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martes, 13 de noviembre de 2012


Una universidad prescindible
Rafael Cardona | Opinión

“Según un informe oficial de la propia institución, fechado el 27 de mayo de 2009, en ocho años de operación la UACM registraba 239 alumnos egresados y, de ellos, sólo siete se titularon del nivel licenciatura...”

La Universidad Autónoma de la Ciudad de México tiene muy pocos años de vida. Fue fundada por decisión personal de Andrés Manuel –tanto como su sistema de preparatorias—, como una fórmula política de contrastar su actitud hacia los jóvenes (y su política asistencialista perdurable) con el desdén derechista hacia la juventud.

El mayor desprecio a la juventud en esta ciudad, valga recordarlo, ha sido la estampida policiaca del “News Divine”, pero esa es cosa aparte. Vaya sólo como una puntea.

Andrés Manuel, en cuyas actitudes políticas conviven a veces Carlos Pellicer y el ministro soviético Molotov, quiso presentarse no sólo como un redentor de los adultos mayores sino como un hombre preocupado por los adolescentes sin posibilidades educativas. Y fundó una universidad donde todo se cumple menos la educación superior.

El desastre de la UACM en tiempos de paz es mayúsculo. De sus aulas sin rigor ni seriedad —más allá de los casos singulares de maestros muy distinguidos como por ejemplo David Huerta o Hugo Hiriart—no egresan profesionales ni buenos ni malos; ni bien ni mal preparados. Simplemente no egresa nadie o lo hace en una proporción tan pequeña como para demostrar en sí misma el populismo académico de este proyecto tan costoso.

Obviamente el fundador de su “modelo” académico, el doctor Manuel Pérez Rocha, no le otorga ninguna importancia a la titulación como evidencia del conocimiento, ni a la aplicación de dichos saberes.

Varias publicaciones, por no decir todos los diarios de la ciudad de México, incluyendo los corporativos del PRD, se han ocupado del asunto. Cada uno de acuerdo con su óptica, pero los hechos recientes, en los cuales los “porrismos ilustrados” chocan entre sí y le dejan a la ciudad el cascarón vacío de una universidad estéril hundida en una huelga, paro, toma, conquista o como se llame; con edificios asaltados, con autoridades desplazadas y en  manos de un consejo anárquico y una rencilla inter-tribal interminable, nos hace pensar a todos si de veras necesita esta ciudad una institución con esas características.

“Según un informe oficial de la propia institución, fechado el 27 de mayo de 2009, en ocho años de operación la UACM registraba 239 alumnos egresados y, de ellos, sólo siete se titularon del nivel licenciatura; seis de la carrera de Comunicación y Cultura y uno de Ciencia Política y Administración Urbana. El rector Manuel Pérez Rocha precisó que, de acuerdo con sus cifras, al viernes 19 de junio de 2009, los titulados en licenciatura ya eran 15”, ha dicho la prensa.

Pero Pérez Rocha, a quien la rectora Esther Orozco señala de estar detrás de todo el foco de agitación, usurpación y despojos, no considera fundamental la titulación, para él es fundamental seguir con la fraseología revolucionaria de la educación popular.

Por ejemplo:

“…La ley de la UACM rompe con la cuestionable práctica que concede a cada maestro la facultad de otorgar a sus estudiantes, con frecuente arbitrariedad, los certificados de los cursos que imparte (las llamadas “calificaciones”), pues establece que “los exámenes, pruebas y otras evaluaciones que se apliquen a los estudiantes” quedan bajo la responsabilidad de cuerpos colegiados (artículo 12) y que “el otorgamiento de certificados, diplomas, títulos, grados y reconocimientos tendrá como condición ineludible y única la demostración de los conocimientos y competencias que dichos instrumentos amparen (artículo 14)”.

Pues si los órganos colegiados calificadores o evaluadores o certificadores tienen la misma calidad de quienes entre pugna y pugna han hecho de este experimento Montessori perredista, ya nos podemos imaginar el resultado final.

Quizá no diste mucho de asemejarse a la irrupción de enmascarados a los edificios de Eugenia y San Lorenzo hace unos días por los cuales otro grupo, adverso a la rijosidad crónica de quienes irrumpen en nombre de la paz, ha dicho:

“El paro y cierre en los planteles Del Valle, Centro Histórico, San Lorenzo Tezonco y Cuautepec es sostenido por algunos estudiantes de diferentes licenciaturas y posgrados de la Universidad -apoyados por algunos profesores-, quienes, más de allá de la legitimidad o no de sus posiciones, no representan al conjunto de la Universidad, violando así el ejercicio de los derechos universitarios consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la Ley de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y en el Estatuto General Orgánico de la UACM.

“La libertad de manifestación y la libertad de expresión son derechos que deben tener en cuenta a todos los integrantes de una comunidad, y deben ser defendidos en la medida en que su ejercicio no ofenda ni vulnere los derechos de terceros.

“El derecho a la educación, incluyendo la pública de nivel universitario, está garantizado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y está avalado en la legislación de la UACM”.

“Los derechos políticos no deben ser confundidos con el derecho a la educación pública, laica y gratuita, pues éste constituye un derecho social inalienable de las personas”.

En esas condiciones queda en el vacío la única posibilidad sensata: la intervención directa de la autoridad pública para devolverle a la comunidad las instalaciones y recuperar el orden. No sabemos la finalidad, pero recuperar el orden de esa casa de simulación universitaria.

O dejarlos así como una muestra para la posteridad. Esa es la calidad educativa de la UACM: puro rollo en pos del presupuesto y las prebendas. Y un “cale” a Miguel Ángel Mancera. racarsa@hotmail.com Publicado en Crónica de hoy

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