En
educación superior ¿más de lo mismo?
MANUEL
GIL
Ante
la reforma a la educación básica, la situación del nivel superior ha quedado en
la penumbra. ¿Habrá continuidad o cambio, paulatino y prudente, en las
condiciones para la carrera académica que ya tienen más de 20 años, o 25 al
considerar su origen con la creación del Sistema Nacional de Investigadores
(SNI). No siempre la continuidad es positiva.
Prolongar
acciones sin reflexión crítica es terquedad. El hilo conductor para el
desarrollo de la vida académica, entre siglos, ha sido la lógica que a través
de monedas adicionales se propuso resolver el impacto de la crisis económica de
los ochenta del siglo XX sobre los ingresos de los profesores, pero, sobre
todo, paliar la carencia de autoridad académica en las Instituciones de
Educación Superior (IES).
Una
vez iniciada la estrategia, el despacho de abundante dinero adicional al
salario se usó para modular los rasgos y trayectoria de los académicos (hacia
la deseable, única y
universal
según la ignorancia de sus promotores) con base en un solo modelo: el profesor
investigador. Era su foto. El poderoso caballero modificó hábitos de consumo,
propició
algunos
cambios positivos, pero no produjo una tradición académica sólida: no puede. Ha
establecido como ideal de académico de tiempo completo, y la meta de la
profesión, a un profesor que con 30 años de antigüedad es, de manera creciente,
trabajador a destajo.
Veamos
el caso del Dr. Equis, ubicado en la máxima categoría del tabulador. Cobra,
netos, cada mes —por salario, antigüedad y prestaciones pactadas en el Contrato
Colectivo— cerca de 33 mil pesos. Desde 1990, se originaron en su institución
pagos adicionales, no contractuales. Son las becas y estímulos o primas al
desempeño. No causan impuestos. Como acepta que se evalúe (¿o contabilice?) su
trabajo, le transfieren monedas por una cifra aproximada a 42 mil pesos. Del
total de sus ingresos, entonces, la parte inestable pues los montos se fijan
cada año de acuerdo a la disponibilidad financiera de la universidad, es el
53%. Los bonos son más del doble que el sueldo.
Pertenece
al nivel III del SNI. Es otro mecanismo, externo a las IES, de otorgar
sobresuelos y, por el mismo trabajo que realiza, gana 30 mil pesos libres más.
En total, 105 mil. Por fuera de la relación contractual recibe 70 centavos de
cada peso.
Cuando
se jubile, de acuerdo a la ley, sus ingresos serán 10 salarios mínimos, 18 mil
pesos, lo que significa perder 87 mil pesos mensuales pues las becas y primas
cesan al dejar el trabajo, lo mismo que el estipendio del SNI y el seguro de
gastos médicos mayores. Por eso, los profesores (el promedio de edad de la
planta académica de tiempo completo es de 53 años) no se retiran, obstruyendo
la entrada de jóvenes: han
decidido
seguir así hasta el final. Dadas las reglas (no es un asunto de maldad: es
requisito estructural de sobrevivencia) trabaja para las comisiones que
dictaminan, dentro y fuera de su establecimiento, procurando hacer lo que más
centavos rinda. El foco de atención es obtener esos recursos, pues además son
signo de calidad y prestigio. ¿Estudiar, atender a los estudiantes o apoyar a
su institución? No rinde casi.
Equis
es parte de la élite de la academia en México. Quizá sean 3 mil de 80 mil
profesores de tiempo completo en todo el país. Pero son los modelos a lograr:
quiero ser como él, dice un joven recién contratado; ya mero le llego, afirma
un profesor con menos antigüedad y experiencia que “sólo” recibe, por fuera del
salario, el 25 o el 40%.
¿A
dónde va un sistema educativo en el que sus actores centrales están orientados
por dinero inestable, convertible muchas veces en soberbia? La nueva
administración, ¿hará algo al respecto? ¿Preferirá no mover las aguas? ¿Dará
continuidad a un plan de corto plazo que se convirtió en norma y guía de los
profesores universitarios? En vez de retornar, poco a poco, a la noción de
trabajo decente, ¿el nuevo subsecretario y quien dirige al Conacyt dirán, como
los fundadores: no hay de otra?
La
desmesura del “pago por mérito”, impensable en otra parte del mundo, ¿consolida
la planta académica del futuro? No. Vamos al despeñadero: veloces, con carro
nuevo, al oscuro futuro de la academia en México. ¡Echen paja! Publicado
en El Universal. Retomado de Educación a debate.
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