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lunes, 15 de abril de 2013



Los maestros, de regreso a las aulas
Víctor Beltri

Las imágenes se repiten cada vez con más frecuencia. Los maestros toman las carreteras y se aprestan al combate. En una mano, una pancarta llena de faltas de ortografía. En la otra, una bomba molotov, un tubo, una piedra. Del otro lado, la policía se protege con escudos y se dispone a avanzar, entre llamados al diálogo y el temor, de la sociedad entera, de que la situación se salga de madre y se produzca una escena de violencia con muertos y lesionados, que podría escalar las cosas a niveles insospechados.

La situación es más compleja de lo que parece. A pesar de que gran parte de la opinión pública repudia lo que evidentemente es un ataque a las vías generales de comunicación, los maestros no pueden ser simplemente desalojados con violencia. Hay que dialogar, hay que asegurarse de que esto no volverá a suceder. El Estado de derecho debe de primar, y la gobernabilidad no puede ser comprometida con soluciones temporales.

Sin embargo, imaginemos por un momento que la problemática queda resuelta y, en este chantaje de índole más política que educativa, los maestros acceden a retirarse en paz, y regresar a las aulas, conformes con la solución alcanzada. Los salones de clase se llenan de estudiantes que necesitan prepararse y hacerse de las herramientas que les permitan enfrentarse a los retos que les planteará un futuro cada vez más complicado.

En este orden de ideas, ¿qué tipo de educación son capaces de brindar los maestros que hemos visto desafiar a la autoridades una y otra vez? ¿Cuál es el ejemplo para los niños que aprenden a resolver los problemas con chantajes y protestas? Y, lo que es más importante, ¿serán capaces estos niños de competir, dentro de unos años, con los jóvenes de otros países?

Todo individuo tiene derecho a recibir educación, afirma el Artículo Tercero de nuestra Constitución. La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia. ¿Cómo entienden, y viven, estos conceptos los maestros de nuestro país? ¿Hay amor a la Patria y respeto a los derechos humanos?

Sigue el Artículo Tercero. El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos. Por eso las negativas a ser evaluados, por supuesto. Dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Una lucha en la que el magisterio de Guerrero parece haber claudicado.

El Artículo Tercero en Guerrero es letra muerta: Además, será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, claro, la democracia se cumple siempre y cuando sea el resultado que conviene a sus intereses. Del mejoramiento económico, social y cultural, ni hablar, será nacional, en cuanto sin hostilidades ni exclusivismos atenderá a la comprensión de nuestros problemas, problemas que pretenden resolver con tubos y plantones, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, ajá, al aseguramiento de nuestra independencia económica por eso estrangular Acapulco en plenas vacaciones y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura, como queda demostrado con la calidad de sus argumentos y pancartas, contribuirá a la mejor convivencia humana, la bomba molotov como instrumento de convivencia, a fin de fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, ¿interés general de la sociedad? ¿qué es eso?, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos, y será de calidad, con base en el mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos. Fraternidad, igualdad de derechos, calidad, mejora constante, logro académico. ¿Quién les regala un diccionario?

Volvamos al ejemplo planteado anteriormente, en el que los maestros acceden a regresar a las aulas. Una mano se levanta, y formula una pregunta cualquiera: ¿Qué es la democracia? ¿Para qué sirve el Estado? ¿Por qué respetar las leyes? ¿Qué es el bien común? La respuesta que puedan dar los maestros guerrerenses se antoja escalofriante.

El problema actual con los maestros de Guerrero, o de Oaxaca, tiene una solución política. El problema a futuro que supone la mala calidad del magisterio, y su nulo compromiso con los postulados básicos de una educación competitiva, lamentablemente no. Regresar a esos maestros a dar clases es poner en riesgo el futuro de nuestro país. La reforma educativa, como ellos mismos lo han demostrado, es más que urgente.

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