógica
federalista de la educación
EMILIO
ZEBADÚA
Se
ha construido un sistema educativo federalista, pero no un federalismo para la
educación. Y eso hace toda la diferencia si lo que se busca es elevar la
calidad educativa o, por lo menos, tener un sistema de administración de la
educación que sea racional. El actual no lo es.
Si
sólo tomamos la desagregación del gasto educativo que se asigna a través del
FAEB (Fondo de Aportaciones para la Educación Básica) podemos ver que ningún
criterio objetivo prevalece para la distribución de recursos entre los estados.
Ni los estados ricos reciben más o menos en forma pareja, ni los estados pobres
son compensados en montos proporcionales. Ni se premia la calidad, ni se
promueve la equidad.
No
hay un marco de referencia predeterminado que rija la política presupuestal en
materia educativa para los estados. El trato especial al Distrito Federal no
tiene que ver con ningún criterio educativo tampoco; simplemente está congelado
con base en un acuerdo de otra época y otra realidad.
El
problema es, por supuesto, político: la forma en que los acuerdos
presupuestales del gobierno federal se fueron alcanzando (desde la crisis
financiera de los 1980s) con cada entidad de la República. Pero también es de
metodología. No es un tema en el que se deba recurrir a Tena Ramírez o a Serra
Rojas; o sea no es una cuestión constitucional, jurídica o administrativa. Es
un tema, más bien, en el que las referencias deberían ser economistas como
Wallace Oates o Richard y Peggy Musgrave: es una cuestión de la teoría de
bienes públicos.
Me
explico: la lógica del federalismo educativo, como se ha diseñado en la
práctica y se instrumenta en la realidad, no tiene que ver con la lógica de los
modelos educativos.
Para
empezar, Eduardo Andere (El poder de PISA, Biblioteca Mexiquense del
Bicentanario) muestra que no hay correlación evidente entre el tipo de régimen
(unitario o descentralizado, nacional o federalista) que explique los
resultados en el desempeño de maestros o el aprendizaje de los alumnos en los
distintos países. No es el sistema federalista o nacional de Finlandia, Corea
del Sur, Estados Unidos o Francia, lo que explica su desempeño en PISA.
El
problema que enfrentamos en México es de diseño. Si aspiramos a elevar la
calidad de la educación en el país, ¿cómo debemos asumir el marco federalista?
¿Como un esquema preestablecido o como una variable dependiente? ¿Se debe
ajustar el modelo educativo al sistema federal o éste a la política educativa
óptima?
Y
puesto en otras palabras: ¿cuál es el mejor nivel de gobierno –federal, estatal
o municipal– para “proveer” la mejor educación como un bien público?
El
modelo que muchos ahora impulsan tiene a la escuela como unidad de referencia
para determinar la educación. La pregunta entonces es, la “autonomía de las
escuelas” funciona mejor en el marco de un régimen federal, nacional o unitario
o, bien, en uno estatal, descentralizado?
Hasta
ahora el debate sobre el modelo educativo ha sido independiente del análisis
del federalismo educativo. O puesto a la inversa, el debate sobre el
federalismo educativo transcurre sin considerar a la educación o, más
precisamente, a un modelo educativo óptimo. Es como si la calidad educativa no
fuera influida por las decisiones de gasto o las asignaciones de
responsabilidades entre los distintos niveles de gobierno.
¿Cuál
es el nivel óptimo de gobierno para la provisión de los servicios educativos:
el federal, el estatal, el municipal u otro distinto, más extenso que el
municipal pero menos que el estatal, uno regional o uno tan focalizado como el
de la comunidad escolar? ¿Cuáles son los parámetros e indicadores para tomar
esta decisión? ¿Es una decisión que se debe tomar en base a la política que se
desahoga cotidianamente en el Congreso de la Unión, o bien, a criterios
presupuestales negociados estado por estado con la Secretaria de Hacienda y la
Secretaria de Educación, o más bien, debe ser una decisión en base a criterios
técnicos ligados fundamentalmente al esquema óptimo para impartir la educación
y hacerlo con los estándares de calidad más altos posibles?
Sin
respuestas a estas preguntas, no lograremos tener en el futuro, ni un sistema
federalista eficiente, ni un modelo educativo de calidad. Presidente de la
Fundación SNTE
emilio.zebadua@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario