PROFESIONES 2.0 Extraños
puestos en los organigramas
Claudia
Herrera Beltrán
Les pagan
por tuitear, subir fotos o contar los me gusta en Facebook y por eso algunos no
los toman en serio. Sus extraños puestos aparecen cada vez más en los
organigramas: community managers, gerentes de marketing digital, optimizadores
de sitios de búsqueda, expertos en analítica web, desarrolladores de sitios y
aplicaciones de smartphones. Son los pioneros de las profesiones 2.0, surgidas
hace menos de cinco años con el boom de Internet y las redes sociales.
“Edad: 28 a
35 años, excelente presentación, experiencia con marcas comerciales, desarrollo
de estrategias para redes sociales, excelente ortografía y redacción, listado
de marcas para las que has trabajado, links y periodos de tiempo”.
Con esta
clase de anuncios las empresas buscan enganchar a los community managers, con
el afán de ganar presencia en uno de los países más feisbukeros del mundo con
40 millones de perfiles y 4 millones en Twitter, según la Asociación Mexicana
de Internet (AMIPCI).
Son tan
novedosas estas actividades que no existen licenciaturas o maestrías en México donde
prepararse, sólo cursitos o diplomados. Por eso estamos en pañales, explica
Antonio Salgado, pionero en la enseñanza de Internet y redes sociales desde el
Social Media Club México, un grupo de expertos en el tema.
De ahí que
ocupen las plazas numerosos jóvenes preparatorianos o recién egresados de las
universidades, nativos digitales, para quienes lo normal es moverse en el mundo
virtual. Las computadoras o los celulares son casi parte de su cuerpo y por qué
no de su empleo.
La moda de
asignarles el apellido 2.0 surgió en 2004 cuando el experto en Internet Tim
O'Reylli acuñó el concepto Web 2.0 para diferenciar sitios que permiten a los
usuarios interactuar y colaborar entre sí de sitios web estáticos.
Cuatro o
cinco años después comenzaron a surgir empleos con este perfil en México, los
más afortunados tomaron cursos en Estados Unidos o España, y la mayoría
aprendieron en el camino y lo mismo son comunicólogos que ingenieros en
informática o mercadólogos, añade Salgado, preocupado porque la Secretaría de
Educación Pública (SEP) no ha aceptado dar reconocimiento oficial a este tipo
de carreras.
“El Social
Media Club México hizo los trámites ante la SEP, pero la respuesta fue que no
hay planes de estudio para sustentarlos y las universidades no quieren generar
la carrera, porque consideran a las redes sociales como una moda, cosa de
chavitos y no contamos con perfiles definidos.
El profesor
que nos enseñó a tuitear
Daniela
Becerril estudió la licenciatura en comunicación y periodismo en la Facultad de
Estudios Superiores Acatlán de la UNAM y cuando le preguntan en qué trabaja,
responde: en el Social Media Team (equipo de redes sociales) de la agencia de
publicidad Newlinks. Como ella la mayoría no suele decir el nombre de sus
puestos en español, porque son modelos importados de Estados Unidos para los
que no hay traducción todavía.
Su
experiencia muestra el vertiginoso ascenso que se puede tener en esta
actividad. En menos de un año pasó de ser becaria a liderar a cuatro personas,
realizar reportes especializados en medición de redes sociales y ganar el
doble.
Para ella un
día normal implica tuitear y hacer informes sobre números de seguidores y de
menciones de diversas cuentas, ella es de las que cuenta los me gusta (en
Facebook), y mide el sentimiento de los internautas (o sea, sus opiniones
positivas, negativas y neutrales).
“Se me
facilita mucho el uso de redes sociales, además en la universidad dos maestros
nos incitaban a usarlas, a no quedarnos con los típicos métodos de enseñanza.
Por ejemplo, un profesor de apreciación cinematográfica, Salvador Mendiola, nos
dejaba ver películas y en las noches, mediante un hashtag (una etiqueta formada
por la almohadilla y una palabra, por ejemplo #cine) aportábamos comentarios o
nuestras dudas en Twitter. Otro nos enseñó a administrar el Time Line (línea
del tiempo donde aparecen los tuits), seguir medios de comunicación y
monitorear noticias”.
A sus 24
años está fascinada con su empleo, porque cambia muy rápido. Nadie puede ser un
experto, todos los días surge una red social nueva, y Facebook o Twitter, las
más conocidas, siempre están haciendo modificaciones.
Carreras que
combinen diseño, programación y negocios
Hace dos
años egresó de la universidad y Jesús Castillo ya es desarrollador de páginas
web en la trasnacional MacCann Erickson con un sueldo que duplica al de sus
colegas de impresos.
Cuando
cursaba Diseño de la Comunicación Gráfica en la UAM Xochimilco soñaba con ser
ilustrador de libros, pero conforme entró al mundo real advirtió que los
clientes pedían páginas web y no había quien resolviera esa necesidad, así que
tomó trabajos como free lance.
Un obstáculo
para cumplir esta tarea pudo ser que la mayoría de sus maestros no podía
brindarle asesoría. El profesor Felipe Maya fue el único y lo conocí hasta
décimo semestre, porque los demás no tenían ni idea de cómo hacer un sitio web,
algunos tienen 60 años y enseñan desde hace 30 lo mismo.
La ventaja
de este diseñador de 24 años es su condición de autodidacta. 90 por ciento de
lo que sé lo aprendí fuera, en diplomados o tutoriales. En ese tiempo salió una
página que se llama Lynda.com y me sirvió mucho.
Aunque se
declara en ventaja frente a diseñadores sin estudios universitarios, ya que
aprendió retórica en la UAM. Cualquiera puede aprender a hacer código HTML,
pero no argumentar o ejecutar una página para buscar persuadir al usuario.
Desea que en
su universidad haya una carrera que mezcle programación, diseño, estadística e
incluso materias de negociación y gestión de tiempos, porque los trabajos de
free lance son muy comunes en este campo. También cree que debe haber un área
para investigar las redes sociales como fenómeno social, porque Facebook tiene
poder de alcance y Twitter informa muy rápido.
La obsesión
por medir resultados en redes
Julio
Bautista recorrió el camino del periodismo tradicional hasta llegar a ser un
bloguero famoso (conocido como Rasek5) y actualmente es un estratega de redes
sociales en el Laboratorio Lansteiner Scientific. Trabajé diez años como
reportero. Por ego empecé a medir las cosas y como siempre he sido un
autodidacta he tomado esto como un reto, explica sobre su afición a las
métricas en redes sociales.
Auxiliado de
12 herramientas de Internet mide casi todo y ubica los perfiles de aquellos
usuarios más activos para convertirlos en embajadores de la marca. Luego planea
campañas publicitarias en Google, Youtube o Facebook, una tarea bastante
compleja, porque entran en juego muchas variables a diferencia de las pautas
habituales.
Así como
existe una carrera de Facebook en una universidad de Londres o de mercadotecnia
digital en Estados Unidos, dice que las instituciones mexicanas deberían crear
las suyas para profesionalizar estas carreras. De hecho sugiere algunas
especialidades: community manager y estratega en redes sociales, quien define
las métricas y diseña las pautas publicitarias en medios digitales.
“Las
universidades necesitan traer profesores de España o Estados Unidos, donde hay
más experiencia y luego tropicalizar los contenidos a las experiencias mexicanas”,
señala quien convirtió su pasión por las nuevas tecnologías en su modus
vivendi. (La Jornada)
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