La evaluación debe tener consecuencias: expertos

KARLA GARDUÑO

El Sistema Nacional de Evaluación que plantea la reciente Reforma Educativa debe considerar la complejidad del fenómeno educativo -que no solamente involucra a los maestros-, pero también debe tener consecuencias, coincidieron expertos reunidos en una mesa de debate.

Bajo el tema “De la Reforma Constitucional a la Reforma Educativa”, el foro convocado por Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México y Educación a Debate convocó a expertos que señalaron los elementos que deben estar considerados en la legislación secundaria, una vez publicada la reforma constitucional en materia educativa.

Carlos Mancera, ex subsecretario de Evaluación de la SEP; Rodolfo Ramírez, director de la revista Cero en Conducta; Sylvia Schmelkes, académica de la Universidad Iberoamericana, y Mónica Tapia, de la Coalición Ciudadana por la Educación, coincidieron al señalar que esta reforma no resolverá el problema de la mala calidad en la educación, pero sienta las bases para romper con el acuerdo corporativo entre el gobierno y el sindicato.

Contar con un sistema de evaluación controlado no desde la SEP, sino desde un órgano autónomo como será el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación es uno de los aportes de esta reforma educativa, reconoció Ramírez, quien ha sido también profesor de aula.

Sin embargo, advirtió Ramírez, “si no se diseña cuidadosamente el proceso de evaluación se abrirá un proceso injusto y punitivo, que destruirá el sistema moral y pedagógico de la educación”.

Para ello es necesario comprender la complejidad del desempeño docente, donde no sólo interviene el maestro mismo, sino que tiene que ver con que los estudiantes “llegan al aula con puntos de partida muy diferentes, los cuales tienen que ver con el nicho social en que han crecido”, explicó Ramírez.

Ramírez, como el resto de los ponentes, dejaron claro que lo más importante de esta reforma es profesionalizar la labor docente y no generar un clima de linchamiento hacia ellos.

“Hoy parece que ser profesor no sólo es despreciable, sino delictivo, hay un clima de linchamiento que hay que combatir”, dijo Ramírez.

En este contexto, la participación de los diversos actores en el proceso de construcción de las reformas secundarias al Artículo Tercero Constitucional resulta fundamental para definir los atributos que debe tener “el maestro ideal”.

“No existe una definición clara del docente idóneo, debe ser una construcción colectiva, no arbitraria, con la participación de directores y profesores de la escuela”.

La evaluación docente, entonces, de acuerdo con Ramírez, no puede llevarse a cabo a través de un documento escrito con opciones múltiples y debe contemplar un proceso apoyado desde las escuelas, lo que implica fortalecerlas y darles mayores atribuciones.

Además, Ramírez pugnó porque se establezca un examen de oposición para los cargos de directores y supervisores.

Buenos y malos maestros

Sylvia Schmelkes, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Ibero, destacó la necesidad de romper con el monopolio del SNTE en la educación, de manera que se asegure que las decisiones sean tomadas por quienes realmente conocen el sistema educativo y no por quien defiende algún interés.

“Limitar a que el SNTE defienda los derechos de sus agremiados y sí hacerle una consulta obligada, por que conocen de educación, pero no deben tomar ellos las decisiones”, advirtió Schmelkes.

La académica propuso incluso que las asociaciones profesionales no se limitaran al SNTE y que se abriera la posibilidad de contar con otras organizaciones.

Schmelkes reconoció que, aunque son pocos, existen malos maestros que si no mejoran no deberían estar en el sistema educativo.

“Lo importante es vincular la carrera docente al mejoramiento de su práctica. Por lo que es necesaria una evaluación”, señaló.

Pero coincidió con Ramírez al señalar que no se trata de una evaluación sencilla sobre conocimientos, sino que debe considerar qué hace el maestro con sus alumnos y también las posibilidades para mejorar, ya que hasta el momento la evaluación sólo se ha usado para controlar, premiar o castigar, pero no para mejorar.

Servicio Profesional Docente

Carlos Mancera, quien además de haber sido subsecretario de Evaluación en la SEP es consultor independiente, elevó la importancia de la reforma constitucional porque sienta las bases para una reforma de más calado, ya que “la evaluación puede producir cambios de gran importancia en el sistema educativo”.

Una evaluación confiable, objetiva y transparente, dijo, es el sustento para un Sistema Profesional Docente.

Para Mancera sí es posible evaluar sobre aspectos comunes que funcionan para todos los maestros enseñen donde enseñen. Hay funciones comunes para todos los maestros, aclaró, como la capacidad de construir un ambiente favorable al aprendizaje.

Los elementos diferenciadores de la evaluación serían entonces, cómo se evalúa, cuáles son los instrumentos y en qué deben fijarse evaluadores.

Sin embargo, advirtió, si se pide a los maestros un desempeño diferente en el aula, hay que lograr que las escuelas operen de manera diferente, aportando a la profesionalización de los maestros y con mayor independencia.

En pro de los maestros

Para Mónica Tapia, directora de Alternativas y Capacidades y miembro de la Coalición Ciudadana por la Calidad de la Educación, los mayores beneficiarios de esta reforma son los maestros; sin embargo, reconoció la incertidumbre que ha generado el tema de la evaluación.

“Sin evaluación no hay forma de cambiar la educación”, advirtió.

Pero esta evaluación debe tener consecuencias, agregó, porque los maestros deben ser profesionalizados y no tratados como trabajadores sindicalizados.

La activista habló de cómo los ciudadanos se han organizado en esta Coalición para proponer soluciones, algunas de las cuales han sido tomadas en cuenta en la nueva reforma educativa.

“Tenemos que ser muy firmes en no permitir que los logros que hemos tenido en estos años retrocedan por chantajes”, dijo. (Educación a debate)