Primero los niños:
¡Ahora es cuando!
MEXICANOS
PRIMERO
Por
Manuel Bravo*
Los
niños son el reflejo vivo de nuestra sociedad y me temo que nunca hemos
considerado con suficiente seriedad a nuestra niñez. En nuestra historia como
país, la infancia ha sido relegada, les hemos fallado, pero ahora existe una
esperanza de cambio.
La
escuela, que es un espacio en el que los niños crecen en el sentido más amplio
de la palabra, debe mejorar, es una responsabilidad solidaria que tenemos con
las siguientes generaciones. Si la gran mayoría de nosotros nos sorprendemos de
lo poco que aprendimos en la escuela para vivir, de lo primitivos que somos en
nuestro manejo emocional y que las capacidades y conocimientos que hoy usamos
como adultos, no fueron cultivados –en su mayoría- en nuestra experiencia
escolar, eso no quiere decir que ése sea el destino de la escuela, que no se
pueda cambiar y que las oportunidades deban seguir siendo de pocos.
Si
mantenemos la tendencia actual en materia educativa, la mayoría de nuestros
niños estarán condenados a dos indignantes situaciones: que permanezcan pocos
años en la escuela y que quienes hayan permanecido en ella, no aprendan. Es
impactante cuánto dejan de aprender en las escuelas nuestros niños.
Esto
tiene que cambiar, es un derecho. Hemos transitado del acceso a la escuela al
derecho de aprender en ella, y por ello, que todos aprendan debe convertirse en
una convicción generalizada.
Esto
puede cambiar, no es una utopía. En diversas latitudes y contextos de nuestro
México, maestros, padres y alumnos han mostrado que se puede lograr una
verdadera educación de calidad. Necesitamos que esas experiencias dejen de ser
la excepción y se conviertan en la regla.
Por
eso, en Mexicanos Primero nos negamos a ser testigos pasivos del bien público
más preciado: las personas. Y para ello, hemos presentado a los ciudadanos:
“Ahora es cuando. Metas 2012-2024”. Un documento propositivo que plantea mejorar
las oportunidades de acceso, trayectoria y aprendizaje en nuestros alumnos.
De
esta forma, proponemos que cada nueva generación de estudiantes que inician
primaria cuente con 6.5 horas y 200 días cada año, logrando que –por lo menos-
el 85% de ella alcance el bachillerato para el 2024. Pero eso no se logrará, si
no miramos los procesos, no se trata de dar más horas de lo mismo, tenemos que
innovar las prácticas para que todos aprendan. Asumimos que aprender no debe
ser un proceso fastidioso, memorístico y poco interesante, aprender debe ser un
proceso fascinante y disfrutable. Es indispensable que los aprendizajes tengan
sentido para nuestros alumnos.
¿Cómo
hacerlo? Recorriendo cuatro caminos. El primero es que haya dirección,
conducción y visión de mediano y largo plazo por parte del Estado. Ya basta de
que el timón del barco esté perdido o en las manos del Sindicato, necesitamos
que el Estado asuma la rectoría de la educación.
Segundo,
queremos que los maestros sean un virus de contagio a sus alumnos, un
profesional que aprende con tanta pasión y continuidad que su espectáculo
contagia y orienta. Tenemos que atraer a los mejores candidatos, formarlos,
motivarlos y acompañarlos, impulsar el reconocimiento social de su trabajo, que
es uno de los más importantes e impactantes de todos.
Tercero,
queremos un gasto transparente y eficiente. Los esfuerzos y recursos deben
estar orientados al aprendizaje de nuestros niños. Necesitamos romper con la
corrupción y el despilfarro, para que el dinero favorezca a los niños, maestros
y directores comprometidos, sobre todo a las escuelas en contextos vulnerables:
¡que se les proporcionen las condiciones para trabajar!
Lo
anterior será aprovechado de mejor forma si consolidamos el punto de encuentro:
la escuela (cuarto camino). La escuela debe tener identidad jurídica, que le
permita tener mayores capacidades de gestión y autonomía, ello permitirá una
rendición de cuentas más justa. Tenemos que hacer de las escuelas verdaderas
comunidades de aprendizaje.
“Nosotros
queremos mejor educación para todos y queremos conversar”. No es una exigencia,
porque la exigencia ataca, impone, separa y no invita. Tampoco es solicitud,
porque no es una concesión, sino un derecho fundamental: que “todos aprendan”.
Lo que proponemos es “conversar”, sabemos que el consenso es importante y sobre
todo necesario. Encontremos un cuerpo común de acuerdos, dialoguemos las
diferencias y emprendamos las transformaciones necesarias: es por lo niños, es
por México. Publicado en Educación a debate.
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