La exigencia de llegar al Zócalo desarticula la marcha de maestros
Laura
Poy y Karina Avilés
La
marcha hacia la Plaza de las Tres Culturas, encabezada por Rubén Núñez Ginés,
dirigente del magisterio oaxaqueño, concluyó con la exigencia a gritos de
llegar al Zócalo capitalino –como se tenía previsto originalmente–, lo que
ocasionó que la mayor parte del contingente permaneciera por más de una hora en
las inmediaciones de Tlatelolco, y otro grupo de docentes y jóvenes estudiantes
se aproximara por su propia cuenta a la Plaza de la Constitución.
El
hecho de que la mayoría de los manifestantes no había llegado a la explanada
–mudo testigo de la masacre estudiantil de 1968– antes de que concluyera el apresurado
mitin, así como el intempestivo aviso del cambio de ruta, generó que los ánimos
se encendieran al grado de que profesores inconformes abuchearan a su líder con
gritos de ‘‘¡vendido, vendido!’’
Ante
ello, Núñez Ginés salió a toda prisa de Tlatelolco, resguardado por cinco
maestros. Tras abordar una camioneta blanca, el representante magisterial
desapareció, al igual que el resto de los jefes de la estructura seccional de
la coordinadora.
Un
grupo decide ir a la Plaza de la Constitución y es interceptado
Pese
a que en su accidentada salida el dirigente oaxaqueño expresó que la situación
‘‘no se salió de control’’ e insistió en que la definición de ir a la Plaza de
la Constitución –de donde fueron desalojados el pasado viernes– sería tomada
ayer por la noche en la Asamblea Nacional Representativa (ANR), el grupo que
arribó a las cercanías del Zócalo también bloqueó por casi una hora Paseo de la
Reforma y Guerrero.
Ahí,
los manifestantes se burlaron de los policías al hacerles creer que buscaban
enfilarse nuevamente al Centro Histórico, pues mientras un pequeño grupo daba
vueltas a la fuente instalada en ese punto, los cientos de uniformados
instalaron un cerco, según se movían los inconformes.
A
las 10 de la mañana, las columnas del magisterio disidente comenzaron a
agruparse en el Monumento a la Revolución. La mayoría de quienes participaron
en la protesta fueron profesores de Valles Centrales y Mixteca, y en una menor
cantidad los de las cinco restantes regiones oaxaqueñas y de entidades como Veracruz,
Chiapas, Michoacán, Puebla, estado de México y Distrito Federal.
Después
del magisterio, se colocaron estudiantes de universidades y escuelas normales
públicas, entre ellas la Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolitana,
Autónoma de la Ciudad de México, Benemérita Escuela Nacional de Maestros y la
Nacional de Antropología e Historia. El contingente era tan largo que mientras
la vanguardia se adentraba a la Plaza de las Tres Culturas, la retaguardia aún
estaba en Paseo de la Reforma en su cruce con avenida Hidalgo. La dirigencia
inició el mitin en una plaza sin lleno total, pues la mayoría de los
manifestantes estaban aún en Eje Lázaro Cárdenas, Flores Magón y Reforma.
En
el memorial dedicado a las víctimas del 68, se concentraron Núñez Ginés, el
secretario de la sección 18 de Michoacán, Juan José Ortega Madrigal, y el
representante de la sección 9, Gonzalo Martínez Villagrán, para dar el mensaje
político.
Ortega
Madrigal expresó que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE) no ha renunciado al derecho de regresar al Zócalo para exigir la
abrogación de la reforma educativa y la democratización del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Entonces,
el líder señaló que en la asamblea revisarían los ‘‘números’’ de los profesores
movilizados en la ciudad de México, porque ‘‘no es justo que sólo Oaxaca se
ponga al frente arriesgando la integridad de sus contingentes’’. Los inconformes
comenzaron a increpar a sus dirigentes al grito de ‘‘¡Zócalo, Zócalo, Zócalo!’’
Pero
la crispación estalló cuando tomó la palabra Núñez Ginés, pues la demanda ya
era insistente. El oaxaqueño no tuvo otra salida que hacer frente a la
exigencia: ‘‘El regreso a la Plaza de la Constitución es uno de los acuerdos
que hemos tomado, pero que tenemos que revisar en la ANR’’. Las rechiflas
aumentaron cuando expresó que los profesores deben disciplinarse a la decisión
de la citada asamblea, y tienen que regresar a la reorganización, porque es una
‘‘gran necesidad del movimiento’’.
Y
el descontento creció: ‘‘¡Para eso nos trajiste!’’, seguido de ‘‘¡Vendido,
vendido, vendido!’’ para luego corear: ‘‘¡Urgente, urgente, cambiar al
dirigente!’’. Cerraron con ‘‘¡Vete solo, no venimos a pasear. Zócalo, Zócalo,
Zócalo!’’
Así
concluyó el mitin, mientras miles de docentes y jóvenes desconocían lo
ocurrido. Minutos después, al enterarse que el acto había terminado en medio de
ese reclamo y la dirigencia había abandonado el lugar, quedaron primero
desorientados y luego comenzaron a organizarse sobre el Eje Central y Flores
Magón para decidir qué hacer.
Encuentro
en Garibaldi
Enojados,
los profesores veracruzanos se retiraron al señalar que habían viajado a la
ciudad de México para ‘‘tomar el Zócalo y no para marchar’’. Otros mentores
caminaron hacia su campamento en el Monumento a la Revolución. Los jóvenes
estudiantes realizaron pequeñas asambleas para votar si acompañarían a los
mentores a su plantón o regresaban a sus escuelas para reforzar los paros de
actividades.
Al
final se formó un contingente de cerca de mil jóvenes y educadores de la
delegación Pinotepa Nacional, que decidieron llegar a las cercanías del Centro
Histórico. A su paso por Garibaldi, cientos de granaderos del gobierno
capitalino los esperaban para impedirles el paso al Zócalo capitalino.
En
Eje Central y Tacuba, el contingente de inconformes y la valla de policías
quedó frente a frente. Sin embargo, los manifestantes decidieron avanzar hacia
Paseo de la Reforma, donde se sentaron en el suelo en los cruces con avenida
Hidalgo y Guerrero.
Posteriormente,
maestros y estudiantes que los apoyan bloquearon Reforma por casi una hora y al
caer la lluvia comenzaron a dispersarse. (La Jornada)
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