Publicación independiente fundada el 15 de mayo de 2009.

Director: Luis Gerardo Martínez García
Contacto: sinrecreo@hotmail.com
WhatsApp: 2281133188

lunes, 8 de octubre de 2012


“Las ciencias naturales y sociales son una misma, la del hombre”
Isaac Torres Cruz | Academia         

Desde un laboratorio enclavado en el Lago de Chapultepec, la joven Guillermina Yankelevich realizaba sus primeras prácticas experimentales. Aprendía sobre histología y embriología en el Instituto de Biología de la UNAM, que se encontraba en ese sitio para entonces, en tanto cursaba la licenciatura en la Facultad de Ciencias.

Esa estancia la llevó al Instituto Hospital de Cardiología, donde realizaba “la talacha” de los médicos con la histología de biopsias. Después de unas clases de anatomía patológica por aquí, unas tantas autopsias por allá, la estudiante de biología tomó un curso de fisiología comparada, se puso a estudiar embriones de gatos y a colmarse de actividades aún sin haber acabado su licenciatura. Ávida de conocimiento, se formó en estas instituciones y comenzó a dar clases en la Facultad de Medicina alrededor de los 20 años. El recorrido por una prolífica trayectoria apenas comenzaba.

En entrevista, la investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) relata con virtuosa memoria las historias y anécdotas que la formaron y han dado como fruto importantes investigaciones, así como esa sonrisa que pinta su rostro al recordarlas, pero también cómo su paso por diversas disciplinas la llevó al concepto de “interciencia”, la ciencia del hombre. Esto la ha llevado a estudiar de manera integral temas como salud de la población y de la salud de los migrantes, entre otros.

FÍSICA. Después de varios años impartiendo clases en la Facultad de Ciencias, la carrera de la académica empezaría a dar un vuelco. Micrófono en mano. Con un colosal grupo de 250 alumnos e impartiendo clase en el auditorio de la Facultad, dudaba de la efectividad de su trabajo frente a ese tumulto.

Un día, con esa inquietud, espetó a un joven distraído en las alturas del lugar: “oiga usted, qué está viendo por la ventana, ¿escuchó mi clase, qué dije?”. El joven se quedó encogido viendo a los lados sin decir nada. Alguien al lado de la profesora respondió: “doctora, es que no es alumno, sino paletero. Está vigilando su carrito de paletas y está descansando”. Ése fue su último año en la Facultad de Medicina.

Más cómoda en la Facultad de Ciencias, Guillermina continuó su labor docente, momento en el cual cobró fuerza un pensamiento que le asaltaba desde que acabó la carrera de biología. Pensaba que la ciencia que había estudiado tenía problemas cuya respuesta no estaba en esta misma, sino en la física. “Las leyes de la física tenían una generalidad donde entraban los seres vivos”. Pero en el país no se impartía aún biofísica en las universidades.

Entonces pensó: “Cosas más difíciles he hecho”. Y se metió a estudiar la licenciatura en física teórica. Varios avatares y anécdotas transcurrieron en ese proceso, para que años después la científica se diera cuenta de que las respuestas que buscaba tampoco estaban en la física, porque nunca la usó, sino en las matemáticas.

INTERCIENCIA. Estos caminos perfilaron a Yankelevich Nedvedovich a una idea que sigue defendiendo y que ha ganado adeptos, pero también mucha incredulidad.

Todo parte desde el momento en que dimensionó el divorcio que existía entre las ciencias naturales y las sociales, lo que complicaba el estudio del hombre de manera integral.

“Si queremos construir la ciencia del hombre, acerca de él, hay que poner estos dos campos. Porque el hombre es biológico y social. Todo lo que ocurre en las ciencias sociales el hombre biológico lo produjo: literatura, música, artes…, que son causa y consecuencia, porque éstas se re-revierten a él y modifican su biología. Estos dos campos de la ciencia no pueden estar divorciados”.

Al contrario, deben reunirse, discutir y construir conjuntamente la ciencia del hombre, añade, si no, “no se conocerá la dinámica del hombre y sus sociedades”.

Y se preguntó: “¿Qué hago en la fisiología de gatos, debo muchas vidas (de animales)…? Cuando realmente la problemática importante es el hombre”. Pero no sentía que no podía hacerlo sin saber “qué dice la competencia: las ciencias sociales”. No volvería a realizar experimentación en animales e ingresó a El Colegio de México para hacer una maestría en demografía.

En este tema empezó a poner en práctica la interciencia y explicar el fenómeno poblacional. “Había maestros que les impresionó este tipo de ideas, pero había otros que las abominaban, preguntaba cosas que no debía ni querían responder”.

Expuso sus ideas con muchas matemáticas y ciencias sociales en un congreso de demografía en Brasil, con muchos comentarios favorables y muchas suspicacias de sus colegas.

Estos conceptos llevaron a la científica a explicar la regulación biológica de las poblaciones, y la sobrepoblación, evolutiva y matemáticamente, pero también a desarrollar métodos matemáticos para evaluar la salud. Lo anterior le permitió analizar indicadores y variables determinantes en la salud para realizar por primera vez en el país un mapa de geosalud por entidad federativa y municipios. Realizado cada década ha servido para determinar el nivel de salud en las diversas áreas geográficas México.

Pero también ha empleado este conocimiento para determinar los factores de riesgo en la salud de los migrantes que emprenden un penoso viaje rumbo a Estados Unidos. De esta forma sentó las bases para desestimar lo que investigaciones en universidades de ese país llamaron la “paradoja latina” que señalaba que los migrantes tenían mejor salud de que los mismos habitantes estadunidenses. Ahora ha comprobado cómo este fenómeno biosocial muestra altos índices de obesidad y diabetes en los migrantes.

Estas ideas originaron antes la publicación del libro Ensayos en interciencia, donde asienta el análisis del conocimiento del hombre desde varios ángulos. “Sabemos cómo se originó el hombre y su evolución, pero lo que no sabemos es cómo ha generado todo este mundo social y de producción de conocimiento.

“El hombre sigue siendo un ser vivo como todos los demás, pero cómo genera lo que aparentemente es otro mundo. Cómo una masa encefálica genera todo esto que vemos alrededor. Desde lo más elemental a lo más complicado”. Reflexiones teóricas que se sigue haciendo día a día. Publicado en Crónica de hoy. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario