Se
despojó de ética al proceso educativo y se perdió el sentido social de la
formación
Desde los
años 70 México enfrenta un deterioro que se profuundizó con reformas fallidas
Laura Poy
Solano
Desde los
años 70 del siglo XX, México enfrenta un proceso de deterioro de su sistema
educativo que se ha profundizado con la aplicación de reformas curriculares y
administrativas fallidas, advirtieron especialistas. son cambios que han
propiciado que se pierda el sentido social de la formación. Al proceso
educativo se le despojó de una ética.
Esto se
tradujo, explicaron, en un empobrecimiento de la formación docente, pero
también en una transformación de la forma en que opera la escuela, donde impera
una visión individualista de la educación.
Investigadores
de las universidades Autónoma Metropolitana (UAM), Pedagógica Nacional (UPN),
del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y la
Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM) coincidieron en señalar que
factores como la explosión del demográfica y la demanda de acceso a la
educación básica, evidente desde los años 70; el descuido en la formación
inicial de los docentes; su creciente burocratización sindical, así como la
entrega, desde el gobierno federal, de cargos administrativos a dirigencias
gremiales, trazaron la ruta de un verdadero desastre educativo.
Sin
embargo, alertaron, hoy se quiere encontrar un solo culpable: el maestro. Sin
reconocer que ha sido sólo un elemento de una larga lista de desaciertos, que
aún no podemos corregir.
Lucía
Rivera Ferreiro, profesora de la UPN y experta en el sistema educativo
nacional, señaló que pasamos de la construcción, en los años 30 y 40, del
docente como un agente comunitario con el compromiso de impulsar un proyecto de
nación, a vivir la docencia como una profesión de riesgo, donde lo importante
es no meterse en problemas y mantener un empleo en condiciones cada vez más
precarias.
Agregó
que el deterioro de la calidad educativa en el aula se profundizó con la firma
en 1992 del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, con
la que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari dio un golpe maestro.
Hasta
entonces, explicó, las modificaciones en
el sector habían sido esencialmente curriculares, de contenido en los libros de
texto gratuitos, y en la formación continúa de los docentes, pero no se había
tocado la forma en que operaba la escuela.
Pero con
el arranque del proceso de modernización educativa, que desde finales de los
años 80 había dado sus primeros pasos, a la par de una omnipresencia cada vez
más evidente del gremio magisterial en cargos del sistema educativo, se plantea
una transformación que implica reformas de planes y programas, en la formación
del maestro y en cómo se debía trabajar en la escuelas. Todo opera bajo nuevas
reglas.
Se
impulsa una transformación, agregó Lucía Rivera, de gran calado donde la
educación deja de ser concebida como un derecho humano y un bien social cuya
responsabilidad en el acceso, pertinencia y permanencia recae en el Estado, a
ver la educación como un servicio, una mercancía, un objeto de asistencia
social, e incluso, de caridad.
En
entrevista, Ruth Mercado, experta en formación docente del Cinvestav, alerta
que hoy se identifica el deterioro educativo con los bajos rendimientos
obtenidos en las evaluaciones de alumnos de formación básica, sin considerar
que se trata de pruebas estandarizadas que técnicamente adolecen de
innumerables defectos.
Los malos
resultados, dijo, son atribuidos a los maestros, como si no fueran parte de
todo un sistema educativo que ha mostrado en su conjunto, desde sus más altas
esferas, un mal funcionamiento en la aplicación de programas y en la gestión
escolar.
Agregó
que hay una escasa atención a muchos de los programas para los cuales los
docentes no son capacitados, los cuales llegan siempre a las escuelas sin
considerar las verdaderas condiciones de trabajo del profesor, por lo que están
condenados al fracaso, incluso antes, de que lleguen a los salones.
Juan
Manuel Rendón Esparza, ex director y catedrático de la BENM, coincidió en
afirmar que el punto de quiebre en el deterioro educativo en México se genera
con la descentralización educativa. A partir de ese momento se profundiza la
asfixia de las normales, con el abandono financiero y académico.
Recordó
que desde la reforma de 1984, con la que modificaron planes de estudio y
materiales pedagógicos, inició un proceso de transformación de la instituciones
formadoras de docentes, las cuales lentamente fueron adoptando una visión más
neoliberal de la educación.
Al
respecto, Alberto Padilla Arias, catedrático de la UAM, experto en procesos
educativos, afirmó que ante este escenario, no se puede soslayar el papel del
corporativismo sindical en un proceso de burocratización del magisterio, que ha
tenido un efecto muy negativo en la práctica docente.
Agregó
que los factores del desastre educativo son múltiples, pero la solución debe
incluir a los maestros, pues sin su participación y un verdadero compromiso,
las propuestas que presente la autoridad educativa serán sólo un discurso. (La Jornada)
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