Signos preocupantes de que el gobierno de
Peña Nieto optará por la continuidad: expertos
Fue el sexenio de la guerra y el asedio contra la educación pública
Especialistas de larga trayectoria en
estudios de educación en México realizan un diagnóstico de las acciones
educativas que en seis años profundizaron el deterioro del sistema
Karina Avilés
En el sexenio de Felipe Calderón se
desarrolló una guerra contra la educación pública y una persecución de
maestros, sostiene el especialista César Navarro. Sus pares Ángel Díaz Barriga
Hugo Casanova y Catalina Inclán advierten que el instrumento central para
imponer una serie de reformas fallidas y regresivas con el disfraz de mejora de
la calidad fue la evaluación –una especie de Frankenstein o metástasis
cancerígena– con graves secuelas: el ingreso del empresariado que ahora disputa
la orientación de la enseñanza pública.
Con una extensa trayectoria en estudios sobre
educación en México, observan signos preocupantes de que el gobierno de Peña
Nieto optará por la continuidad, por lo que le exigen que antes de tomar una
decisión, analice si todos los programas merecen seguir como lo pregonan los
funcionarios calderonistas.
En víspera del cambio de gobierno, los
expertos destacan que es momento de terminar de raíz con el mal arreglo
político que existe en la relación entre la Secretaría de Educación Pública
(SEP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Si este sexenio mostró de manera impúdica,
como nunca antes lo había hecho, cómo es la relación con el SNTE, es momento de
decir que un presidente tendría que arriesgarse a pagar los costos políticos de
reordenar esa relación jurídicamente”, apunta el investigador emérito de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ángel Díaz Barriga.
En una plática conjunta con La Jornada, los
investigadores realizaron un diagnóstico de las acciones educativas en los
recientes seis años, en los cuales –coinciden– se profundizó el deterioro del
sistema educativo, a partir de un modelo que viene de tiempo atrás, en el que
se renuncia a la idea de la educación como un ejercicio de pensamiento y de
emancipación para continuar con una visión que responde a una República de
Indicadores –en definición de Hugo Casanova, o a una dictadura de la
evaluación, en opinión de César Navarro– en la que el objetivo no es formar
ciudadanos, sino que los números cuadren.
Así, con tres cambios de secretarios sin
conocimiento experto del sector, un eje productivista y un sexenio efectista,
como lo califica Díaz Barriga, el gobierno del PAN implementó una serie de
reformas y programas, cobijados bajo la Alianza por la Calidad de la Educación
(ACE), pactada con la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo en 2008.
Acuerdo que fue más allá de las fronteras educativas y que tuvo que ver con las
retribuciones, deudas y pagos mutuos de favores entre Calderón y Gordillo, enfatiza
César Navarro, profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional y
del Instituto Mora.
Ni los maestros se reconocieron en la
estructura de la ACE, porque pasó por encima de ellos, señala la investigadora
del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de
la UNAM, Catalina Inclán.
De ese arreglo que se convirtió en el
programa de educación de este sexenio, surgieron una serie de modificaciones.
Una fue la evaluación universal, la cual, en opinión de Navarro, introdujo la
reforma laboral a la educación sin necesidad de alterar la Constitución ni la
Ley General de la Educación. Otro cambio fue el examen para obtener una plaza,
instrumento que no sirve para reclutar a los mejores, como dijo la SEP; sin
embargo, se ha utilizado para eliminar a los egresados del normalismo público,
apunta.
Programada en la gestión de la entonces
secretaria del ramo, Josefina Vázquez Mota, y bajo la dirección del entonces
subsecretario de Educación Básica y yerno de Gordillo, Fernando González
Sánchez, el gobierno introdujo en 2009 la reforma de primaria en la que se
eliminó la conquista de México y los tres siglos de dominio y colonialismo
español en los libros de texto gratuito (La Jornada, 24/8/09).
Las limitaciones en los contenidos de estas
asignaturas ilustran la concepción de la educación y del modelo panista de
formar trabajadores antes que personas, lo cual se corresponde con un gran
proyecto transexenal que amenaza con reproducirse en el próximo régimen, alerta
el investigador del IISUE, Hugo Casanova.
A esto, Catalina Inclán añade que este
reforma tuvo razón de ser en el contexto de los cambios ocurridos antes, en
prescolar y secundaria. No obstante, cuando se analiza la reforma de primaria,
a la luz de las transformaciones en los otros dos niveles, se identifican una
serie de incoherencias internas, pues, entre otras cosas, se construyeron por
grupos diferentes pequeños reinos entre sí que operaron de manera aislada.
Así, la primera generación de la reforma de
educación básica –de prescolar a secundaria– saldrá en 2018 y ni siquiera
existe un estudio de seguimiento que pueda dar elementos para saber qué
funcionó o qué falló, lamenta.
El instrumento fundamental para realizar
todas estas acciones fue la llamada evaluación, una verdadera metástasis
cancerígena que ha permeado desde prescolar hasta nivel superior, lamenta César
Navarro.
Para Díaz Barriga, con ese tipo de
evaluación, que no lo es, avanzó un “monstruo, un Frankenstein, sin que exista
una discusión de qué es evaluar”, por ello es que Hugo Casanova subraya la
necesidad de cambiar la política de simulación evaluadora, construir un esquema
que fortalezca los factores sustantivos de la educación y se deje de
culpabilizar a los maestros, a los padres y a los estudiantes.
Los efectos de estas reformas y acciones,
dicen los estudiosos, van desde una formación muy elemental que quizás no sirva
ni para la preparación del trabajo; la eliminación de la mística magisterial;
la expropiación de aquellas experiencias escolares que reivindican lo local y
se vinculan con la comunidad; así como inocular a los estudiantes para evitar
que mantengan su deseo de continuar en el sistema educativo o valoren la
enseñanza como elemento central de su vida. Sin embargo, aclaran que son las
políticas educativas las que están en tela de juicio, pues la educación
mexicana no es un territorio perdido, ya que hay maestros, alumnos y padres
comprometidos con la enseñanza.
El regreso del empresariado y la Iglesia a la
escuela
En el momento en que se carece de una
política educativa clara y consistente surgen otros actores, porque hay un
espacio político por llenar. Esto explica el ingreso del empresariado a la
educación pública, señala Casanova.
Durante esta administración los grupos
empresariales y sus fundaciones, como Mexicanos Primero, de Televisa, se
vuelven entendidos en educación y dicen a todos qué es lo que se tiene que
hacer, observa.
Los expertos coinciden en afirmar que este
gobierno fortaleció la presencia de dichos actores, lo cual ha producido un
daño a la escuela pública, porque los empresarios no entienden los propósitos
de la enseñanza que imparte el Estado, sino que buscan imponer un modelo de
educación afín a ellos y a sus intereses.
Hugo Casanova y César Navarro precisan que en
este sexenio no sólo se profundizó el protagonismo de la iniciativa privada,
sino de las organizaciones conservadoras de padres de familia y de los
representantes confesionales. La Iglesia está regresando a la escuela, advierte
Casanova.
César Navarro afirma que éste ha sido el
sexenio de la guerra y del asedio contra la educación pública. Para Ángel Díaz
Barriga, fue una tomadura de pelo y una constante el poner en entredicho a la
escuela pública, mientras Catalina Inclán sostiene que esta administración no mostró
una sola idea creativa arraigada en la escuela mexicana, pues muchas de las
acciones fueron dictadas por los organismos internacionales. Definitivamente,
remata Hugo Casanova, éste no fue el sexenio de la educación.
Publicado en La Jornada
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