Perfilando una nueva Universidad
Por: Gino
Raúl De Gasperín Gasperín*
Los
analistas en los medios de comunicación y académicos sostienen que la sociedad
del conocimiento es el perfil del mundo actual, y que un país que no invierte
en educación, en investigación, en cultura, en ciencia y tecnología, es un país
condenado al sótano del subdesarrollo, precisamente en donde está nuestro país.
Aclaro, no en el volumen de su economía, que es alto, sino en la inversión y la
producción científica y tecnológica.
Cuando
escribo este artículo sobre algunas de las deficiencias o, mejor, de lo que
debe tomarse en cuenta para redefinir el rumbo de la UV y pergeñar el perfil
del próximo rector, tengo ante mí el informe de la Red de Oficinas de
Transferencia de Resultados de Investigación (red OTRI) del año 2011,
recientemente publicado. Este documento informa, específicamente, los
resultados de la actividad de 65 Universidades Españolas (47 públicas) en
Investigación y Transferencia de Conocimiento en ese año.
Veamos
algunos datos:
El gasto
universitario en investigación en 2011 alcanzó los 3,2 millones de euros, que representa
el 31,2% del presupuesto ejecutado por las universidades españolas. El 50% del
gasto es financiado por los presupuestos generales de las universidades, así
como de los programas propios de investigación. En el conjunto de las
universidades, la investigación, medida en términos de gasto, supone
aproximadamente un tercio del presupuesto total ejecutado.
El origen
de los fondos con los que se realiza la actividad investigadora universitaria
aporta otro rasgo sobre la orientación de la misma, en lo que respecta a su
perfil para contribuir a la transferencia de conocimiento. Según el informe, un
37% del gasto procede de financiación pública específica, frente al 39% del año
anterior, mientras que un 50% lo constituyen recursos propios (también de origen
público en la mayor parte de las universidades). Esta pérdida de financiación
pública específica, compensada un año más por el aumento en los recursos
propios, se deriva, probablemente, de la situación de crisis que sufre la
economía española. Como se aprecia, en lugar de gimotear porque el gobierno
escatima recursos, se buscan más ingresos propios.
El gasto
por cada unidad de personal docente investigador fue, en 2011, de 29,400 euros.
En el
2011, las universidades consiguieron casi 11 mil subvenciones para formación,
contratación y movilidad de investigadores, un aumento del 46% respecto al año
anterior, y de esas subvenciones, el 50% fue con recursos propios de las
universidades.
Ahí están
los recursos económicos. Ahora veamos un poco de los resultados (outputs), para
que se compruebe que, en educación, no hay gasto sino inversión:
Las
publicaciones en revistas indexadas por el ISI en 2011 han sido 36,129, un 16%
más que en el año anterior y las tesis leídas, 7,324, han supuesto el mismo
aumento. Estos datos, obtenidos de la plataforma WOK (plataforma formada por
una amplia colección de bases de datos bibliográficas, citas y referencias de
publicaciones científicas de un amplio rango de disciplinas), tienen, sin
embargo, un marcado sesgo hacia las disciplinas técnicas y experimentales y,
por ello, quedan excluidas las áreas de humanidades y ciencias sociales.
Otro
aspecto muy importante es la Transferencia de Conocimiento en actividades
científicas, técnicas o artísticas contratadas por empresas, como
asesoramiento, estudios, los servicios de apoyo técnico o los servicios de
laboratorio, que permiten acceder a la capacidad instalada en la universidad y
obtener de ella derechos de explotación sobre conocimiento nuevo o información
especializada relevante para los procesos de innovación social y económica, así
como proyectos de investigación en colaboración universidad-empresa, cátedras
universidad-empresa, etc.
El
informe revela que las universidades captaron recursos por ese medio en el
orden de los 556 millones de euros en 2011, una disminución de 78 millones por
la crisis económica. El 61% de las empresas que contratan estos servicios a las
universidades son de la misma comunidad autónoma, el 32% del resto de España,
el 5% del resto de la UE y el 2% del resto del mundo.
En cuanto
a las patentes y otras formas de protección del conocimiento, por ejemplo, en
cuanto al software que se protege mediante derechos de copia, en el año 2011
las universidades españolas recibieron 1,282 comunicaciones (o solicitudes) de
invención (una subida del 11%), y de ellas logtraron la solicitud de patente de
612, y la extensión internacional de 351 patentes. De las solicitudes de
patentes, lograron el registro nacional de 385, el europeo de 21 y el
internacional de 19. En total, las universidades españolas tienen en su haber
3,697 familias de patentes o solicitudes, cuyos trámites les han costado 2,9
millones de euros, de los cuales ellas han sufragado con recursos propios el
68%.
De otros
materiales, han protegido 259 programas de software, 90 marcas registradas, 4
materiales biológicos, vegetales y microorganismos, y 124 transferencias de
materiales, o sea, productos de investigaciones.
En cuanto
a las licencias de patente, propiedad de las universidades, estas hicieron 230
contratos, entre los cuales destacan: 11 materiales biológicos, 67 software, y
131 patentes. Las licencias de patentes les generaron 1.423 millones de euros,
y las otras licencias un total de 1.020 millones de euros. Otro rubro
importante es la creación de 111 spin-off académicos, frecuentemente llamados
también en España Empresas de Base Tecnológica (EBT), que son empresas
generadas para explotar los resultados de la investigación universitaria.
Aunque son empresas nuevas y de alto riesgo, su supervivencia es de un 93 en el
último lustro, lo cual es un resultado excelente. Compare usted este dato con
las “empresas” que sobreviven en el programa Emprendedor del TEC.
He
extractado estos datos del informe, porque permiten ver con bastante claridad
la enorme importancia que debe representar para las universidades todas,
oficiales o particulares, los rubros de la investigación, la generación del
conocimiento y su transferencia a la comunidad. No podemos olvidar que estos
son dos de los rubros básicos del trabajo universitario, al que se añade el de
la docencia.
Sin duda,
para los universitarios y, correlativamente, para sus autoridades, la
generación de conocimiento y su transferencia a la comunidad deben ser parte de
un serio y concienzudo proyecto al que se debe dar la máxima prioridad, y dejar
a un lado otras cosas que más bien distraen de la misión esencial de una casa
de estudios superiores.
¿Podrá
servir esto para perfilar otro rumbo, por ejemplo, a la UV?
*Academia
Mexicana de la Educación. grdgg@live.com.mx
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