¿Y el
horizonte?
MANUEL
GIL
En
el Museo de Antropología el Presidente anunció ayer las iniciativas que, a su
juicio, transformarán la educación en México. Esas modificaciones a la
Constitución, y su impacto en los ordenamientos legales respectivos, tienen
como objetivo, afirma, recuperar la rectoría del Estado en la educación
mexicana.
No
cabe duda: es importante que desde el discurso presidencial, y en consonancia
con las fuerzas políticas predominantes, se reivindique el mando exclusivo de
la autoridad constitucional en esa dimensión de la vida social. No es trivial,
por ende, que se estipule con toda claridad el Servicio Profesional de Carrera
Docente, así como la necesidad de un Sistema Nacional de Evaluación, cuyo
cimiento resida en la autonomía del Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación (INEE).
Pero,
¿cómo asegurar que las modificaciones a las leyes no se queden en la
celebración de su enunciado? En este caso, tanto el procedimiento para regular
la carrera magisterial como el sentido profundo de un sistema de evaluación
independiente requiere un horizonte, un proyecto educativo, ausente desde que
los indicadores y las metas a superar suplantaron a las ideas.
En
Ciudad Universitaria, también ayer, se llevó a cabo un seminario en el que se
discutió el documento Transformar el sistema educativo ncional: 10 propuestas
para 10 años.
Este
texto aspira a contribuir en un asunto que requiere toda media o proceder que
se estipule en las leyes: acordar el horizonte, el rumbo que hay que tomar para
que la educación en el país sea un instrumento de equidad, inclusión social y
desarrollo. Publicado en El Universal. Retomado de Educación a debate
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