“Las ciencias naturales y sociales son una
misma, la del hombre”
Isaac Torres Cruz |
Academia
Desde un laboratorio
enclavado en el Lago de Chapultepec, la joven Guillermina Yankelevich realizaba
sus primeras prácticas experimentales. Aprendía sobre histología y embriología
en el Instituto de Biología de la UNAM, que se encontraba en ese sitio para
entonces, en tanto cursaba la licenciatura en la Facultad de Ciencias.
Esa estancia la llevó al
Instituto Hospital de Cardiología, donde realizaba “la talacha” de los médicos
con la histología de biopsias. Después de unas clases de anatomía patológica por
aquí, unas tantas autopsias por allá, la estudiante de biología tomó un curso
de fisiología comparada, se puso a estudiar embriones de gatos y a colmarse de
actividades aún sin haber acabado su licenciatura. Ávida de conocimiento, se
formó en estas instituciones y comenzó a dar clases en la Facultad de Medicina
alrededor de los 20 años. El recorrido por una prolífica trayectoria apenas
comenzaba.
En entrevista, la
investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y miembro
de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) relata con virtuosa memoria las
historias y anécdotas que la formaron y han dado como fruto importantes
investigaciones, así como esa sonrisa que pinta su rostro al recordarlas, pero
también cómo su paso por diversas disciplinas la llevó al concepto de
“interciencia”, la ciencia del hombre. Esto la ha llevado a estudiar de manera
integral temas como salud de la población y de la salud de los migrantes, entre
otros.
FÍSICA. Después de
varios años impartiendo clases en la Facultad de Ciencias, la carrera de la
académica empezaría a dar un vuelco. Micrófono en mano. Con un colosal grupo de
250 alumnos e impartiendo clase en el auditorio de la Facultad, dudaba de la
efectividad de su trabajo frente a ese tumulto.
Un día, con esa inquietud,
espetó a un joven distraído en las alturas del lugar: “oiga usted, qué está
viendo por la ventana, ¿escuchó mi clase, qué dije?”. El joven se quedó
encogido viendo a los lados sin decir nada. Alguien al lado de la profesora
respondió: “doctora, es que no es alumno, sino paletero. Está vigilando su
carrito de paletas y está descansando”. Ése fue su último año en la Facultad de
Medicina.
Más cómoda en la
Facultad de Ciencias, Guillermina continuó su labor docente, momento en el cual
cobró fuerza un pensamiento que le asaltaba desde que acabó la carrera de
biología. Pensaba que la ciencia que había estudiado tenía problemas cuya
respuesta no estaba en esta misma, sino en la física. “Las leyes de la física
tenían una generalidad donde entraban los seres vivos”. Pero en el país no se
impartía aún biofísica en las universidades.
Entonces pensó: “Cosas
más difíciles he hecho”. Y se metió a estudiar la licenciatura en física
teórica. Varios avatares y anécdotas transcurrieron en ese proceso, para que
años después la científica se diera cuenta de que las respuestas que buscaba
tampoco estaban en la física, porque nunca la usó, sino en las matemáticas.
INTERCIENCIA. Estos
caminos perfilaron a Yankelevich Nedvedovich a una idea que sigue defendiendo y
que ha ganado adeptos, pero también mucha incredulidad.
Todo parte desde el
momento en que dimensionó el divorcio que existía entre las ciencias naturales
y las sociales, lo que complicaba el estudio del hombre de manera integral.
“Si queremos construir
la ciencia del hombre, acerca de él, hay que poner estos dos campos. Porque el
hombre es biológico y social. Todo lo que ocurre en las ciencias sociales el
hombre biológico lo produjo: literatura, música, artes…, que son causa y
consecuencia, porque éstas se re-revierten a él y modifican su biología. Estos
dos campos de la ciencia no pueden estar divorciados”.
Al contrario, deben
reunirse, discutir y construir conjuntamente la ciencia del hombre, añade, si
no, “no se conocerá la dinámica del hombre y sus sociedades”.
Y se preguntó: “¿Qué
hago en la fisiología de gatos, debo muchas vidas (de animales)…? Cuando
realmente la problemática importante es el hombre”. Pero no sentía que no podía
hacerlo sin saber “qué dice la competencia: las ciencias sociales”. No volvería
a realizar experimentación en animales e ingresó a El Colegio de México para
hacer una maestría en demografía.
En este tema empezó a
poner en práctica la interciencia y explicar el fenómeno poblacional. “Había
maestros que les impresionó este tipo de ideas, pero había otros que las
abominaban, preguntaba cosas que no debía ni querían responder”.
Expuso sus ideas con
muchas matemáticas y ciencias sociales en un congreso de demografía en Brasil,
con muchos comentarios favorables y muchas suspicacias de sus colegas.
Estos conceptos llevaron
a la científica a explicar la regulación biológica de las poblaciones, y la
sobrepoblación, evolutiva y matemáticamente, pero también a desarrollar métodos
matemáticos para evaluar la salud. Lo anterior le permitió analizar indicadores
y variables determinantes en la salud para realizar por primera vez en el país
un mapa de geosalud por entidad federativa y municipios. Realizado cada década
ha servido para determinar el nivel de salud en las diversas áreas geográficas
México.
Pero también ha empleado
este conocimiento para determinar los factores de riesgo en la salud de los
migrantes que emprenden un penoso viaje rumbo a Estados Unidos. De esta forma
sentó las bases para desestimar lo que investigaciones en universidades de ese
país llamaron la “paradoja latina” que señalaba que los migrantes tenían mejor
salud de que los mismos habitantes estadunidenses. Ahora ha comprobado cómo
este fenómeno biosocial muestra altos índices de obesidad y diabetes en los
migrantes.
Estas ideas originaron
antes la publicación del libro Ensayos en interciencia, donde asienta el
análisis del conocimiento del hombre desde varios ángulos. “Sabemos cómo se
originó el hombre y su evolución, pero lo que no sabemos es cómo ha generado
todo este mundo social y de producción de conocimiento.
“El hombre sigue siendo
un ser vivo como todos los demás, pero cómo genera lo que aparentemente es otro
mundo. Cómo una masa encefálica genera todo esto que vemos alrededor. Desde lo
más elemental a lo más complicado”. Reflexiones teóricas que se sigue haciendo
día a día. Publicado en Crónica de hoy.
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