Mejorar a los profesores
Editorial
de El Universal
Es
en la educación básica donde los alumnos adquieren las habilidades cognitivas
con las que actuarán el resto de su vida académica y profesional, si acaso
llegan a esa última etapa.
Siendo
así, debe ser una prioridad nacional que los profesores encargados de formar a
esas generaciones estén lo mejor preparados posible.
Hay
mucho camino por recorrer en México a ese respecto. Casi la mitad, 45%, de los
profesores de educación básica que realizaron un examen para medir sus
capacidades docentes, reprobaron. Los niños que hayan sido educados por dichos
maestros estarán en una situación de desventaja respecto del resto. Es de
preocupar, además, la calidad de el resto de los maestros; es decir, aquellos
que no realizaron la prueba.
Hace
unos días se reveló que la mitad de los estudiantes que presentan el Examen
General de Egreso de la Licenciatura resultan reprobados. Si bien esto
seguramente tiene
explicaciones
inherentes a las deficiencias de la educación superior en México es lógico
pensar que las deficiencias de los alumnos se arrastran desde niveles previos
de instrucción. Hay que recordar que el examen único a nivel medio y los que
realizan las universidades públicas del país suelen arrojar promedios en
general muy por debajo del total de aciertos.
El
año pasado 134 mil 704 personas presentaron el Examen Nacional de
Conocimientos, Habilidades y Competencias Docentes para concursar por una plaza
de maestro. De esos aspirantes, 70%, es decir, dos de cada tres, contestó
incorrectamente más de la mitad de las preguntas. La cifra es alarmante
considerando que aun con esos resultados la SEP permite a la mayoría, 129 mil
908 candidatos, obtener una plaza o quedar en “lista de espera” para cuando
otro puesto se desocupe.
Es
verdad que existen muchas limitaciones para que los profesores de México
realicen bien su trabajo. Hay varias zonas del país donde se carece de la
infraestructura adecuada, material didáctico e incluso recursos básicos como
agua potable y drenaje. Es un problema que debe atenderse sin duda alguna, pero
no como paso previo, sino simultáneo al del mejoramiento de la calidad de los
profesores.
La
reforma educativa recién aprobada puede ser un instrumento que cambie el
desolador panorama mexicano. Hará falta no sólo el cambio legal y la planeación
de las autoridades,
sino
la colaboración de los profesores. Los niños merecen el esfuerzo.
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