Daniel Solorio Ramírez,
personaje del Año en Zeta
REDACCIÓN
En el
marco de la última sucesión en Rectoría de la Universidad Autónoma de Baja
California (UABC), un grupo de académicos –destacados por su poderosa voz
crítica entre una población de 60 mil universitarios- apuntaron al interior de
la Máxima Casa de Estudios para desmenuzar con sesudos argumentos el proceso de
elección y las marcadas contradicciones que emergieron para atropelladamente
definir a quien habría de dirigir la institución.
Así
surgió el Observatorio Académico Universitario, donde destacó un abogado
mexicalense, prestigiado por su limpio ejercicio profesional, y su siempre
irónica y rebelde postura. A cambio
Daniel Solorio Ramírez consiguió ser despedido, pero este penoso hecho no lo
doblegó.
Eso no es
todo. La cúpula del poder en la UABC se fue con todo contra el académico
universitario, demorándole el juicio laboral.
Incluso han buscado desprestigiarlo y exhibirlo, pero nada parece
detenerlo en cuanto a sus siempre bien fundamentados señalamientos en contra
del grupo que encabeza el ex-rector de la Máxima Casa de Estudios, Alejandro
Mungaray Lagarda, actual secretario de Desarrollo Económico del gobierno
estatal y miembro de la Junta de Gobierno de la UABC –donde ha enquistado a sus
afines-, desde la cual controla todo lo que tiene que ver con el entorno universitario.
“La
Universidad cayó en manos de un grupo de vándalos”, sostiene el abogado
cachanilla egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con
cerca de 37 años de antigüedad en las filas de la UABC, donde ha sido director
de la Facultad de Derecho, consejero universitario, abogado general y de donde
fue despedido en marzo de 2012.
“Hay la
percepción de que quien gobierna no es Felipe Cuamea”, sostiene Solorio en
alusión al actual rector de la UABC, quien llegóa asumir la directiva sumamente
cuestionado.
A nueve
meses de su despido de la UABC –lo acusaron de faltar dos semanas seguidas a
labores, de litigar desde su cubículo, de descuidar su trabajo-, el caso de
Daniel Solorio en la Junta de Conciliación no ha llegado ni siquiera a la
primera audiencia, debido a las tácticas dilatorias utilizadas por los abogados
de la institución. Incluso sus
detractores han procurado que acepte jubilarse.
“El
abogado general de la Universidad, Roberto Castro Pérez, precisó que no había
modo de negociar nada si mi posición era ser reinstalado; que se podía negociar
cualquier cosa, no la reinstalación”, explica Solorio Ramírez, quien comenta
que dicha versión la hicieron suya todos los integrantes de la Comisión Mixta
de Conciliación, organismo interno universitario donde la mitad no son
subordinados de Rectoría; también están emparentados con Alejandro Mungaray.
“Me
parece un poco cómico esa expresión que usan: ‘La Universidad no acepta’, es
muy divertido porque es como si ellos fueran la Universidad”, argumenta el
abogado constitucionalista, quien a la par afirma que le insinuaron una jugosa
jubilación y hasta una especie de “pilón”, aparte de la pensión y prestaciones
que por Ley le corresponden.
“Las
jubilaciones no pueden ser forzosas en ningún lado, y menos en la
Universidad. La experiencia de un
académico es una institución educativa, la edad, sirven mucho en cuanto a lo
que puedes aportar a la comunidad académica”, enfatiza Solorio, quien recuerda
su ingreso a la UNAM allá por los años setenta, época en que fue formado por
maestros que tenían tanta experiencia como edad.
“Me
parece que es como doblegarse a un acto abusivo, por dinero”, opina el maestro
universitario en respuesta al por qué no aceptar la jubilación en esas
circunstancias.
Solorio
Ramírez dice no considerarse un defensor de la institución universitaria, pero
amplía: “Si se me expulsa de esa manera y yo lo consiento, es sentar un
precedente que afecta a otros cinco mil profesores. Pienso que tengo una especie de deber de no consentir
un abuso de ese tipo. No es solo por mí,
sino una comunidad universitaria que queda a merced del atropello, del abuso”.
Solorio
se asume parte de un grupo de académicos que consolidó una posición
contestataria y sumamente crítica frente al gobierno de la UABC: “Me escogieron
a mí tal vez porque era uno de los que escribían cosas quizá más agudas. Me parece que me escogieron como para darle
un escarmiento a ese pequeño grupo, pero además a muchas más gentes que también
expresaban, aunque sea soterradamente, su repudio a los procedimientos del
gobierno de la UABC”.
Uno de
los puntos cruciales al desatarse el proceso de sucesión, se relacionó con la
imposición de Felipe Cuamea como rector.
“A chaleco lo hicieron rector, lo pusieron ahí sin lograr hacerlo
legalmente rector’, denuncia el abogado, quien considera que Alejandro Mungaray
ha orquestado el amañado nombramiento en la Universidad.
“Todo
esto no tiene sentido si no es por el control que Alejandro Mungaray logró
tener, con el apoyo del gobierno estatal, o por lo menos solapado por el
gobierno estatal respecto al gobierno de la UABC”, indica el académico, hoy
expulsado de las filas laborales de la llamada Máxima Casa de Estudios.
Sobre el
gobierno de la Universidad y las designaciones en Rectoría, Solorio opina que
durante años la decisión dependía del Ejecutivo estatal en turno. Desde su óptica, el primer rector que
realmente nombró la Junta de Gobierno –“se acababa de ir el PRI y el PAN no
acababa de llegar”- fue Luis Llorens Báez, en 1991.
“La Junta
de Gobierno nunca ha podido ser realmente autónoma, en cuanto a que sus
integrantes verdaderamente asuman por cuenta propia la responsabilidad de
definir quien va a ser el próximo rector”, plantea Daniel Solorio, y considera
que durante años las decisiones al interior de la Junta eran impulsadas por
Héctor Gallego García.
“Pero
llegó Mungaray y le quitó la Junta de Gobierno a Gallego, de ahí para acá la
Junta la controla Mungaray”, agrega el ex-director de la Facultad de Derecho,
sin dejar pasar por alto el hecho de que a nivel nacional hay muchas voces que
opinan que la Junta de Gobierno es el mecanismo más adecuado para elegir a los
rectores universitarios, aunque discrepan en cuanto el número de integrantes
que deben tener estos organismos, o cómo los mismos deben ser votados.
Pero
también recuerda el comentario vertido recientemente por Imano Ordorika –uno de
los líderes universitarios a finales de los ochenta- al preguntarle su postura
acerca del papel que juegan las Juntas como mecanismos para la designación de
los rectores. “Son la peor plaga que
puede haber sobre las universidades mexicanas, hay que erradicarlas,” fue la
respuesta del ahora funcionario de la UNAM.
En cuanto
a su despido, Solorio Ramírez explica que ha acudido a tres instancias –dos que
aún quedan abiertas y la otra ya se encuentra cerrada-. Éstas son la Comisión Mixta de Conciliación,
La Junta de Conciliación y Arbitraje, y la Procuraduría de los Derechos Humanos
y Protección Ciudadana.
De la
primera –copada por funcionarios- el fallo que se emitió fue adverso para el
abogado. En cuanto a la PDH, la denuncia
ha seguido un proceso sumamente lento, además de incluir la declaración de
varios maestros de la Facultad de Derecho, como Luis Javier Garavito, Ricardo
Rodríguez Jacobo y Marina del Pilar Olmedo, voces a las que se han sumado
algunos alumnos.
De
acuerdo a Solorio, la Procuraduría de los Derechos Humanos le solicitó un
informe a Rectoría, y con la firma de Felipe Cuamea, se turnó un oficio a la
PDH donde el rector afirma que no participará en la fase conciliatoria, en
función de la posición de Daniel Solorio, quien busca regresard a sus labores
docentes en la institución universitaria.
“Han dicho que si flexibilizo mi posición, entonces acudirá a conciliar,
si acepto que no se puede conciliar lo de mi retorno a la UABC”.
Solorio
caracteriza como dramático el que “una persona que dice representar a la
Universidad asuma que es la Universidad, así lo dice en el escrito, que ‘ésta
Universidad no lo acepta’”.
En relación
al juicio laboral que se desarrolla en la Junta Local de Conciliación y
Arbitraje, el abogado despedido explica: “El proceso está siendo
deliberadamente entorpecido paso a paso, para que dure años. A casi nueve meses de la recisión, todavía no
se logra concluir la primera audiencia”, precisa en función de que aún no se
llega a la etapa procesal donde Rectoría tendrá que mostrar las pruebas que
justifiquen el despido.
“Está
luchando denodadamente para que esta etapa no llegue”, manifiesta Solorio, para
después ejemplificar con uno de los últimos movimientos realizados por los
abogados de Rectoría, donde recurrieron a la figura del Tercer Interesado en el
juicio, solicitando la comparecencia de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, y la Secretaría de Educación Pública.
Eso ha implicado utilizar un largo camino para emplazarlos en sus
domicilios en la Ciudad de México y notificarlos oficialmente, paso que todavía
no se ha completado.
Del
Observatorio Académico Universitario, el abogado constitucionalista considera
que éste se ha sostenido como tal y ha seguido una línea muy crítica. En cuanto el gobierno universitario, Daniel
Solorio subraya que la presión del Observatorio los ha obligado a abrir algunos
procedimientos, como son las sesiones de la Junta de Gobierno y del Consejo
Universitario, permitiendo que sean transmitidas por Internet. “Parece que ha sido por la presión política
que ha habido en el exterior, y el Observatorio ha tenido ese mérito”, asume el
constitucionalista.
Para
Solorio, el ejercicio de gobierno del actual rector, Felipe Cuamea, no puede
entenderse sin la figura de Alejandro Mungaray, de quien opina, no solo tiene
metidas las manos, sino también los pies.
“Nunca la
UABC vivió una situación tan dramática.
Esto empezó con Gabriel Estrella pero hizo crisis con Cuamea. Hasta antes de eso, cualquier persona podía
saber que el que estaba ahí como rector, él mandaba, no había más que él;
arbitrario y lo que quieras, pero él mandaba.
Ahora con Cuamea existe la generalizada idea de que él no es el rector,
de que es un hombre de paja, de que él no es el que toma las decisiones”, dice
en alusión a la fuerza de Mungaray.
Finalmente
ZETA le pregunta a Daniel Solorio Ramírez si vale la pena correr tanto riesgo,
vivir el despido y acoso del grupo de poder de la UABC, y cuál es el apredizaje
de todo esto:
“La
Universidad me ha dado un cobijo casi 37 años, yo soy un gran beneficiario de
la UABC, la he vivido por muchos años y he disfrutado mucho la vida
universitaria. No quiero usar la palabra
cobardía porque es una palabra dura. Me
parecería un acto de ingratitud mía que me forren de dinero ahorita en una
época difícil para la UABC.
“Tengo la
convicción personal de que ésta no es una época difícil para mí –que
también lo es-, pero es una época muy
difícil para la Universidad Autónoma de Baja California porque cayó en manos de
un grupo de vándalos. Me parece que
Mungaray está vandalizando la UABC…”, concluye Solorio.
La Pugna
por la Rectoría
La lucha
por el control de la cúpula universitaria se desató en la coyuntura del relevo
en Rectoría, tras cumplirse los cuatro años de Gabriel Estrella
Valenzuela. El 10 de septiembre de 2010,
la Junta de Gobierno de la Máxima Casa de Estudios –encabezada entonces por
Luis Llorens Báez- emitió la convocatoria para la designación del rector que
ocuparía el cargo de diciembre de ese año, hasta finales de 2014.
Al
cerrarse el registro se habían anotado 24 aspirantes, pero un mes después, la
Junta de Gobierno de la UABC anunció que se había recortado a 18 y solo
quedaron cuatro finalistas: Felipe Cuamea (quien fungía como secretario
general), Juan José Sevilla, Benjamín Valdez y Juan Manuel Ocegueda.
A la par,
un grupo de profesores universitarios de todo el estado habían conformado un
organismo –el Observatorio Académico Universitario-, cuyo eje fiundamental
consistió en crear un portal en internet que alimentaban con artículos,
análisis y notas de prensa no solo al proceso de relevo en Rectoría; también
información relacionada con la educación superior en todo el país.
Claro que
entre este mar de información sobresalían las columnas de académicos –algunos
miembros del mismo OAU-, relacionadas con el inminente cambio en la cúpula
universitaria.
De
acuerdo al calendario, el rector debía elegirse la primera semana de diciembre,
pues tomaría posesión antes del día 8, al vencerse los cuatro años del entonces
titular, Gabriel Estrella Valenzuela.
El
mecanismo para elegir al nuevo rector tronó por su propio peso, ya que de
acuerdo a la Ley Orgánica de la UABC, los once elementos de la Junta de
Gobierno designan al rector, pero en el Reglamento se añadió un pequeño
candado: que la decisión fuese con al menos siete votos de los integrantes de
la Junta.
El caso
es que al interior de la Junta de Gobierno –el organimos cúpula, el que decide
por cerca de 50 mil universitarios-, la situación se polarizó y las votaciones
marcaron una suerte de empate técnico, 5 contra 6. De un lado el propio presidente y el secretario,
Luis Llorens y Margarito Quintero, a quienes se sumaron el ex-rector Luis
Javier Garavito, la maestra Rosa Imelda Rojas y el ex-presidente del Patronato
Leonel Cota, que conformaron el llamado G5.
Eran cinco votos a favor de Juan José Sevilla.
Del otro
lado la cabeza visible era el ex-rector Alejandro Mungaray Largarda, ahora
titular de Desarrollo Económico en el gobierno estatal que encabeza el panista
José Guadalupe Osuna Millán. Se sumaron
Héctor Baro, Tonatiuh Guillén (titular de El Colegio de la Frontera Norte en
Tijuana), José Román Lizárraga y Martín Montaño, el ex-director de la Escuela
de Ciencias Veterinarias. Este grupo se
había conformado desde la administración en Rectoría que encabezó Alfredo Félix
Buenrostro Ceballos. Éstos eran seis
votos a favor de Cuamea.
Con los
sucesivos empates a la hora de las votaciones, el plazo se vino encima y el 6
de diciembre, al cumplirse el periodo de Gabriel Estrella al frente de
Rectoría, éste fue relevado por Felipe Cuamea Velázquez en su doble carácter de
secretario general de la UABC, y a la vez aspirante finalista a la silla de
rector.
Pero
Cuamea no se quedó quieto, y de inmediato empezó a realizar una serie de
cambios en puestos clave del ajedrez universitario, como fue el caso de las
tres vicerrectorías, donde empezó a acomodar a su gente.
Entonces
se vino el peso del relevo, recayendo en un miembro de la Junta: Leonel
Cota. La discusión pública tuvo que ver
con si se debía salir del organismo –estando en pleno proceso de elección del
rector-, o en su caso, esperar hasta que la balanza de definiera hacia alguno
de los lados.
El 19 de
enero de 2011, Cota interpuso un amparo contra la posibilidad de ser relevado
en la sesión del Consejo Universitario, punto que ya estaba en el Orden del Día
de la reunión. Al día siguiente, el
Consejo Universitario sesionó en Tecate y acordóo remover a Leonel Cota de la
Junta, designando en su lugar a la ensenadense Edna Luna Serrano. Al día siguiente, 21 de enero, la Junta
sesionó y Llorens presentó su informe, en su lugar en la presidencia se designó
al tijuanense Fernando Jiménez Codinach.
El 24 de enero el Juzgado de Distrito negó el amparo a Leonel Cota, y al
día siguiente se agendó la sesión de la Junta de Gobierno en Tecate, arrancando
con solo seis de sus integrantes, con la ausencia de Llorens, Garavito, Rojas,
Quintero y el recién destituido Cota.
Ahí mismo los seis integrantes de la Junta tomaron la protesta a Luna
Serrano y posteriormente se van a la votación para designar al nuevo rector de
la UABC, recayendo la decisión –por supuesto-en Felipe Cuamea Velázquez, quien
ya estaba en funciones. “Madruguete en
la UABC”, cabeceó ZETA.
La tarde
del 13 de marzo de 2011, un funcionario del área de Prestaciones Económicas de
la Rectoría de la UABC notificó a Daniel Solorio Ramírez de su despido, bajo el
argumento de que había faltado a impartir sus clases por más de una semana y de
manera continua. También lo acusaron de
litigar desde su espacio académico, en el que tenía 37 años de antigüedad.
Solorio y
el reducido equipo que conformó el Observatorio Académico Universitario habían
sido el eje que aglutinó las críticas al atropellado proceso de relevo en la
Rectoría de la Universidad Autónoma de Baja California. Incluso decenas de académicos, estudiantes y
amigos encabezaron un mitín frente a las oficinas de Rectoría en Mexicali, lo
que hacía años no se veía en espacios universitarios. Publicado por Zeta. Retomado Educación a debate.
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