La responsabilidad
social de las universidades
JUAN JOSÉ
BARRIENTOS /
Dentro
del programa del Coloquio de Otoño que se celebra en Xalapa en estos días, hay
una mesa de rectores sobre “La responsabilidad social de las universidades” en
la que participarán José Narro (UNAM), Yoloxóchitl Bustamante (IPN), Enrique
Fernández Fassnacht (UAM) y Raúl Arias Lovillo (UV).
Por eso
me parece oportuno recordar que las universidades tienen como funciones básicas
la producción y transmisión de conocimientos, es decir la investigación, la
enseñanza y la difusión científica y cultural.
Desafortunadamente,
su labor en este campo resulta entorpecida por la tendencia de los escritores
mexicanos a formar grupos – mafias, en realidad – que controlan revistas y
editoriales para promoverse, excluyendo a otros colegas suyos.
Yo, por
ejemplo, empecé a colaborar con la revista Casa del Tiempo desde que la dirigía
Evodio Escalante y lo seguí haciendo cuando estuvo a cargo de Espinasa, Piña
Willisams y otras personas; en el periodo en que la dirigió Víctor Alarcón me
publicaron seis artículos, aunque no lo conocía yo y nunca llegué a verlo. Sin
embargo, desde que lo remplazó Bernardo Ruiz no me han vuelto a publicar nada.
Desde un
principio lo noté renuente a publicar mis textos, pues me rechazó un texto que
había leído como ponencia en un congreso sobre el Sistema Nacional de
Investigadores que se realizó en Querétaro y que envié por eso a La jornada
semanal donde se publicó en agosto.
Por otra
parte, le pregunté a Laura Gómez Durán si no me podría reeditar alguno de mis
libros, originalmente publicados por el Conaculta, la UNAM y el
InstitutoVeracruzano de Cultura, y ella me comentó que trabajaba en la UNAM
cuando se publicó mi libro Ficción-historia y me pidió que le enviara
ejemplares. Desafortunadamente, luego me dijo que Bernardo me iba a contestar,
y él en efecto me envió un oficio fechado el 15 de junio, donde me informa que
“La política de la presente gestión implica privilegiar trabajos inéditos de
autores jóvenes y de nuestros académicos de Ciencias Sociales y Humanidades por
encima del rescate de títulos ya publicados”.
Debido a
eso le pedí a la oficina de transparencia, la lista de los libros aceptados ese
año por la UAM, y ahí aparece una obra de Marco Antonio Campos, quien más o
menos tiene mi edad y no trabaja en la UAM, por lo cual queda claro que lo
dicho por Bernardo Ruiz era puro cuento.
No me
sorprendió mucho porque, cuando estuvo en la dirección de literatura del INBA,
se negó a publicar mi libro Versiones, aunque el consejo técnico encabezado por
Raúl Renán lo aprobó y conservo el dictamen en que asegura que “el trabajo está
sustentado por una investigación bien documentada y el autor hace gala de
inteligencia y de conocimiento de los temas que trata, lo que hace una
verdadera instrucción en el género”.
Posteriormente,
mi libro lo publicó el Conaculta y ese año se mencionó entre los finalistas al
Premio Villaurrutia.
Ahora, de
nueva cuenta me bloquea Bernardo, y yo ya le informé al rector de la UAM, que
me prometió integrar un consejo editorial para revisar el caso, pero no he
vuelto a saber nada del asunto.
Las
universidades deben mantenerse abiertas y no limitarse a publicar los textos de
sus propios investigadores y una camarilla.
Hay que
oír qué dice hoy el rector sobre la responsabilidad social de las
universidades. Publicado en La Jornada Veracruz
No hay comentarios:
Publicar un comentario