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lunes, 3 de diciembre de 2012


La responsabilidad social de las universidades
JUAN JOSÉ BARRIENTOS /

Dentro del programa del Coloquio de Otoño que se celebra en Xalapa en estos días, hay una mesa de rectores sobre “La responsabilidad social de las universidades” en la que participarán José Narro (UNAM), Yoloxóchitl Bustamante (IPN), Enrique Fernández Fassnacht (UAM) y Raúl Arias Lovillo (UV).

Por eso me parece oportuno recordar que las universidades tienen como funciones básicas la producción y transmisión de conocimientos, es decir la investigación, la enseñanza y la difusión científica y cultural.

Desafortunadamente, su labor en este campo resulta entorpecida por la tendencia de los escritores mexicanos a formar grupos – mafias, en realidad – que controlan revistas y editoriales para promoverse, excluyendo a otros colegas suyos.

Yo, por ejemplo, empecé a colaborar con la revista Casa del Tiempo desde que la dirigía Evodio Escalante y lo seguí haciendo cuando estuvo a cargo de Espinasa, Piña Willisams y otras personas; en el periodo en que la dirigió Víctor Alarcón me publicaron seis artículos, aunque no lo conocía yo y nunca llegué a verlo. Sin embargo, desde que lo remplazó Bernardo Ruiz no me han vuelto a publicar nada.

Desde un principio lo noté renuente a publicar mis textos, pues me rechazó un texto que había leído como ponencia en un congreso sobre el Sistema Nacional de Investigadores que se realizó en Querétaro y que envié por eso a La jornada semanal donde se publicó en agosto.

Por otra parte, le pregunté a Laura Gómez Durán si no me podría reeditar alguno de mis libros, originalmente publicados por el Conaculta, la UNAM y el InstitutoVeracruzano de Cultura, y ella me comentó que trabajaba en la UNAM cuando se publicó mi libro Ficción-historia y me pidió que le enviara ejemplares. Desafortunadamente, luego me dijo que Bernardo me iba a contestar, y él en efecto me envió un oficio fechado el 15 de junio, donde me informa que “La política de la presente gestión implica privilegiar trabajos inéditos de autores jóvenes y de nuestros académicos de Ciencias Sociales y Humanidades por encima del rescate de títulos ya publicados”.

Debido a eso le pedí a la oficina de transparencia, la lista de los libros aceptados ese año por la UAM, y ahí aparece una obra de Marco Antonio Campos, quien más o menos tiene mi edad y no trabaja en la UAM, por lo cual queda claro que lo dicho por Bernardo Ruiz era puro cuento.

No me sorprendió mucho porque, cuando estuvo en la dirección de literatura del INBA, se negó a publicar mi libro Versiones, aunque el consejo técnico encabezado por Raúl Renán lo aprobó y conservo el dictamen en que asegura que “el trabajo está sustentado por una investigación bien documentada y el autor hace gala de inteligencia y de conocimiento de los temas que trata, lo que hace una verdadera instrucción en el género”.

Posteriormente, mi libro lo publicó el Conaculta y ese año se mencionó entre los finalistas al Premio Villaurrutia.

Ahora, de nueva cuenta me bloquea Bernardo, y yo ya le informé al rector de la UAM, que me prometió integrar un consejo editorial para revisar el caso, pero no he vuelto a saber nada del asunto.

Las universidades deben mantenerse abiertas y no limitarse a publicar los textos de sus propios investigadores y una camarilla.

Hay que oír qué dice hoy el rector sobre la responsabilidad social de las universidades. Publicado en La Jornada Veracruz

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