Diez
para el SNTE
LUIS
GERARDO MARTÍNEZ GARCÍA
El
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se dice la
organización magisterial más grande de América Latina, con un ingreso mensual
millonario gracias a los descuentos que quincenalmente aplica a los
trabajadores de la educación, a través de los gobiernos estatales; capital
económico que se convirtió en su fortaleza y, a la vez, en su talón de aquiles,
en virtud de su falta de transparencia y rendición de cuentas. Ello le valió
ser hoy en día la organización sindical más cuestionable de los últimos tiempos
de la historia contemporánea de México. Esta situación es motivo suficiente
para que mediante una convocatoria abierta revise y transforme sus estatutos y,
por lo menos, diez aspectos que le son propios:
El SNTE
necesita urgentemente volver la vista a sí mismo. Tarea nada fácil porque la
cultura de la autocrítica y la autoreflexión han estado ausentes por muchos
años, sino es que desde su creación en 1943. Con especialistas, con académicos,
con investigadores (incluso de sus propias filas) puede revisar su historia,
pensándose en una reconfiguracion urgente, dando cabida a la apertura y a la
concordancia.
Si bien
la ley no obliga al SNTE rendir cuentas a ninguna instancia, es necesario que
vaya planteándose estrategias para que sea una organización que gane confianza
de sus propios agremiados, convirtiéndose en un sindicato transparente. Las
administraciones recientes hicieron de éste un emblema de corrupción, tráfico
de influencias y malversación de fondos; revertir ese estado implicará trabajar
intensamente con honestidad.
El SNTE
requiere de sus cuadros académicos. La historia nos dice que el perfil del
dirigente sindical no necesariamente está vinculado al ámbito académico; muchos
de ellos llevan años comisionados al trabajo sindical sin dar una sola clase
frente a grupo y sin participar en evento académico alguno. Necesariamente debe
rescatar sus consejos académicos en los que participaban profesores destacados
de los diferentes niveles y modalidades de la educación: sus cuadros académicos
están dispuestos a participar en la transformación del sindicato.
El SNTE
ya no debe ser hereditario. Muchos dirigentes en el país suelen imponer en la
secretarías de los Comités Ejecutivos a parientes cercanos (hijos, hermanos,
nietos, cuñados). Y muchas de las veces aparecen como secretarios generales los
amigos íntimos. No existe una carrera política-sindical seria que garantice la postulación
y posterior ostentación de una dirigencia estatal o nacional. Simplemente con
ser incondicional del dirigente vitalicio, o en turno, es suficiente para ser
dirigente sindical.
El SNTE
es un sindicato sin proyecto educativo. Excepto porque ha participado en
propuestas aisladas, en momentos políticos especiales, por ejemplo en la
reforma educativa de 1992. Aún así, la ausencia de un proyecto educativo que
distinga a esta organización sindical sigue latente. Los motivos políticos le
han cegado a grado tal de perder las miras académicas.
El SNTE
está adquiriendo el adjetivo de mercantil. Negocia (comercia) con los puestos
dentro de la administración pública. En cada uno de los estados (y en el propio
gobierno federal) tiene puestos administrativos negociados con las autoridades
educativas, depreciando los perfiles normalistas y universitarios que podrían
tener prioridad por su carrera profesional y perfil académico.
El SNTE
es un sindicato que ya no puede seguir careciendo de discurso. Al no tener proyecto
educativo, carece de filosofía y de una visión clara de la educación que quiere
defender para el país. La limitación discursiva de las secciones en los estados
ha sido la conste por muchos años, en perjuicio de la educación regional y
nacional.
El SNTE,
al parecer, se convirtió en un espejismo; vive alimentándote de ilusiones, de
imágenes sin verdadera realidad; vive con ilusiones ópticas que reflejan los
objetos lejanos como una imagen invertida. Sus problemas, sus crisis, sus
logros, sus fortalezas, sus retrocesos, sus retos y sus críticas las entiende
siempre en sentido inverso. Este sindicato vive peligrosamente en un oasis.
Como
otras organizaciones sindicales, el SNTE ha optado por las dirigencias de largo
aliento (llamadas vitalicias). Desde su origen, sus últimos dos líderes
gobernaron por 40 años a los trabajadores de la educación del país; esto
significa que de los 70 años que cumplirá el sindicato, más de la mitad de su
existencia ha estado encabezado por dos personas: Carlos Jongitud Barrios
estuvo 17 años ostentó el poder y Elba Esther Gordillo Morales otros 23 años.
Esos grandes períodos dañaron considerablemente a la organización sindical y,
en consecuencia a la educación y los logros laborales de los trabajadores.
Al SNTE
hoy se le ve como debilitado e indiferente. Tanto la sociedad como los
maestros, y ante la falta de liderazgo a raíz del encarcelamiento de la
profesora, la crisis corroe las entrañas de esta organización, sumando a ello
la indiferencia de sus dirigentes ante las demandas y reclamos de sus
agremiados.
El SNTE
no puede quedarse a ver sus grandes males. Debe pensar en sus grandes
soluciones. Seguimos viendo con tristeza y coraje que existe protagonismo
incivilizado… agotado. Seguro estoy que si el SNTE no escucha a sus agremiados,
constante y sistemáticamente, está destinado a ser destituido por voluntad y
ocurrencia de otros actores que lo ven como un suculento botín político. O, en
su caso, el SNTE en diez años puede desaparecer como tal. Consciente debe estar de que el sindicalismo del siglo XXI debe ser
pensado, ya no especulado. El caos y la desconfiguración pintan el paisaje de
una (des) organización que, ante la percepción de la sociedad, del imaginario
colectivo, no le son muy halagüeñas.
La
autocrítica y autoevaluación pueden ser las alternativas para cambiar su estado
actual. Dicen los docentes que al SNTE lo que menos le importa es la educación;
buen planteamiento para que la cúpula sindical haga un ejercicio de reforma. En
tanto que para los trabajadores de la educación, el sentido de propiedad y el
espíritu de identidad requieren de un proceso ontológico al interior de su
sindicato.
Posiblemente
en 10 años de vida reflexione con respecto a ¿Es el SNTE una entidad
injustamente cuestionada? ¿Es real que está en franca descomposición? ¿Son
beneficiadas únicamente las cúpulas que ostentan el poder al interior? Las
interrogantes, los cuestionamientos y las inconformidades estarán
permanentemente, de no ser que los dirigentes inicien un proceso político
diferente, democratizador.
(Educación a debate)
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