Dos nuevas secretarías de ciencia
Javier
Flores
En
el estado de Morelos primero y luego en el Distrito Federal, surgieron
recientemente dos nuevas secretarías que se ocuparán del fomento de la ciencia,
la tecnología y la innovación. No pueden escapar dos elementos comunes entre
ambas. El primero es que se localizan en el centro del país, donde se
concentran quizá las mayores capacidades en infraestructura científica y
recursos humanos especializados. Su creación ha sido posible gracias a que el
gobernador morelense Graco Ramírez y el jefe de Gobierno de la ciudad de
México, Miguel Ángel Mancera, han apoyado decisivamente estas iniciativas. El
segundo elemento común es que en los dos casos se trata de proyectos
emprendidos por gobiernos de izquierda.
Si
recordamos que recientemente se produjo un debate sobre la conveniencia de
crear una secretaría de Estado a nivel federal –idea que fue rechazada por el
presidente Enrique Peña Nieto–, las dos nuevas secretarías surgidas en dos
importantes entidades de la República constituyen un experimento que puede dar
respuesta a varias de las interrogantes surgidas sobre las modalidades que
puede adoptar la administración pública de la ciencia y la tecnología en el
país, tanto aquellas que señalan ventajas de una secretaría para el avance
científico como las que auguran, por ejemplo, un destino inexorable hacia la
burocratización.
Sin
embargo, es muy importante dejar claro que no se trata de una competencia –que
resultaría asimétrica considerando los recursos económicos de la federación y
las capacidades presupuestarias locales. Elevar al rango de secretaría las
tareas de fomento de la ciencia, la tecnología y la innovación y su
aprovechamiento para impulsar el desarrollo económico, educativo y el nivel de
vida de los habitantes de Morelos y el Distrito Federal es, en mi opinión, un
signo muy positivo y alentador. Es algo que vemos por primera vez en México. La
pregunta central es, a mi juicio, cómo articular los esfuerzos que se realizan
a nivel local con un proyecto de carácter nacional.
Hay
dos retos muy importantes que enfrentan las nuevas dependencias; la de Morelos,
encabezada por la doctora Brenda Valderrama Blanco, y la del Distrito Federal,
por el doctor René Drucker Colín. El primero es lograr una amplia concertación
con los sectores público, privado y social en cada entidad. Hay que recordar
que, por ejemplo, buena parte de las capacidades científicas en las dos
entidades, se concentran en instituciones educativas, algunas de ellas
autónomas. El segundo es cómo vincularse con las políticas de ciencia a nivel
federal, es decir, con las surgidas de la oficina creada por la presidencia de
la República, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de las
secretarías de estado a nivel federal, que es donde se concentran los recursos
económicos nacionales para estas tareas.
Pero
el éxito de esta articulación, especialmente con las instancias federales, no
sólo recae en las dos nuevas secretarías, sino también, y tal vez de manera
principal, en el gobierno de la República, cuya responsabilidad consiste en
crear y conducir políticas de carácter nacional. Procurar el desarrollo
científico, tecnológico e impulsar las innovaciones para procurar el avance
general del conocimiento, el crecimiento económico y el bienestar de la población,
en toda la República, requiere de una nueva visión.
Es
necesario ingresar a una nueva etapa en la que los grandes proyectos
nacionales, no deben encontrar obstáculo o pretexto en diferencias ideológicas;
si un gobierno es de izquierda, de derecha o de centro. Es más, si uno revisa
cuidadosamente las funciones de las dos nuevas secretarías a las que me he
venido refiriendo, se encontrarán grandes similitudes con los propósitos
expresados por el gobierno federal en esta materia y muy pocas diferencias.
Las
nuevas estructuras en Morelos y el Distrito Federal, que expresan un decidido
interés de sus gobiernos por impulsar la ciencia, la tecnología y las
innovaciones, deben ser apoyadas, aprovechadas y formar parte de una política
nacional que busca el diseño de políticas públicas diferenciadas que permitan
impulsar el progreso científico y tecnológico en regiones y estados, con base
en sus vocaciones económicas y capacidades locales, de acuerdo con las
instrucciones que dio el presidente Peña Nieto al titular del Conacyt en
diciembre pasado.
La
creación de las secretarías de ciencia en Morelos y el Distrito Federal es una
buena noticia y debe contar con el respaldo de todos los mexicanos. Publicado en La Jornada
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