La
democratización de los sindicatos dependerá de Gordillo
Leo Zuckermann
La democracia es una cuestión aritmética: los votos
son los que cuentan, las mayorías las que mandan. Haciendo un análisis de cómo
quedó la votación de la reforma laboral en el Senado, resulta que el destino
final del nuevo artículo 371 de la Ley Federal del Trabajo —que ordena la
elección de dirigentes sindicales por medio del voto libre, directo y secreto—
podría depender de cómo voten los diputados del Partido Nueva Alianza, es
decir, los que controla la maestra Elba Esther Gordillo.
El martes, el Senado aprobó la reforma laboral.
Todo lo relacionado a la flexibilización de la contratación y despido de los trabajadores pasó gracias al
voto conjunto del PRI y del PAN. Como aquí no hubo cambios, pues éstos quedan
pendientes de promulgarse cuando el Congreso decida el destino de la otra parte
de la reforma laboral, es decir, la relacionada con democracia, transparencia y
rendición de cuentas.
En un giro inesperado, supongo que con la intención
de no parecer el partido que defiende a capa y espada a los sindicatos
corruptos, los senadores del PRI aprobaron algunas de las propuestas del PAN y
la izquierda en materia de transparencia sindical. Destaca que los contratos
colectivos de trabajo se harán públicos. Esta modificación, junto con todas las
que hizo el Senado, se enviarán a los diputados. Dicha Cámara podrá
congelarlos, aprobarlos o rechazarlos. Ya con el visto bueno del PRI en el
Senado, creo que los cambios en materia de transparencia también pasarán en la
Cámara baja con el apoyo de la totalidad de los partidos como sucedió en la
Cámara alta.
Lo interesante está en materia de democratización.
Con el voto del PAN y toda la izquierda (PRD-PT-MC) se aprobaron algunas
disposiciones como el artículo 371 antes mencionado más el 373 que obliga a las
dirigencias sindicales a rendir cuentas sobre las cuotas, recursos y activos de
sus gremios. Quizá lo más importante aprobado por la alianza
panista-progresista es el artículo 388 bis que obliga a que los trabajadores
voten si están a favor o en contra del contrato colectivo de trabajo.
El PRI, y su aliado el Verde, votaron en contra de
cualquier intento por democratizar los sindicatos en el Senado. Es previsible
que así lo hagan, de nuevo, en la Cámara de Diputados. A escena entra,
entonces, el Panal. La única senadora de este partido, Mónica Arriola Gordillo,
hija de Elba Esther Gordillo, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE), votó a favor de la modificación del artículo 371, pero en
contra del 373 y el 388 bis. Estuvo de acuerdo con elegir las dirigencias por
voto libre, directo y secreto, pero no de la rendición de cuentas y del voto de
los trabajadores de su contrato colectivo.
¿Por qué es importante esto?
Primero, porque los diez diputados del Panal habían
votado en contra del 371. Luego la senadora Arriola votó a favor. En la Cámara
baja, el Panal se alió con el PRI y el Verde para bloquear todas las
disposiciones relacionadas con democracia sindical, pero en la Cámara alta se
alió con el PAN y la izquierda para aprobar uno de los artículos
democratizadores.
¿Cómo votarán los diputados del Panal ahora que
este artículo regresa a esa Cámara?
Si se replica la alianza senatorial PAN-partidos de
izquierda-Panal, pues tendrían 51.8% de los diputados. Sin el Panal, esta
alianza contaría con 49.8 por ciento.
Si, en cambio, el Panal va con el PRI y el PVEM en
la Cámara baja, pues tendrían 50.2 por ciento. Sin el Panal, el tricolor y el
verde contarían con 48.2 por ciento.
Los números no mienten: el fiel de la balanza, el
que puede inclinar hacia un lado o hacia el otro el resultado de la reforma
laboral en materia de democratización es el Panal, es decir, Gordillo. Supongo
que, ahora que se reeligió por seis años más al frente del SNTE, puede darse el
lujo de mandar el mensaje de que ella está a favor de la democracia sindical.
Además hay que recordar que lo que se está votando en el Congreso sólo aplica
para los sindicatos regulados por el apartado A de la Constitución. Los
sindicatos de trabajadores del Estado que están en el apartado B, como el SNTE,
no estarían sujetos a las mismas reglas de democracia que se están discutiendo.
La sempiterna líder del magisterio estaría mandando el mensaje de “hágase la
voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”.
En cualquier caso, la gran paradoja de la reforma
laboral es que el destino de uno de los artículos que democratizaría los
sindicatos dependerá de la voluntad de un personaje nada democrático: Elba
Esther Gordillo. Twitter: @leozuckermann Publicado en Excélsior
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