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lunes, 3 de diciembre de 2012


Reforma educativa
Por Raymundo León.

En el sector magisterial reina el silencio. Hasta ahora, nadie ha hecho algún comentario con respecto de la reforma educativa propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto. Elba Esther Gordillo Morales, dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, prefirió evadir el tema el mismo sábado. Incluso ha declinado ofrecer algún comentario con relación a la designación de Emilio Chuayffet Chemor como secretario de Educación Pública.

La reforma, apuntan algunos, es lo que el país necesita en el renglón educativo. Con ella se alcanzará el desarrollo educativo que se ha deseado para México desde hace muchos años.

Ya se verá si los sindicatos magisteriales permitirán que se les quite la influencia que tienen en la asignación de las plazas. Ya se verá seguramente en los próximos días cuál será el posicionamiento de cada uno de ellos y en qué medida la reforma anunciada afecta a los trabajadores de la educación.

En su séptima decisión, Enrique Peña Nieto anunció al país lo siguiente:

“Ha llegado el momento de la Reforma Educativa. Una nación basa su desarrollo en la educación. El capital humano es la base del desarrollo y progreso de un país; ésta es la razón por la que corresponde al Estado la rectoría de la política educativa.

“Atendiendo a esta responsabilidad, en los siguientes días, enviaré al Congreso de la Unión la iniciativa para reformar el Artículo Tercero Constitucional y, en su momento, la subsecuente Reforma a la Ley General de Educación.

“Con esta reforma educativa, se establecen las bases para el Servicio Profesional de Carrera Docente. Habrá reglas claras y precisas, para que todo aquel que aspira a ingresar, permanecer y ascender como maestro, director o supervisor, lo haga con base en su trabajo y sus méritos, garantizándoles plena estabilidad laboral.

“De aprobarse la reforma por el Constituyente Permanente, dejará de haber plazas vitalicias y hereditarias en el Sistema Educativo Nacional.

“Esta reforma, también incluye la creación del Sistema Nacional de Evaluación Educativa, que identificará, de manera objetiva e imparcial, las necesidades de mejora de maestros, directores, supervisores, escuelas y autoridades.

“Adicionalmente a la reforma, he instruido al secretario de Educación Pública solicitar al INEGI la realización de un censo de escuelas, maestros y alumnos. “Esta información, que hoy no se tiene, será la base de datos necesaria para lograr una operación más eficiente y transparente del sistema educativo de nuestro país”. Hasta aquí el mensaje del nuevo presidente.

El país requiere de una reforma educativa que impulse a México a dejar los últimos lugares en lo que se refiere a desempeño escolar. Requiere que quienes estén en las aulas sean verdaderos maestros comprometidos con la educación, con los niños y jóvenes y ello solamente se acabará dando oportunidad de aspirar a una plaza a quienes verdaderamente sienten el llamado del magisterio.

Seguramente en los días por venir habrá mucho qué decir en el tema. Por lo pronto, el magisterio todo guarda silencio.

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