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martes, 12 de febrero de 2013


Mejorar a los profesores
Editorial de El Universal

Es en la educación básica donde los alumnos adquieren las habilidades cognitivas con las que actuarán el resto de su vida académica y profesional, si acaso llegan a esa última etapa.

Siendo así, debe ser una prioridad nacional que los profesores encargados de formar a esas generaciones estén lo mejor preparados posible.

Hay mucho camino por recorrer en México a ese respecto. Casi la mitad, 45%, de los profesores de educación básica que realizaron un examen para medir sus capacidades docentes, reprobaron. Los niños que hayan sido educados por dichos maestros estarán en una situación de desventaja respecto del resto. Es de preocupar, además, la calidad de el resto de los maestros; es decir, aquellos que no realizaron la prueba.

Hace unos días se reveló que la mitad de los estudiantes que presentan el Examen General de Egreso de la Licenciatura resultan reprobados. Si bien esto seguramente tiene
explicaciones inherentes a las deficiencias de la educación superior en México es lógico pensar que las deficiencias de los alumnos se arrastran desde niveles previos de instrucción. Hay que recordar que el examen único a nivel medio y los que realizan las universidades públicas del país suelen arrojar promedios en general muy por debajo del total de aciertos.

El año pasado 134 mil 704 personas presentaron el Examen Nacional de Conocimientos, Habilidades y Competencias Docentes para concursar por una plaza de maestro. De esos aspirantes, 70%, es decir, dos de cada tres, contestó incorrectamente más de la mitad de las preguntas. La cifra es alarmante considerando que aun con esos resultados la SEP permite a la mayoría, 129 mil 908 candidatos, obtener una plaza o quedar en “lista de espera” para cuando otro puesto se desocupe.

Es verdad que existen muchas limitaciones para que los profesores de México realicen bien su trabajo. Hay varias zonas del país donde se carece de la infraestructura adecuada, material didáctico e incluso recursos básicos como agua potable y drenaje. Es un problema que debe atenderse sin duda alguna, pero no como paso previo, sino simultáneo al del mejoramiento de la calidad de los profesores.

La reforma educativa recién aprobada puede ser un instrumento que cambie el desolador panorama mexicano. Hará falta no sólo el cambio legal y la planeación de las autoridades,
sino la colaboración de los profesores. Los niños merecen el esfuerzo.





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