Maestros y estudiantes
exigen cese de los autores de desalojo violento
JAIR GARCÍA
En un claro
reto al gobierno estatal, los maestros volvieron a marchar. “De norte a sur, de
este a oeste, ganaremos esta lucha cueste lo que cueste” era el grito de guerra
que más de 15 mil docentes, universitarios, normalistas, jubilados, padres de
familia y estudiantes lanzaron en plaza Lerdo, ya no sólo contra la reforma
educativa, sino también contra sus líderes magisteriales y el desalojo violento
de profesores hace unos días en ese mismo lugar.
Con celular
en la mano, empleados de comercios, taxistas y personas que caminaban o se bajaron
de sus autos grabaron el río de gente que avanzó por las avenidas Xalapa,
Orizaba y Ávila Camacho, y ésa sólo era una parte del contingente magisterial
que participó en la llamada megamarcha contra de la reforma educativa.
Fue sólo una
parte porque otro contingente magisterial salió desde la Secretaría de
Educación de Veracruz y uno más del Instituto de Pensiones del Estado, pero por
si fuera poco, cerca de 3 mil estudiantes de la Universidad Veracruzana se
congregaron en rectoría para sumarse a la protesta de los docentes caminando
también hacia el centro de la ciudad.
No se había
visto tanta gente en el centro de Xalapa, acaso hace una semana cuando también
hubo otra megamarcha con maestros de distintas partes de la entidad
veracruzana.
Con pancartas,
mantas y gritos lanzaban consignas contra el presidente Enrique Peña Nieto,
diputados federales y senadores veracruzanos, además del gobierno estatal. A
pesar de su furia, de su rabia, de su malestar y coraje, no hubo un sólo acto
violento, nadie causó un desmán y por el contrario durante su paso fueron
recibiendo aplausos y muestras de solidaridad de los xalapeños.
Los
maestros, acusados de provocar pérdidas económicas a los negocios del centro
histórico de Xalapa, esos mismos maestros tan criticados compraron agua,
refrescos, alimentos, ropa, medicinas y diversos artículos en los negocios del
primer cuadro de la ciudad, esos que supuestamente se están viendo perjudicados
con sus protestas.
Desde abajo
era casi imposible caminar por el mar de gente que se había congregado en ese
lugar, pero en medio de ese desorden, se permitía el paso a cualquier ciudadano
de andar libremente. Desde arriba, resultó impresionante la cantidad de gente
congregada, que ahora ya no sólo pedía al gobierno estatal pronunciarse en
contra de la reforma educativa, sino que exigía además la destitución de los
secretarios de Gobierno, Érick Lagos Hernández, y de Seguridad Pública, Arturo
Bermúdez Zurita, por represores.
Las
peticiones ahora se han ampliado, pues piden una disculpa pública por el
desalojo violento ocurrido la madrugada el sábado pasado en contra de maestros
y estudiantes, además del respeto a su movimiento, que como desde el inicio, no
tiene ningún líder y mucho menos reconoce los acuerdos tomados por sus 18 dirigentes
sindicales.
A las 12 del
día, la plaza Lerdo fue insuficiente para dar cabida a la multitud congregada,
así que el parque Juárez, las calles Leandro Valle, Enríquez, Lucio y
Revolución se convirtieron en espacios para la protesta, pero todavía faltaba
por llegar el último contingente, que partió desde el Arco Sur, con maestros
que venían de varios municipios de la entidad.
Cuando por
fin llegó, algunos ya se habían retirado, pero la mayoría se quedó ahí para
entonar el Himno Nacional Mexicano, junto con los docentes que provenían de
Misantla, la llamada Tierra Señorial, pero para muchos otros conocida como cuna
del magisterio veracruzano, por ser la tierra natal de Juan Nicolas Callejas
Arroyo, hasta hace unas semanas amo, dueño y señor de la sección 32 del SNTE,
pues hoy sólo es propietario del membrete, ya que los espíritus, conciencias y
decisiones de los maestros están ahora en la lucha contra la reforma educativa.
Las pláticas
que surgen entre los profesores de distintos sindicatos y de diversas
comunidades que han coincidido en esta lucha son variadas; muchos opinan que es
tiempo de endurecer las protestas, unos más se pronuncian por buscar un
diálogo, otros planten laborar tres días y protestar dos, mientras que la
mayoría piensa que su lucha va por buen camino.
Todos
coninciden en que no cederán, sin importar que nuevamente se haga uso de la
fuerza pública en su contra, pues podrán golpear sus cuerpos, pero no sus
espíritus, que siguen igual de fuertes, como desde el primer día de su movimiento.
(La Jornada Veracruz)
No hay comentarios:
Publicar un comentario