Malas noticias para universidades
latinoamericanas
ANDRÉS OPPENHEIMER
Mientras la atención de
Latinoamérica se concentraba en las elecciones de Venezuela la semana pasada,
pocos repararon en una noticia que debería haber producido alarma: un nuevo
ranking de las mejores universidades del mundo revela una ausencia casi total
de instituciones latinoamericanas.
El Times Higher
Education World University Ranking, que consigna las 400 mejores universidades
del mundo y que fue dado a conocer en Londres el 3 de octubre, revela que -pese
al hecho de que Brasil es la sexta economía del mundo, y México la
decimocuarta- no hay una sola universidad latinoamericana entre las 100 mejores
del mundo, y apenas cuatro entre las 400 mejores del mundo.
La universidad de la
región que ocupa la mejor posición es la Universidad de Sao Paulo, Brasil,
situada en el puesto número 158. La Universidad Estatal de Campiñas, Brasil,
está en el grupo genérico donde se amontonan las universidades que van del
puesto 251 al 275, mientras que la Universidad de Los Andes, Colombia, y la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), están el grupo que va del
puesto 351 al 400.
No hay ninguna
universidad de Argentina, Chile, Perú, ni Venezuela entre las 400 mejores del
mundo en este ranking. En comparación, hay 22 universidades asiáticas entre las
200 mejores del mundo, y 56 instituciones asiáticas entre las mejores 400 del
mundo.
A escala mundial, el
ranking sigue encabezado por universidades de Estados Unidos -el Instituto de
Tecnología de California es la número 1 del mundo, y siete de las primeras 10
son universidades estadounidenses- , pero las instituciones asiáticas están
ascendiendo con rapidez. Varias instituciones chinas, japonesas y surcoreanas
están ascendiendo en el ranking, mientras que 51 universidades estadounidenses
perdieron terreno cuando se comparan con sus posiciones del año pasado.
Otros dos respetados
rankings internacionales publicados este año revelan resultados igualmente
deprimentes para las universidades latinoamericanas. Ni el QS World University
Ranking de Londres, ni el de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China,
incluyen a alguna universidad latinoamericana entre las primeras 100 del mundo,
donde también predominan las universidades estadounidenses.
Phil Baty, editor del
ranking de Educación Superior del Times, me dijo en una entrevista telefónica
que el motivo por el que hay tan pocas universidades latinoamericanas en los
rankings es, entre otras cosas, porque los países latinoamericanos ofrecen poco
apoyo económico a sus universidades, y estas últimas no hacen suficiente
investigación.
Con pocas excepciones,
como la ayuda financiera que otorga el estado de Sao Paulo a sus universidades,
casi todas las instituciones latinoamericanas reciben escasos fondos. Mientras
Estados Unidos y Corea del Sur invierten el 2.6 por ciento de su PIB en la
educación superior, Chile invierte el 2.5 por ciento, y México y Argentina el
1.4 por ciento respectivamente, dice Baty.
“Los países asiáticos
están invirtiendo mucho en sus universidades”, señaló. “Las universidades de
primera línea cuestan dinero. Y en Latinoamérica, vemos una concentración de
recursos en universidades que tienen un enorme número de estudiantes, y
requieren mucho gasto en infraestructura, lo que les hace difícil invertir en
investigación de avanzada”.
Muchos Gobiernos
latinoamericanos objetan estos rankings, alegando que la docena de indicadores
que emplean -incluyendo encuestas de profesores universitarios de todo el mundo
y publicaciones académicas reconocidas- tienden a favorecer a los países
angloparlantes.
Varios países
latinoamericanos están trabajando en un proyecto apoyado por la UNESCO con el
propósito de poder producir un nuevo ranking que solo incluya a universidades
latinoamericanas.
Pero, según Baty, la
encuesta mundial que sirve como uno de los 13 indicadores del ranking del Times
está geográficamente equilibrada e incluye a muchos académicos latinoamericanos
y españoles. Además, el idioma no es excusa para no publicar en las mejores
revistas académicas del mundo, dijo.
“Las universidades
asiáticas publican mucho en inglés, porque quieren que sus investigaciones
tengan un público mayor y un impacto más grande”, dice Baty. “En Latinoamérica
eso no está pasando”.
Mi opinión: Estoy de
acuerdo. La tendencia de muchos Gobiernos latinoamericanos a desestimar a los
principales rankings mundiales de universidades, y el proyecto de producir un
ranking regional hecho a medida de las universidades latinoamericanas, son
recetas para la autocomplacencia, la parálisis y el atraso.
Alegar, como lo hacen
varios Ministros de Educación de la región, que las universidades
latinoamericanas tienen metas diferentes -tales como dar educación gratuita a
los pobres- no es excusa para no competir a escala mundial. Es como si se
decidiera participar en un campeonato vecinal de fútbol en lugar de jugar en la
copa mundial.
En vez de ser
desestimados o ignorados, los rankings de las mejores universidades del mundo
deberían ocupar las primeras planas en Latinoamérica (y también en Estados
Unidos), aunque no sea más que para recordarnos que los países asiáticos están
escalando posiciones rápidamente en la economía del conocimiento, y muchos de
nuestros países se están quedando cada vez más atrás. Publicado en El Nuevo
Herald
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