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jueves, 6 de diciembre de 2012


Los humanos se dividen en creyentes y pensantes, señala Fernando Savater
Juan Carlos Talavera

La primera labor de una educación democrática es formar personas capaces de persuadir y de ser persuadidas. Sin embargo, no existe nada más mezquino y corruptor que esos viejos que se pasan la vida alabando a los jóvenes, señaló ayer el filósofo y escritor Fernando Savater, quien se presentó ante mil 500 estudiantes en la sala Nezahualcóyotl.

Esos son los verdaderos corruptores de la juventud y son lo contrario de la educación. “La educación es resistencia y los educadores estamos para mostrarle a los jóvenes que el mundo no se inicia con ellos, sino que el mundo ya cuenta con ciertas necesidades, exigencias, ciertas tradiciones, mitos y problemas”, aseveró durante su conferencia Ética con urgencia, horas antes de partir a la ciudad de Madrid.

Ante una sala casi llena, el filósofo nacido en San Sebastián (1947) manifestó su emoción al ver tanta gente joven, lo que calificó como “una muestra más de esa insólita generosidad y amistad que siempre he encontrado en este país desde hace casi 35 años”.

Savater es considerado el principal divulgador de la filosofía en todo el mundo y en su opinión, los educadores son quienes deben “encanar ese rostro, a veces cruel, del mundo ante los jóvenes que llegan creyendo que todo es posible”, y reconoció que se trata de una labor complicada y a veces desagradable.

Durante la charla – a la que se sumó la escritora Rosa Beltrán, de la Dirección de Literatura de la UNAM, como interlocutora–, también refirió el tema de las redes sociales frente a la intimidad; las protestas y sus necesarias propuestas, explicó que hasta hoy todos sus libros son semillas en el grado más elemental de una escalera larga difícil, que permiten el acceso a obras más importantes que las suyas.

AL SUDARIO. Para el autor de Ética para Amador y El valor de educar, los seres humanos se dividen fundamentalmente en creyentes y pensantes. Los creyentes, aseveró, se pueden dar el lujo de creer lo mismo desde la cuna hasta el sudario, sin embargo los pensantes cambian constantemente de forma de pensar.

“Los pensantes evolucionan en su forma de pensar y aceptan las novedades, se equivocan, sacan conclusiones de su equivocación y modifican su pensamiento y en eso no hay ninguna humillación”.

Ese es el orgullo de un ser pensante, añadió, pues quien es capaz de reconocer sus errores cambiar su forma de pensar, pero para eso, se debe enseñar al ser humano a argumentar y entender razones.

RACIONAL. Los seres humanos somos racionales, afirmó el pensador, capaces de encontrar el mejor instrumento y el mejor método para llegar a un fin determinado. Pero la dificultad está en ser razonables, ya que el mundo está lleno de gente racional, pero parece lo contrario porque pocos son razonables.

¿Cómo entender esta paradoja? Es simple, detalló, ya que por la vía de lo racional es posible resolver problemas técnicos, científicos, buscar un lugar confortable dónde vivir, comodidades y todas esas herramientas técnicas que llevamos en el bolsillo.

“Todo eso forma parte de nuestra racionalidad y de lo bien que nos entendemos con los objetos. El problema es que nosotros y los demás somos sujetos, y ahí es donde empieza el problema porque es más difícil ser razonable que ser racional”.

Sin embargo, reconoció que no existen ‘moralómetros’ que midan cuánta moral hay en cada época del ser humano. Y que si se repasa la historia y la literatura, no ha existido una época en que la moral haya predominado. “Todas las obras literarias, filosóficas, religiosas no hacen más que quejarse de que ese tiempo es especialmente malo”. Publicado en Crónica de hoy.

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