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viernes, 26 de abril de 2013


¡Con la UNAM y el rector Narro!
 Emilio Rabasa Gamboa

Una vez más y con el mismo recurso —la violencia— la UNAM ha sido agredida con la toma de su rectoría por un grupo vandálico que ya causó destrozos al edificio declarado patrimonio cultural por la UNESCO, no sólo de los universitarios, sino de la humanidad.

En adición a ese grave quebranto material a las instalaciones universitarias, está la afectación moral de nuestra máxima casa de estudios que integramos miles de estudiantes, profesores, investigadores y trabajadores universitarios. Con claras palabras lo ha expresado el rector José Narro: “Se afecta a la universidad, se vulneran los principios que nos rigen y se perturban las condiciones en que se debe desarrollar el trabajo de los universitarios. Se trastoca la imagen de nuestra casa de estudios”.

No se trata sólo de la interrupción de las labores universitarias. Una vez más la sin razón, en esta ocasión llevada al extremo de “reclamar” educación gratuita (sic), a todas luces una abierta mentira, y la reinstalación de cinco “estudiantes” expulsados del CCH Naucalpan por agredir a trabajadores universitarios, que trataban de impedir el acceso de un estudiante en estado de ebriedad, pretenden erigirse en la justificación de la acción
agresora, de un grupo que no da la cara, escondidos tras una capucha que cubre el rostro de los belicosos.

Con la fuerza se impide el acceso —además de las autoridades universitarias que laboran en la rectoría— a casi mil personas que acuden a diario a esas instalaciones para realizar varios trámites como el acceso de los alumnos de bachillerato a la licenciatura y el registro de calificaciones, la gestión del presupuesto universitario, el manejo de programas de becas y de servicio social, diversos asuntos jurídicos, entre otras muchas
actividades más.

No es la primera vez que acontece ese secuestro violento de la universidad. Los fallidos intentos de denigración universitaria en el pasado, y los presentes, hacen evidente la gran vulnerabilidad de una institución que sólo cuenta con las armas de la razón, la prudencia, el diálogo y su propio ordenamiento jurídico, eso es su fuerza ética, frente al reiterado asedio de la fuerza bruta, que además exige “dialogar” en condiciones de asedio a toda la comunidad universitaria.

Menos aún procede el reclamo en esos términos cuando están abiertos todos los canales institucionales pacíficos para dirimir cualquier reclamo, en los términos de la legislación universitaria y ante autoridades que siempre han estado dispuestas al diálogo para ventilar cualquier expresión de inconformidad o conflicto.

La UNAM es una institución que se gobierna horizontalmente muy lejos de una imposición autoritaria y vertical de sus decisiones autónomas. La expulsión ha sido confirmada por el Tribunal Universitario. Narro ha demostrado sobradamente a lo largo de su carrera, y frente a diversas situaciones de crisis de la UNAM , que es un hombre siempre abierto al diálogo.

Por todo lo anterior resulta indispensable en estas aciagas horas por las que atraviesa nuestra UNAM , expresar por todos los medios el respaldo y apoyo incondicional al rector José Narro, un “convencido de que los estudiantes no actúan en el anonimato, encubiertos y menos con el uso de la fuerza”, sobretodo cuando ha señalado que “frente a la sinrazón, la imposición y la violencia, las respuestas deben ser dadas a partir de la
inteligencia, el apego a la legalidad y la prudencia”.

¡Exijimos aplicación de la ley, basta ya de las agresiones a la UNAM , patrimonio de todas las mexicanas y mexicanos!
Investigador del IIJ de la UNAM.

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