¡Con la UNAM y el rector
Narro!
Emilio Rabasa Gamboa
Una vez más
y con el mismo recurso —la violencia— la UNAM ha sido agredida con la toma de
su rectoría por un grupo vandálico que ya causó destrozos al edificio declarado
patrimonio cultural por la UNESCO, no sólo de los universitarios, sino de la
humanidad.
En adición a
ese grave quebranto material a las instalaciones universitarias, está la
afectación moral de nuestra máxima casa de estudios que integramos miles de
estudiantes, profesores, investigadores y trabajadores universitarios. Con
claras palabras lo ha expresado el rector José Narro: “Se afecta a la
universidad, se vulneran los principios que nos rigen y se perturban las
condiciones en que se debe desarrollar el trabajo de los universitarios. Se
trastoca la imagen de nuestra casa de estudios”.
No se trata
sólo de la interrupción de las labores universitarias. Una vez más la sin
razón, en esta ocasión llevada al extremo de “reclamar” educación gratuita
(sic), a todas luces una abierta mentira, y la reinstalación de cinco
“estudiantes” expulsados del CCH Naucalpan por agredir a trabajadores
universitarios, que trataban de impedir el acceso de un estudiante en estado de
ebriedad, pretenden erigirse en la justificación de la acción
agresora, de
un grupo que no da la cara, escondidos tras una capucha que cubre el rostro de
los belicosos.
Con la
fuerza se impide el acceso —además de las autoridades universitarias que
laboran en la rectoría— a casi mil personas que acuden a diario a esas
instalaciones para realizar varios trámites como el acceso de los alumnos de
bachillerato a la licenciatura y el registro de calificaciones, la gestión del
presupuesto universitario, el manejo de programas de becas y de servicio
social, diversos asuntos jurídicos, entre otras muchas
actividades
más.
No es la
primera vez que acontece ese secuestro violento de la universidad. Los fallidos
intentos de denigración universitaria en el pasado, y los presentes, hacen
evidente la gran vulnerabilidad de una institución que sólo cuenta con las
armas de la razón, la prudencia, el diálogo y su propio ordenamiento jurídico,
eso es su fuerza ética, frente al reiterado asedio de la fuerza bruta, que
además exige “dialogar” en condiciones de asedio a toda la comunidad
universitaria.
Menos aún
procede el reclamo en esos términos cuando están abiertos todos los canales
institucionales pacíficos para dirimir cualquier reclamo, en los términos de la
legislación universitaria y ante autoridades que siempre han estado dispuestas
al diálogo para ventilar cualquier expresión de inconformidad o conflicto.
La UNAM es
una institución que se gobierna horizontalmente muy lejos de una imposición
autoritaria y vertical de sus decisiones autónomas. La expulsión ha sido
confirmada por el Tribunal Universitario. Narro ha demostrado sobradamente a lo
largo de su carrera, y frente a diversas situaciones de crisis de la UNAM , que
es un hombre siempre abierto al diálogo.
Por todo lo anterior
resulta indispensable en estas aciagas horas por las que atraviesa nuestra UNAM
, expresar por todos los medios el respaldo y apoyo incondicional al rector
José Narro, un “convencido de que los estudiantes no actúan en el anonimato,
encubiertos y menos con el uso de la fuerza”, sobretodo cuando ha señalado que
“frente a la sinrazón, la imposición y la violencia, las respuestas deben ser
dadas a partir de la
inteligencia,
el apego a la legalidad y la prudencia”.
¡Exijimos
aplicación de la ley, basta ya de las agresiones a la UNAM , patrimonio de
todas las mexicanas y mexicanos!
Investigador
del IIJ de la UNAM.
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