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jueves, 18 de abril de 2013


El Open Access a las revistas científicas y sus costos
SYLVIE DIDOU AUPETIT

Recientemente recrudecieron las discusiones en muchos países, incluyendo México, sobre el Open Access, es decir, la puesta en línea de las  revistas científicas. El tema no es nuevo: en el área de las ciencias sociales en México, REDALYC tiene muchos años de proveer a las comunidades interesadas las publicaciones del área, producidas en español y portugués  principalmente, sin cobrar a los usuarios finales (académicos y estudiantes) las consultas.  La Unión Europea hizo varios pronunciamientos al respecto, introduciendo la cuestión en su agenda desde hace más de una década. Universidades como Harvard fueron pioneras en la digitalización de sus recursos docentes y de investigación y en su circulación libre. La efervescencia actual no es entonces ligada a un fenómeno emergente sino silenciosamente instalado pero de extensión y visibilidad crecientes.

Lo que sí han cambiado son las condiciones de funcionamiento y las percepciones del Open Access. La desmaterialización de los soportes editoriales, vía su suministro electrónico, en efecto, no implica su circulación gratuita, como con ingenuidad u optimismo se creyó ocasionalmente, sino una decisión acerca de quién paga. En una circunstancia de crisis económica y de restricción de los recursos, esa cuestión en el marco de las revistas en Open Acess cobra entonces una vigencia inédita. Varios organismos que, en la etapa de bonanza económica que coincidió con la de consolidación del Open Access, dieron subvenciones, las están retirando u otorgándolas a la baja. La redistribución de los costos está, por lo tanto, en el corazón de las discusiones en curso en las que participan, con sus visiones e intereses particulares,  investigadores, tomadores de decisiones en el área educativa e instancias directivas de las revistas científicas.

Los investigadores abordan el tema, a partir de la suficiencia  de los recursos (muchas veces escasos) destinados a sustentar, desde las instituciones, agencias de apoyo a la ciencia o gobiernos, la obtención y la difusión de los conocimientos científicos. Los temas dominantes allí son si ellos son los que tienen que pagar para, primero, publicar sus artículos o incluso obtener su dictaminación y, segundo, para  consultar los materiales allí almacenados. Las condiciones de consumo del conocimiento en Open Access inciden en efecto en las estrategias para actualizar permanentemente el bagaje disciplinario y para obtener citas, devenidas un indicador central  en la clasificación de los científicos y la acumulación de un capital de prestigio profesional. Tienen además ramificaciones de tipo ideológico sobre la libre circulación del conocimiento como bien público y la profesionalización de los procedimientos de referee editorial.

Las instituciones de investigación consideran como una cuestión a dirimir si apoyan a sus investigadores en ese proceso particular de publicación o si lo dejan al libre albedrío de los individuos. Si deciden respaldarlos, sus retos consisten en calcular umbrales de inversión, para apoyar a los científicos con base en criterios y para garantizar a los estudiantes y a los investigadores el acceso a las revistas de mayor renombre en cada especialidad. Esas o bien ofrecen la posibilidad de archivar o imprimir un número entero de la revista o bien un sólo artículo. Brindan a las instituciones la oportunidad de adquirir paquetes de revistas, cuyo costo es variable pero a veces elevado, sobre todo para los países con grados bajos de desarrollo o instituciones con  presupuesto limitado. Comprarlas supone entonces definir estrategias de información científica para todos y de aseguramiento de la calidad y abrir rubros específicos de gasto presupuestal. Para organismos rectores en la ciencia, supone implementar acciones compensatorias para garantizar un acceso equitativo a esos recursos a instituciones con condiciones distintas de funcionamiento.

Los directores de las revistas están interpelados no sólo por los modos de suministro de los artículos sino por la sustentabilidad y legitimidad de sus empresas editoriales. Pasar de un soporte de publicación en papel a uno virtual implica  procesos de formateo distintos que a veces dificultan concretar una respuesta mitigada, frecuente en la década pasada y consistente en combinar un tiraje  limitado en papel con una edición virtual. Asimismo, supone una renegociación de la distribución de costos de inversión y beneficios entre quiénes gestionan las publicaciones virtuales y quienes sostienen una revista en particular, para que ambas empresas  sean viables económicamente y justificadas en sus ámbitos de incidencia. Las posiciones al respecto suelen ser discordantes, tanto en el seno de los consejos editoriales como para las revistas de una misma área disciplinaria, que raras veces llegan a pronunciamientos compartidos.

Algunas iniciativas, no obstante, merecen ser discutidas. Por ejemplo, ciertos proveedores proponen tarifas degresivas para consultar las revistas en Open Access, en función de la situación económica del país en donde el solicitante está ubicado, utilizando clasificaciones del Banco Mundial. Tanto propuestas de ese tipo como la recurrencia de las polémicas en relación al Open Access implican que, más allá de la retórica, urge atender el asunto. En México, sería importante organizar un debate para dilucidar inquietudes y preocupaciones de los sectores afectados y elaborar una hoja de ruta para el diseño de políticas públicas e institucionales. El Open Access llegó para quedarse: incidirá fuertemente en los derroteros del que hacer científico, como todos los demás mecanismos de rankeamiento, evaluación y  comercialización de la ciencia que han empoderado nuevas agencias, nacionales e internacionales,  en los campos de la educación superior y la ciencia. La circunstancia es favorable para que los investigadores asuman un liderazgo en esa discusión a través de sus organismos asociativos (AMC o sociedades disciplinarias) o de instituciones científicas con notoriedad. Sería bueno no desaprovechar esa oportunidad pero ¿Quién lo hará?
didou@cinvestav.mx

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