SNTE: a la basura las prioridades
Por
Wenceslao Vargas
Culminó
el Congreso Nacional del SNTE. Los maestros seguimos sin conocer las finanzas
nacionales de nuestro sindicato. En vez de hacerlo por escrito sobre ocho años
(2004-2012) hubo un informe verbal sobre los dineros de los últimos diez meses
del año en curso. ¿Qué sigue? ¿esperar ahora seis años para conocer de nuevo
algo sobre el tema financiero?
Cancelada
la transparencia sindical sigue el derroche del dinero colectivo. La
construcción de la Ciudad de la Innovación está en marcha en el Distrito
Federal. Su construcción demorará 2 años y se establecerá en un predio de 4
hectáreas, propiedad del SNTE, en la delegación Cuajimalpa. Llama la atención
que se mencionara que el edificio estaría “volando” sobre el suelo, en donde se
dejarán los jardines que actualmente tiene el terreno, teniendo únicamente 2
puntos “mínimos” de apoyo sobre la tierra: justo com la megalomanía que la
sostiene.
Juan
Díaz, secretario general del CEN, aseguró que los maestros tienen derecho a
pensar en grande y negó que el proyecto de la Ciudad de la Innovación sea una
obra faraónica. “Los maestros tenemos derecho a un proyecto como éste”,
expresó. No es el punto que lo merezcamos o no sino saber cuánto cuesta y cómo
será pagado pero –desafortunadamente- no tenemos derecho a saber ni a
preguntar. Se han anunciado todos los detalles pero nada acerca del
financiamiento. De ese tamaño es la incongruencia. Pero debemos ir a la
pregunta: ¿Hay otras prioridades en la que debería estar ocupada la sempiterna
dirigencia nacional del SNTE? Abundan los casos que deben estar por encima de
la Ciudad de la Innovación.
Uno de
ellos es resolver la rezonificación de los trabajadores agrupados en la
Educación Media Superior, lo que significa nivelar la diferencia salarial del
20% existente entre tabuladores salariales de trabajadores ricos y trabajadores
pobres. Un cuarto de siglo de mando unipersonal, pleno, omnímodo, al frente del
SNTE, no ha servido para resolver esta problemática nacional. (Sin eficacia en
lo laboral, ese omnipotente poder ha servido también para impulsar o sostener a
gobernadores y candidaturas presidenciales y para crear –incluso- un partido
político que nos hace rememorar, por su sorprendente paralelismo, a Luis
Morones, a la CROM de lo años veinte y al Partido Laborista Mexicano. Morones
tenía incluso un grupo hegemónico interno, el Grupo Acción).
Invertidas
las prioridades, el tema del mejoramiento salarial de los agremiados ha quedado
olvidado o cancelado y es por eso que no se puede ver la nueva relección –ahora
sexenal- de la Presidencia del SNTE sino como una preocupación por seis años
más de abandono en el tema de la rezonificación. A ese desdén por la mejoría
salarial debemos sumar el desdén por todo tipo de autocrítica. El poder
absoluto desquicia absolutamente. ¿Cómo deberíamos recordar a esta dirigencia
nacional que se eternizó en el cargo y que se preocupa por lo que diga la
posteridad creando la Ciudad de la Innovación que ‘flota sobre el suelo’ pero
no se preocupa por el ingreso salarial?
Lo que
parece es que en el SNTE ya no tenemos cómo regresar a nuestros orígenes y en
comparación cualquier exceso de Jonguitud queda rebasado y perdonado. Si bien
no hay (hasta hoy) una fotografía del presidente electo Peña con la presidenta
del SNTE, lo que parece es que todo los
ocurrido con las (re)elecciones gremiales de ferrocarrileros, petroleros y
maestros cuenta con el aval del nuevo régimen. Pero la dirigencia nacional del
SNTE lo que prueba es que su prioridad seguirá siendo el partido político
creado y la creación de la Ciudad de la Innovación que es como fundar la
faraónica Menfis en el delta del milenario Nilo.
Inicuamente,
lo salarial y prestacional no es lo prioritario. Las que deben ser nuestras
verdaderas prioridades se han ido definitivamente a la basura.
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