Postgraduados sin futuro
Editorial El
Universal
Mucho se ha
insistido en que la educación es el pilar del desarrollo nacional,
y que la educación superior en todas las ramas, pero
especialmente en ciencias, pondrá a México
entre los países miembros de la sociedad del
conocimiento, lo que nos garantizaría
mejores niveles de
crecimiento y desarrollo.
Sin embargo, un
estudio de la Asociación Nacional de Universidades e
Instituciones de Educación Superior (ANUIES) hace que detengamos
en seco esta aspiración, frente a la realidad de que aun
cuando no tenemos el número de profesionistas de alto nivel
que se requieren para mover al país hacia adelante, tampoco hay los
puestos de trabajo necesarios para recibirlos, ni la capacidad económica
para recompensarlos.
Durante la última
década en México la tasa de universitarios
desempleados pasó de 1.9% a 4.3% del total de
profesionistas en el país.
La “sobrecalificación”
que alcanzaron los jóvenes, incluso con estudios de maestría
y doctorado, frente a la oferta de trabajo y la elevada cantidad de
profesionales en áreas tradicionales provocaron además
que los salarios para este sector tuvieran un gran deterioro.
Esto nos obliga a
replantear lo que estamos haciendo en materia de educación
superior y a revisar si la orientación vocacional está
sirviendo para en verdad armonizar las aspiraciones personales de los
estudiantes con lo que el país necesita. Tenemos que preguntarnos si
la matrícula nacional no se está
desequilibrando hacia el lado de carreras ya sobresaturadas, mientras que se
quedan sin masa crítica estudiantil las carreras que el país
más necesita y que ofrecen mejores condiciones laborales.
Asimismo, urge
validar la densidad de matrícula con lo que el mercado de trabajo
está pagando, porque existe en el país
la tendencia hacia un constante deterioro de los sueldos y prestaciones
laborales, lo que lejos de premiar el esfuerzo educativo de nuestros mejores
estudiantes, fomenta la fuga de cerebros y el subempleo.
Son lamentables los
casos en los que universitarios postgraduados se dedican a empleos y oficios
muy por debajo de lo invertido en ellos por parte del Estado. Si no somos
capaces de aprovechar nuestro talento, difícilmente saldremos adelante como país. Publicó
El Universal
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