Chile
lucha por educación pública
Los estudiantes
chilenos mostraron hoy su poder de convocatoria con una multitudinaria
manifestación en Santiago para exigir cambios en el
modelo educativo que lleven a la gratuidad de la enseñanza
y a terminar con el lucro.
Fue la primera
manifestación del año
convocada conjuntamente por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech),
que aglutina a los universitarios, y las organizaciones de alumnos de enseñanza
secundaria, y contó también
con el apoyo de los principales sindicatos del país.
El movimiento
estudiantil pretendía dar una señal
de unidad en un año clave para sus aspiraciones, con la
mira puesta en las elecciones presidenciales y parlamentarias que se celebraran
el próximo noviembre.
Una marea humana
-los organizadores cifraron en 150.000 los asistentes en la capital- se congregó
en la céntrica Plaza Italia y enfiló
la Alameda, la principal arteria santiaguina, rumbo a la Estación
Mapocho, donde finalizó la movilización.
La marcha transcurrió
en un ambiente pacífico y festivo, con actuaciones
musicales y mucho colorido por parte de los manifestantes, que portaban
carteles y banderas.
"Y va a caer, y
va a caer, la educación de Pinochet", fue una de las
consignas más coreadas por los asistentes, que
recordaban que el sistema educativo actual se implementó
durante el régimen militar (1973-1990).
Al final de la
manifestación, grupos aislados de jóvenes,
en su mayoría encapuchados, se enfrentaron con la
Policía en una escena que se repite en todas
las marchas estudiantiles.
Los incidentes se
sucedieron en varios puntos del centro de la capital, y Carabineros (Policía
militarizada) empleó gases lacrimógenos
y chorros de agua para dispersar a los revoltosos.
Las manifestaciones
se repitieron en otras ciudades del país, entre ellas Iquique, La Serena,
Valparaíso, Chillán,
Concepción, Temuco y Valdivia.
Tras un año
2012 en que el conflicto estudiantil bajó de intensidad, sus demandas han
irrumpido con fuerza en estos primeros meses del año
y se han colado a la agenda política, donde esperan ejercer algún
tipo de presión con miras a las elecciones de
noviembre.
Los reclamos, a
grandes rasgos, son los mismos que cuando surgió
el movimiento estudiantil en 2011: la gratuidad de la educación
en todos los niveles y terminar con el lucro, una actividad prohibida por ley
pero que las instituciones practican recurriendo a resquicios legales.
Este último
punto ha estado sobre el tapete durante las últimas
semanas con la suspensión de sus funciones del ministro de
Educación, Harald Beyer, que fue acusado por la
mayoría opositora en la Cámara
de Diputados de no fiscalizar el lucro en la enseñanza.
El presidente de la
Federación de Estudiantes de la Universidad de
Chile (FECH), Andrés Fielbaum, advirtió
hoy que no permitirán que ningún
candidato a la presidencia utilice las reivindicaciones del movimiento
estudiantil para ganar votos.
"No vamos a
permitir que ningún candidato llegue, agarre nuestras
demandas y las manosee", dijo Fielbaum en una rueda de prensa antes de la
manifestación.
El dirigente criticó
a la expresidenta Michelle Bachelet, que aspira a ser la candidata de la
oposición, y que esta semana anunció
que si gana las elecciones buscará reformar la educación
y prohibir el lucro, aunque avisó que no es partidaria de la enseñanza
gratuita universal.
"Las señales
que ha dado Bachelet es que su prioridad será
seguir garantizando la estabilidad a los empresarios", dijo Fielbaum, quien
consideró que la exmandataria quiere
"transformar" sus consignas.
"Cuando decimos
que queremos una educación gratuita para todos es porque
entendemos que la educación es un derecho, y los derechos o son
para todos, o no son derechos", aclaró el dirigente de la FECH.
Las universidades
chilenas tienen matrículas muy costosas que obligan a muchos
estudiantes a pedir créditos bancarios para financiar sus
estudios, y que después tardan años
en pagar.
El Gobierno
conservador de Sebastián Piñera
ha impulsado programas de becas y otras ayudas, aunque los estudiantes exigen
una reforma profunda al sistema.
"La principal
diferencia entre el Chile de 2010 y el de 2013, aunque transformaciones
concretas ha habido bien pocas, es que la mayoría
del país entiende que es posible soñar
con un país distinto", apuntó
Fielbaum. (Crónica de hoy)
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