Una
sociedad con violencia permanente y falta de límites genera víctimas y
victimarios
Estudiantes de secundaria
entablan con sus pares relaciones de dominio y sumisión
Centrar
el acoso sólo en la dimensión escolar es minimizar el problema, advierte
experta
Emir
Olivares Alonso
La
falta de límites entre los jóvenes y una sociedad caracterizada por la
violencia permanente y cotidiana son dos de las principales causas por las que
estudiantes de secundaria entablan relaciones de dominio y sumisión entre
ellos.
Este
problema, afirmó Nelia Tello, académica de la Escuela Nacional de Trabajo
Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México, se agudiza por el
contexto generalizado de ilegalidad e inseguridad que enfrenta el país.
Cifras
arrojadas por encuestas y análisis muestran que los adolescentes son
victimarios o víctimas de violencia entre sus pares. Un reporte del Instituto
Nacional de Evaluación en Educación indica que entre los alumnos de secundaria
en el país, 14.1 por ciento afirmó que ha sido lastimado físicamente por otro
compañero o grupo de alumnos, 13.6 dijo que recibe burlas constantes de sus
colegas y 13.1 ha recibido amenazas de otro estudiante o grupo, mientras 43.6
indicó que le han robado algún objeto o dinero en la escuela.
Un
informe sobre violencia de género en educación básica editado por la Secretaría
de Educación Pública y Unicef reporta que 44.6 por ciento de las alumnas de
secundaria señalan que en los dos años recientes han recibido agresiones
físicas, 19.7 han sido agredidas por una compañera, 22.7 por un compañero, 2.5
por un maestro y 2.6 por una maestra.
La
investigadora apuntó que en todos los grupos existe un individuo en el que
recaen burlas, ataques y agresiones, fenómeno social que se reproduce en las
aulas. Sin embargo, al sólo abordar el acoso entre pares, la dimensión escolar
se minimiza a un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser
tratados por especialistas y no hay que estigmatizar o criminalizar a los
jóvenes, recomendó.
Las
secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo del
Distrito Federal representan los puntos más conflictivos, aseguró Tello, quien
ha trabajado una década en este ámbito.
Los
jóvenes generan violencia porque viven en un mundo así, desigual, que impone el
deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia no
conseguirlos. La agresión en espacios escolares es recreada a partir del
entorno social.
A
esto hay que sumar los conflictos generados por el tráfico de drogas y la
proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Es urgente
trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de
aprendizaje o que son poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre
cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la
deserción, enfatizó.
Los
procesos de enseñanza se dificultan en comunidades permeadas por este ambiente,
y ante la falta o aplicación inconsistente y arbitraria de límites a las
conductas y actos juveniles.
Profesores,
cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a
partir de amenazas. Sólo en una de cada cuatro ocasiones, éstas se cumplen,
según testimonios recabados en planteles de las delegaciones de Iztapalapa,
Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán. Publicado en La Jornada
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