Peña-Gordillo:
¿lucha libre o nueva manera de negociar?
Leo
Zuckermann
Apropósito
de mi columna de ayer sobre la reforma educativa, un lector me mandó el
siguiente comentario: “¿Ya sabías de la reunión Peña Nieto-Gordillo a la hora
de escribir tu artículo? Todo es en consenso y además es lo correcto, lo demás
es circo mediático y espectadores inocentes. ¿No has visto nunca las luchas?”
Supongo que se refiere a la lucha libre donde el show está arreglado de
antemano: los luchadores suben al ring para dizque pelearse y así divertir al
público, pero en realidad están siguiendo un guión acordado.
Sobre
la reunión que menciona, retomo lo que escribió ayer Jorge Fernández Menéndez
en Excélsior: “El viernes, el presidente Peña Nieto y Elba Esther Gordillo
estuvieron reunidos a solas durante cuatro horas, analizaron todos y cada uno
de los puntos de la iniciativa que se presentó el lunes siguiente. Toda la
reforma tuvo el respaldo del sindicato magisterial”. El propio secretario de
Educación, Emilio Chuayffet, declaró que la iniciativa le fue previamente
anticipada a la maestra. Por su parte, el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE) publicó un posicionamiento donde “reconoce y valora” la
reforma educativa anunciada; además presume que la iniciativa de enmienda
constitucional recoge “propuestas que a lo largo del tiempo han formulado los
maestros a través de su organización gremial, algunas ya iniciadas y otras en
proceso, que con el rango de reforma constitucional que ahora se les otorga,
adquieren la dimensión y alcance que se reclama”. El documento agrega que hay
quienes “buscan generar la percepción de una ruptura o un enfrentamiento entre
el SNTE y el gobierno federal. No vamos a caer en esa provocación absurda”.
Así
que no hay ruptura y la reforma fue negociada entre el gobierno y el sindicato.
Muy bien. Pero esto es muy diferente a decir que Peña y Gordillo pactaron una
lucha a dos de tres caídas sin límite de tiempo, para el deleite de un público
ávido de ver un buen enfrentamiento al principio del sexenio, y donde el primer
episodio de la lucha la ganó el Presidente haciéndole una llave maestra a la
maestra como habían acordado.
No
lo creo. Evidentemente hubo pláticas entre gobierno y sindicato al más alto
nivel y al final el SNTE cedió y apoyó la iniciativa de reforma constitucional.
Lo que me parece es que la manera en que se llevaron a cabo estas negociaciones
sí marca una diferencia con el pasado.
Durante
las épocas de los gobiernos panistas, la maestra Gordillo llegaba a Los Pinos y
dictaba las condiciones. Por increíble que parezca, los presidentes accedían a
sus demandas. Nunca en la historia contemporánea del sindicalismo mexicano, la
líder de un gremio acumuló tanto poder en tan poco tiempo. La maestra y su
sindicato no sólo controlaban la educación en el país sino también otras
instituciones gubernamentales con cuantiosos recursos como el ISSSTE, el
Fovissste y la Lotería Nacional.
Si
es verdad que el viernes se reunieron Peña con Gordillo, pues ésta llegó a Los
Pinos con un poder disminuido. Primero, con un secretario de Educación Pública
que no pudo vetar. Segundo, con una subsecretaria de Educación Básica que no
era ni su familiar ni empleada sino una académica crítica que pensaba que “el
gran problema del rezago de la educación en México se debía al pacto
corporativo” que mantenía el SNTE con el gobierno. Tercero, Gordillo arribó ya
sin puestos gubernamentales importantes, con sus respectivas partidas
presupuestales y puestos de trabajo, controlados por aliados suyos en
instituciones tan importantes como el ISSSTE y la Lotería Nacional. Así entró
la maestra el viernes pasado a negociar con el Presidente. Supongo, en este
sentido, que fue Peña el que dictó los términos de la negociación y no al revés
como en el pasado. Eso no es una lucha libre sino una nueva manera de negociar
por parte del gobierno.
Ahora
bien, tampoco lancemos las campanas a vuelo antes de tiempo. Como bien dice
Carlos Loret, Gordillo “tiene experiencia en eso de jugar dobles juegos. Puede
estar en público apoyando la iniciativa, pero frenándola en privado. Habrá que
estar al pendiente de las señales, pues puede obstaculizarla de diversas
maneras”. Efectivamente, pero, por lo pronto, el mensaje es que su poder va a
la baja. O para ser más precisos: que el gobierno quiere regresarla al lugar
donde le corresponde estar: defendiendo los intereses sindicales de los
maestros, no administrando la educación del país, mucho menos otras
instituciones gubernamentales. Twitter: @leozuckermann
Publicado
en Excélsior
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