El
Open Access a las revistas científicas y sus costos
SYLVIE
DIDOU AUPETIT
Recientemente
recrudecieron las discusiones en muchos países, incluyendo México, sobre el
Open Access, es decir, la puesta en línea de las revistas científicas. El tema no es nuevo: en
el área de las ciencias sociales en México, REDALYC tiene muchos años de
proveer a las comunidades interesadas las publicaciones del área, producidas en
español y portugués principalmente, sin
cobrar a los usuarios finales (académicos y estudiantes) las consultas. La Unión Europea hizo varios pronunciamientos
al respecto, introduciendo la cuestión en su agenda desde hace más de una
década. Universidades como Harvard fueron pioneras en la digitalización de sus
recursos docentes y de investigación y en su circulación libre. La
efervescencia actual no es entonces ligada a un fenómeno emergente sino
silenciosamente instalado pero de extensión y visibilidad crecientes.
Lo que sí
han cambiado son las condiciones de funcionamiento y las percepciones del Open
Access. La desmaterialización de los soportes editoriales, vía su suministro
electrónico, en efecto, no implica su circulación gratuita, como con ingenuidad
u optimismo se creyó ocasionalmente, sino una decisión acerca de quién paga. En
una circunstancia de crisis económica y de restricción de los recursos, esa
cuestión en el marco de las revistas en Open Acess cobra entonces una vigencia
inédita. Varios organismos que, en la etapa de bonanza económica que coincidió
con la de consolidación del Open Access, dieron subvenciones, las están
retirando u otorgándolas a la baja. La redistribución de los costos está, por
lo tanto, en el corazón de las discusiones en curso en las que participan, con
sus visiones e intereses particulares,
investigadores, tomadores de decisiones en el área educativa e
instancias directivas de las revistas científicas.
Los
investigadores abordan el tema, a partir de la suficiencia de los recursos (muchas veces escasos)
destinados a sustentar, desde las instituciones, agencias de apoyo a la ciencia
o gobiernos, la obtención y la difusión de los conocimientos científicos. Los
temas dominantes allí son si ellos son los que tienen que pagar para, primero,
publicar sus artículos o incluso obtener su dictaminación y, segundo, para consultar los materiales allí almacenados.
Las condiciones de consumo del conocimiento en Open Access inciden en efecto en
las estrategias para actualizar permanentemente el bagaje disciplinario y para
obtener citas, devenidas un indicador central
en la clasificación de los científicos y la acumulación de un capital de
prestigio profesional. Tienen además ramificaciones de tipo ideológico sobre la
libre circulación del conocimiento como bien público y la profesionalización de
los procedimientos de referee editorial.
Las
instituciones de investigación consideran como una cuestión a dirimir si apoyan
a sus investigadores en ese proceso particular de publicación o si lo dejan al
libre albedrío de los individuos. Si deciden respaldarlos, sus retos consisten
en calcular umbrales de inversión, para apoyar a los científicos con base en
criterios y para garantizar a los estudiantes y a los investigadores el acceso
a las revistas de mayor renombre en cada especialidad. Esas o bien ofrecen la
posibilidad de archivar o imprimir un número entero de la revista o bien un
sólo artículo. Brindan a las instituciones la oportunidad de adquirir paquetes
de revistas, cuyo costo es variable pero a veces elevado, sobre todo para los
países con grados bajos de desarrollo o instituciones con presupuesto limitado. Comprarlas supone
entonces definir estrategias de información científica para todos y de
aseguramiento de la calidad y abrir rubros específicos de gasto presupuestal.
Para organismos rectores en la ciencia, supone implementar acciones
compensatorias para garantizar un acceso equitativo a esos recursos a
instituciones con condiciones distintas de funcionamiento.
Los
directores de las revistas están interpelados no sólo por los modos de
suministro de los artículos sino por la sustentabilidad y legitimidad de sus
empresas editoriales. Pasar de un soporte de publicación en papel a uno virtual
implica procesos de formateo distintos
que a veces dificultan concretar una respuesta mitigada, frecuente en la década
pasada y consistente en combinar un tiraje
limitado en papel con una edición virtual. Asimismo, supone una
renegociación de la distribución de costos de inversión y beneficios entre
quiénes gestionan las publicaciones virtuales y quienes sostienen una revista
en particular, para que ambas empresas
sean viables económicamente y justificadas en sus ámbitos de incidencia.
Las posiciones al respecto suelen ser discordantes, tanto en el seno de los
consejos editoriales como para las revistas de una misma área disciplinaria,
que raras veces llegan a pronunciamientos compartidos.
Algunas
iniciativas, no obstante, merecen ser discutidas. Por ejemplo, ciertos
proveedores proponen tarifas degresivas para consultar las revistas en Open
Access, en función de la situación económica del país en donde el solicitante
está ubicado, utilizando clasificaciones del Banco Mundial. Tanto propuestas de
ese tipo como la recurrencia de las polémicas en relación al Open Access
implican que, más allá de la retórica, urge atender el asunto. En México, sería
importante organizar un debate para dilucidar inquietudes y preocupaciones de
los sectores afectados y elaborar una hoja de ruta para el diseño de políticas
públicas e institucionales. El Open Access llegó para quedarse: incidirá
fuertemente en los derroteros del que hacer científico, como todos los demás
mecanismos de rankeamiento, evaluación y
comercialización de la ciencia que han empoderado nuevas agencias,
nacionales e internacionales, en los
campos de la educación superior y la ciencia. La circunstancia es favorable
para que los investigadores asuman un liderazgo en esa discusión a través de
sus organismos asociativos (AMC o sociedades disciplinarias) o de instituciones
científicas con notoriedad. Sería bueno no desaprovechar esa oportunidad pero
¿Quién lo hará?
didou@cinvestav.mx
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