Envía el ensayo ganador
del concurso "Ser UV" y Autonomía Universitaria
El elegido
fue el de Cuauhtémoc Jiménez Mayo
Buenas
tardes, quisiera publicar en su prestigiado periódico en línea el nombre del
ganador del ensayo "Ser UV" y Autonomía Universitaria:
Cuauhtémoc
Jiménez Mayo
Anexo el
ensayo ganador en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario
La Autonomía
de la Universidad Veracruzana
La
Universidad Veracruzana es formalmente autónoma desde 1996, año en que se
publica en la Gaceta Oficial la ‘Ley de Autonomía de la Universidad
Veracruzana’. Desde entonces, nuestra universidad ha visto fortalecido su fin
primordial, a saber, ser una plataforma desde la que se impulse el desarrollo y
el bienestar de los y las veracruzanas. El artículo 68 de la ley citada nos
recuerda lo que para la Universidad Veracruzana representa la autonomía:
La Universidad
Veracruzana será autónoma; tendrá la facultad y la responsabilidad de
gobernarse a sí misma y realizará sus fines de conservar, crear y transmitir la
cultura, a través de las funciones de docencia, investigación, difusión y
extensión, respetando las libertades de cátedra, de investigación y de libre
examen y discusión de las ideas; determinará sus planes y programas; fijará los
términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico, y
administrará su patrimonio.
El camino
que ha recorrido la Universidad Veracruzana desde aquel noviembre de 1996 ha
sido el de promover la autonomía en todos los ámbitos de la universidad.
Sin embargo,
resulta pertinente reconocer que la autonomía no se otorga por decreto sino se
consigue con trabajo arduo. Es por esto, que en el momento que vivimos, se
vuelve fundamental reflexionar sobre nuestros desafíos respecto a un tema nodal
para nuestra universidad: su autonomía.
La autonomía
repercute en todos los ámbitos del quehacer universitario: en la docencia, en
la investigación, en la difusión y en la extensión. Y para que la autonomía sea
más que un valor formal, se requiere mucha valentía. Se necesita ejercer la
libertad con responsabilidad, pues la autonomía y la libertad son valores
hermanos, que no permiten que uno surja sin el otro. Debemos reconocer, sin
embargo, que no es sencillo elegirlos, pues, de la misma manera que prometen
mucho, exigen bastante también. Vale recordarlo pues muchas veces los humanos
nos sentimos más seguros viviendo bajo la sombra de alguien más (llámese
Estado, padre, gobierno, maestro, etcétera) que tomar en nuestras propias manos
nuestro destino. Esto es muy claro cuando observamos el comportamiento de
muchos seres humanos en las dictaduras: apoyan al dictador, lo idolatran, pues
les quita el peso de llevar a cuestas con el peso de su libertad.
Elegir la
autonomía para cualquier dimensión del ser humano es más complejo de lo que
parece.
Ser autónomo
requiere aventurarte, pues con seguridad el sólo hecho de elegir por cuenta
propia conlleva consecuencias como afrontar los desafíos que traigan las
decisiones, tanto positivas como negativas, que antaño afrontaban otros. La
aventura autonómica requiere aprender a vivir un poco en la incertidumbre y en
la inseguridad, pues no hay nadie más que cargue con el peso de las decisiones
propias.
La
recompensa de la autonomía es sutil en un principio, pero a la distancia sin
duda representa una amplitud de las posibilidades de lo que entendemos por ser
humano en general y por universidad en particular. El hombre y la mujer
autónomos se vuelven impredecibles, insumisos, propositivos e innovadores. Es
por ello que el primer paso de las dictaduras es coartar la libertad y la
autonomía de los sujetos, pues ninguna dictadura pervive con ciudadanos libres
y autónomos.
Las
universidades no autónomas, se ven envueltas constantemente en imposiciones
autoritarias: se les imponen directivos, planes y programas de estudio,
condiciones laborales de los trabajadores, temáticas a investigar, modelos de
enseñanza y priva en ellas un ambiente laboral dominado por el miedo. Una
universidad autónoma, por otro lado, es aquel espacio donde es posible una
docencia libre y de calidad, una investigación sagaz, en donde la comunidad
cuestiona, propone, asume riesgos; donde la crítica es posible, en cualquier
dirección. Un espacio en el que se decide conjuntamente qué y cómo ha de
enseñarse; un espacio en que son las y los universitarios los que administran
responsablemente su patrimonio. Por la gran diferencia entre un escenario y
otro, es que la autonomía es un ideal por el que vale la pena luchar.
La
Universidad Veracruzana, por fortuna, no empieza de cero, desde 1996 ha dado
firmes pasos para concretar en todos sus escenarios la autonomía. Sin embargo
aún falta camino por recorrer y tenemos la oportunidad de identificar de manera
conjunta los desafíos y de proponer paralelamente las soluciones, para que
nuestra universidad se transforme paulatinamente en aquello que anhelamos. (alcalorpolitico)
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