La dupla
Calderón-Gordillo y el desastre educativo
RODRIGO
VERA
Al
enunciar uno de sus 13 compromisos de inicio de gobierno, Enrique Peña Nieto
anunció lo que llegó casi de inmediato: su propuesta de reforma educativa.
Olvidó mencionar por su nombre a los responsables del atraso del país en ese
terreno. Por ejemplo: aunque Felipe Calderón pregonó que en su sexenio hubo una
amplia cobertura de las necesidades de educación básica, estadísticas oficiales
demuestran que un tercio de los niños y los jóvenes no terminan ese nivel. Peor
aún: Calderón entregó la educación básica a Elba Esther Gordillo, y ésta, a su
vez, le regaló esa conducción a su yerno… y vino el desastre.
“La
inequidad para acceder a la educación, y el bajo aprendizaje que obtienen los
alumnos en la escuela, son los dos principales rezagos de la educación básica
en México. Hasta el momento no se ha hecho un esfuerzo eficaz para atenuar
estos problemas”, asegura Olac Fuentes Molinar, exsubsecretario de Educación
Básica y Normal de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Considerado
uno de los especialistas más avezados en el tema, Fuentes Molinar empieza por
ligar el grave problema de la inequidad educativa a los de pobreza y
marginación. Dice al respecto:
“Obviamente
que la gente más pobre es la que tiene un menor acceso al sistema educativo,
pues es muy escasa su familiaridad con la escuela y cuenta con menos bases para
apoyar a sus hijos. De manera que la inequidad educativa está ligada a la
desigualdad social, a la pobreza y a las diferencias culturales.
“¡Ahí
están las estadísticas! Cuando uno las revisa estado por estado,
invariablemente nos encontramos con que las entidades más empobrecidas del
país, como Chiapas, Oaxaca, Guerrero o Michoacán, son las que tienen los
niveles más bajos de terminación de la educación primaria.”
–¿Hay
acciones para que estas zonas se emparejen a las que tienen mayor escolaridad?
–No,
porque el problema proviene del sistema educativo mismo. Es decir, el sistema
sigue dando las formas más precarias y vulnerables de escolarización a los más
pobres, a quienes ya de por sí nacieron padeciendo todas las desventajas
sociales.
–¿Cuáles
son estas precarias formas de escolaridad?
–Bueno,
están las escuelas incompletas o unitarias; están también las telesecundarias…
todo este tipo de escuelas destinadas a los pobres siguen presentando los
resultados más bajos, pese a los enormes esfuerzos de sus maestros. En resumen,
la desigualdad es propiciada por el mismo sistema.
“Pero hay
también formas más ocultas y sutiles de desigualdad educativa que tienen un
peso muy fuerte. Por ejemplo, el que un niño vaya a un turno vespertino lo
coloca en una posición poco favorable para continuar estudiando, ya que sus
maestros llegan más cansados a clase o con pocas expectativas respecto a sus
alumnos. Eso está bien comprobado.”
Fuentes
Molinar pasa luego a hablar sobre el otro gran rezago: el bajo aprendizaje de
los estudiantes. Expone sobre este punto:
“El 40%
de nuestros estudiantes de 15 años de edad –es decir, los que están terminando
la secundaria o empezando la prepa– tiene niveles mucho muy bajos en el uso del
lenguaje, en el razonamiento matemático y en la aplicación de conocimientos
científicos básicos, que son las tres áreas de mayor peso.
“Estos
estudiantes nuestros, pese a que ya han pasado 10 u 11 años en las aulas –si
les incluimos la educación preescolar–, siguen teniendo, sin embargo, un nivel
muy bajo de comprensión de lectura; no captan bien lo que leen. Y además les
cuesta mucho trabajo razonar en términos matemáticos y aritméticos. Podrán
haber memorizado muchas fórmulas, pero no saben para qué sirven ni cuándo
aplicarlas en la vida diaria. Estas deficiencias limitarán fuertemente sus
posibilidades de aprendizaje posterior.
“La
evaluación PISA, una de las más importantes a nivel internacional y que se
aplica principalmente en los países miembros de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es la que sigue arrojando estos
desfavorables porcentajes para México, que siempre aparece en los últimos
lugares de los países evaluados.”
–¿A qué
se deben estas deficiencias?
–Están
relacionadas con dos cosas. La primera es una tradición memorista y
enciclopédica que tiene raíces históricas bastante antiguas y que en México no
sólo se conserva, sino que incluso se ha incrementado. Y en segundo lugar, se
debe al desorden y a la confusión que provocan nuestras descuidadas políticas
educativas, que empeoraron durante el gobierno de Felipe Calderón.
–¿Por qué
empeoraron?
–Porque
Calderón se desinteresó de la conducción cualitativa de la educación básica. Se
la entregó prácticamente a la cúpula del sindicato de maestros. De manera más
primitiva aún, se le entregó a la maestra Elba Esther Gordillo. Y ésta, a su
vez, le regaló esa conducción a su yerno, que se sintió pedagogo e hizo un
desastre de la educación.
“Si usted
va hoy a una escuela de educación básica encontrará a los maestros metidos en
una mayor confusión, cargados con esquemas de planeación y criterios de
trabajo. Hoy cuesta más trabajo el planear que el hacer. Puros planes y planes.
Se perdió la sustancia. Esto se lo debemos en gran medida al yerno de Elba
Esther.”
Olac
Fuentes alude así a Fernando González Sánchez, quien ocupó la Subsecretaría de
Educación Básica de la SEP durante la administración de Calderón, por ser el
yerno de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE).
Las
decisiones de González Sánchez repercutieron en la educación de los 25 millones
590 mil alumnos que estudian educación básica (4 millones 600 mil en
preescolar, 14 millones 860 mil en primaria, y 6 millones 130 mil en
secundaria), así como en el trabajo de 1 millón 165 mil maestros que imparten
esa instrucción, según estadísticas de 2010 del Instituto Nacional para la
Evaluación Educativa (INEE).
Esas
mismas estadísticas revelan que en México la educación básica sigue siendo
mayoritariamente impartida por el Estado: Es pública 80% de la educación
preescolar, 90% de la primaria, y 86% de la secundaria. El resto está en manos
de instituciones privadas.
Advierte
Fuentes Molinar:
“El
gobierno viene pregonando que la educación primaria cubre totalmente la demanda
que hay en el país, mientras que la secundaria cubre más de 90% de la demanda.
Con esto, da por sentado que la educación básica obligatoria es un compromiso
cumplido.
“Sin
embargo, este es un manejo muy superficial de la matrícula escolar, con el que
se trata de esconder la cruda realidad de los hechos, y es que realmente una
tercera parte de los niños y jóvenes mexicanos quedan excluidos de la educación
básica.”
–¿Cómo se
demuestra esto?
–Con las
mismas estadísticas que da el INEE. Éstas nos señalan que de cada 100 niños que
ingresan a primer año de primaria, 89 terminan el sexto año y solamente 66
concluyen la secundaria. Así, un tercio de nuestros niños y jóvenes ni siquiera
terminan su educación básica.
“Y,
sorprendentemente, los varones son quienes más dejan la escuela. Es una
realidad muy distinta a la de hace décadas, cuando la deserción escolar se daba
sobre todo en las niñas. La mujer tenía entonces un menor acceso a la educación
básica. Hoy la tendencia se está revirtiendo para desfavorecer a los varones.”
–¿A qué
se debe este nuevo fenómeno?
–A las
prolongadas crisis económicas; a la falta de generación de empleos. Estos
fenómenos están afectando mucho más a los niños que, por ser varones, tienen
que dejar la escuela para salir a buscar trabajo y así apoyar a sus familias.
“Y
quienes tienen la fortuna de continuar formándose en las aulas –prosigue– lo
hacen por lo general en escuelas cuyas condiciones materiales dejan mucho que
desear.
“Está
comprobado que, por lo menos, 20% de los planteles escolares está en muy malas
condiciones. Por ejemplo, no tienen las instalaciones hidrosanitarias
adecuadas. De ahí que, paradoja terrible, sea muy común que los niños se
enfermen en las escuelas”, comenta Fuentes Molinar.
El
investigador Felipe Martínez Rizo, en su estudio Las desigualdades en la
educación básica, plantea sobre el asunto:
“Las
escuelas que atienden a sectores particularmente desprotegidos cuentan también
con recursos inferiores a los de las escuelas que operan en mejores
condiciones, de manera que, en lugar de contrarrestar las desigualdades
sociales, la escuela de alguna manera contribuye a aumentarlas.”
Martínez
Rizo presenta cuadros comparativos sobre la calidad de la infraestructura
escolar en primarias privadas y públicas. A las últimas las divide en urbanas,
rurales, para indígenas o para cursos comunitarios. Y hace el siguiente
contraste:
“Casi 90%
de las primarias privadas tienen infraestructura muy adecuada, y sólo tres de
cada 100 están en las categorías de infraestructura deficiente o muy
deficiente. En cursos comunitarios la situación es la opuesta: más de 90% tienen
infraestructura muy deficiente y deficiente.”
La
ignorancia de Peña Nieto
Como un
compromiso suyo para solucionar estos problemas, el pasado 1 de diciembre, al
asumir la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto anunció que
emprenderá una reforma educativa de gran alcance. Y agregó:
“Adicionalmente
a la reforma, he instruido al secretario de Educación Pública solicitar al
INEGI la realización de un censo de escuelas, maestros y alumnos. Esta
información, que hoy no se tiene, será la base de datos necesaria para lograr
una operación más eficiente y transparente del sistema educativo de nuestro
país.”
Peña
Nieto demostró en su discurso un absoluto desconocimiento del tema, ya que el
INEGI sí lleva un censo sobre el número de escuelas, maestros y alumnos.
Incluso tiene los conteos por entidad federativa.
Por
cierto que en su último censo (2010-2011) el INEGI señala que hay 91 mil 134
escuelas de preescolar, 99 mil 319 de primaria y 35 mil 921 de secundaria.
Por otro
lado, la SEP, en su documento Reforma integral de la Educación Básica; acciones
para la articulación curricular 2007-2012, también reconoce las “debilidades”
que aún padece la educación básica en México, entre las que señala precisamente
la “falta de equidad”. Asienta:
“Lo más
llamativo es la falta de equidad entre la enseñanza privada y la pública, entre
las zonas urbanas y urbano-marginales y rurales, y entre las poblaciones no
indígenas e indígenas. Esa inequidad se manifiesta en la diferente preparación
para el ingreso a la escuela, en la desigual calidad de la enseñanza que se
imparte, en los escasos materiales educativos y en la diversa preparación del
profesorado.”
También
lamenta que haya un “abandono prematuro de la escuela”, que se está dando sobre
todo antes de finalizar el quinto grado de primaria. “En zonas rurales, entre
16% y 68% no llega al quinto año”, situación más parecida a la de África
subsahariana (donde el abandono escolar es de 67%) que a la de los países
desarrollados (donde sólo es de 1%), revela el estudio de la SEP.
Da un
dato revelador sobre el atraso educativo: “La escolaridad promedio de la
población mayor de 15 años en México es de 8.1 años, mientras que el promedio
de los países de la OCDE es de 12 años”.
Agrega:
“El 43.9%
de la población mayor de 15 años, poco más de 30 millones de mexicanos, no ha
concluido satisfactoriamente su educación básica; es decir, su educación
secundaria.”
Y
respecto a los maestros de educación básica, comenta que “la escasa formación del
profesorado, con bajísimos niveles de retribución, convierte en poco atractivo
el ejercicio de la docencia, debiéndose completar el salario con las
retribuciones percibidas en otros empleos. La necesidad de los maestros de
tener que atender más de un trabajo significa un impacto negativo en la calidad
de la educación impartida, y dificulta sobremanera la formación en servicio”.
También
menciona que “las reformas educativas son impuestas con baja participación del
profesorado, y a veces son trasladadas de sistemas educativos de contextos
diferentes, que, buenas en sí mismas, se convierten en negativas cuando no se
tienen en cuenta las circunstancias del medio en que se aplican”.
Indica
que las políticas “impuestas” por los “organismos de financiación” muchas veces
no toman en cuenta “el medio en el que deben desarrollarse”. Y los programas
por lo general no atienden a la “diversidad del alumno per se y por su
cultura”. De modo que “falta considerar el multiculturalismo”.
En un
documento fechado el pasado miércoles 12 de diciembre, dirigido a Jorge
Federico de la Vega, presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de
Diputados, un grupo de maestros pide a los legisladores mayor presupuesto a la
educación básica para el ejercicio fiscal 2013. Los recursos se destinarán
–dicen– a resolver las graves carencias que tiene ese sector.
Y
enfatizan que es “urgente construir 50 mil aulas faltantes”, más secundarias,
espacios para bibliotecas, laboratorios, patios cívicos, bardas perimetrales, y
reparar “más de 54 mil aulas agrietadas por su mala construcción”.
Menciona
el escrito que 70% de los estudiantes no cuenta con los implementos educativos
indispensables, como pizarrones, butacas, escritorios, televisores y antenas
para telesecundaria, entre otros.
Olac
Fuentes Molinar comenta:
“Es muy
poco el dinero del presupuesto que finalmente llega a los estudiantes para su
educación. El magisterio tiene una burocracia muy costosa y llena de
privilegios. Acaban de darse a conocer pormenores sobre un crucero en el Caribe
al que fueron más de 100 dirigentes sindicales, con un acompañante cada uno.
“Así se
las gastan. Hay un sector privilegiado de maestros que ganan más que un
profesor universitario de tiempo completo, gente que acumula plazas, a la que
se le pagan indebidamente 62 horas a la semana, o que de plano cobra sin
trabajar.
“También
se desperdicia dinero en caprichos que no dan resultados, como el de
Enciclomedia, que representó una inversión muy alta. En fin, para los recursos
que consume, el sistema escolar mexicano está dando como resultado niveles de
aprendizaje muy bajos.”
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