Publicación independiente fundada el 15 de mayo de 2009.

Director: Luis Gerardo Martínez García
Contacto: sinrecreo@hotmail.com
WhatsApp: 2281133188

miércoles, 9 de enero de 2013


Daniel Solorio Ramírez, personaje del Año en Zeta
REDACCIÓN

En el marco de la última sucesión en Rectoría de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), un grupo de académicos –destacados por su poderosa voz crítica entre una población de 60 mil universitarios- apuntaron al interior de la Máxima Casa de Estudios para desmenuzar con sesudos argumentos el proceso de elección y las marcadas contradicciones que emergieron para atropelladamente definir a quien habría de dirigir la institución.

Así surgió el Observatorio Académico Universitario, donde destacó un abogado mexicalense, prestigiado por su limpio ejercicio profesional, y su siempre irónica y rebelde postura.  A cambio Daniel Solorio Ramírez consiguió ser despedido, pero este penoso hecho no lo doblegó.

Eso no es todo. La cúpula del poder en la UABC se fue con todo contra el académico universitario, demorándole el juicio laboral.  Incluso han buscado desprestigiarlo y exhibirlo, pero nada parece detenerlo en cuanto a sus siempre bien fundamentados señalamientos en contra del grupo que encabeza el ex-rector de la Máxima Casa de Estudios, Alejandro Mungaray Lagarda, actual secretario de Desarrollo Económico del gobierno estatal y miembro de la Junta de Gobierno de la UABC –donde ha enquistado a sus afines-, desde la cual controla todo lo que tiene que ver con el entorno universitario.

“La Universidad cayó en manos de un grupo de vándalos”, sostiene el abogado cachanilla egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con cerca de 37 años de antigüedad en las filas de la UABC, donde ha sido director de la Facultad de Derecho, consejero universitario, abogado general y de donde fue despedido en marzo de 2012.

“Hay la percepción de que quien gobierna no es Felipe Cuamea”, sostiene Solorio en alusión al actual rector de la UABC, quien llegóa asumir la directiva sumamente cuestionado.

A nueve meses de su despido de la UABC –lo acusaron de faltar dos semanas seguidas a labores, de litigar desde su cubículo, de descuidar su trabajo-, el caso de Daniel Solorio en la Junta de Conciliación no ha llegado ni siquiera a la primera audiencia, debido a las tácticas dilatorias utilizadas por los abogados de la institución.  Incluso sus detractores han procurado que acepte jubilarse.

“El abogado general de la Universidad, Roberto Castro Pérez, precisó que no había modo de negociar nada si mi posición era ser reinstalado; que se podía negociar cualquier cosa, no la reinstalación”, explica Solorio Ramírez, quien comenta que dicha versión la hicieron suya todos los integrantes de la Comisión Mixta de Conciliación, organismo interno universitario donde la mitad no son subordinados de Rectoría; también están emparentados con Alejandro Mungaray.

“Me parece un poco cómico esa expresión que usan: ‘La Universidad no acepta’, es muy divertido porque es como si ellos fueran la Universidad”, argumenta el abogado constitucionalista, quien a la par afirma que le insinuaron una jugosa jubilación y hasta una especie de “pilón”, aparte de la pensión y prestaciones que por Ley le corresponden.

“Las jubilaciones no pueden ser forzosas en ningún lado, y menos en la Universidad.  La experiencia de un académico es una institución educativa, la edad, sirven mucho en cuanto a lo que puedes aportar a la comunidad académica”, enfatiza Solorio, quien recuerda su ingreso a la UNAM allá por los años setenta, época en que fue formado por maestros que tenían tanta experiencia como edad.

“Me parece que es como doblegarse a un acto abusivo, por dinero”, opina el maestro universitario en respuesta al por qué no aceptar la jubilación en esas circunstancias.

Solorio Ramírez dice no considerarse un defensor de la institución universitaria, pero amplía: “Si se me expulsa de esa manera y yo lo consiento, es sentar un precedente que afecta a otros cinco mil profesores.  Pienso que tengo una especie de deber de no consentir un abuso de ese tipo.  No es solo por mí, sino una comunidad universitaria que queda a merced del atropello, del abuso”.

Solorio se asume parte de un grupo de académicos que consolidó una posición contestataria y sumamente crítica frente al gobierno de la UABC: “Me escogieron a mí tal vez porque era uno de los que escribían cosas quizá más agudas.  Me parece que me escogieron como para darle un escarmiento a ese pequeño grupo, pero además a muchas más gentes que también expresaban, aunque sea soterradamente, su repudio a los procedimientos del gobierno de la UABC”.

Uno de los puntos cruciales al desatarse el proceso de sucesión, se relacionó con la imposición de Felipe Cuamea como rector.  “A chaleco lo hicieron rector, lo pusieron ahí sin lograr hacerlo legalmente rector’, denuncia el abogado, quien considera que Alejandro Mungaray ha orquestado el amañado nombramiento en la Universidad.

“Todo esto no tiene sentido si no es por el control que Alejandro Mungaray logró tener, con el apoyo del gobierno estatal, o por lo menos solapado por el gobierno estatal respecto al gobierno de la UABC”, indica el académico, hoy expulsado de las filas laborales de la llamada Máxima Casa de Estudios.

Sobre el gobierno de la Universidad y las designaciones en Rectoría, Solorio opina que durante años la decisión dependía del Ejecutivo estatal en turno.  Desde su óptica, el primer rector que realmente nombró la Junta de Gobierno –“se acababa de ir el PRI y el PAN no acababa de llegar”- fue Luis Llorens Báez, en 1991.

“La Junta de Gobierno nunca ha podido ser realmente autónoma, en cuanto a que sus integrantes verdaderamente asuman por cuenta propia la responsabilidad de definir quien va a ser el próximo rector”, plantea Daniel Solorio, y considera que durante años las decisiones al interior de la Junta eran impulsadas por Héctor Gallego García.

“Pero llegó Mungaray y le quitó la Junta de Gobierno a Gallego, de ahí para acá la Junta la controla Mungaray”, agrega el ex-director de la Facultad de Derecho, sin dejar pasar por alto el hecho de que a nivel nacional hay muchas voces que opinan que la Junta de Gobierno es el mecanismo más adecuado para elegir a los rectores universitarios, aunque discrepan en cuanto el número de integrantes que deben tener estos organismos, o cómo los mismos deben ser votados.

Pero también recuerda el comentario vertido recientemente por Imano Ordorika –uno de los líderes universitarios a finales de los ochenta- al preguntarle su postura acerca del papel que juegan las Juntas como mecanismos para la designación de los rectores.  “Son la peor plaga que puede haber sobre las universidades mexicanas, hay que erradicarlas,” fue la respuesta del ahora funcionario de la UNAM.

En cuanto a su despido, Solorio Ramírez explica que ha acudido a tres instancias –dos que aún quedan abiertas y la otra ya se encuentra cerrada-.  Éstas son la Comisión Mixta de Conciliación, La Junta de Conciliación y Arbitraje, y la Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana.

De la primera –copada por funcionarios- el fallo que se emitió fue adverso para el abogado.  En cuanto a la PDH, la denuncia ha seguido un proceso sumamente lento, además de incluir la declaración de varios maestros de la Facultad de Derecho, como Luis Javier Garavito, Ricardo Rodríguez Jacobo y Marina del Pilar Olmedo, voces a las que se han sumado algunos alumnos.

De acuerdo a Solorio, la Procuraduría de los Derechos Humanos le solicitó un informe a Rectoría, y con la firma de Felipe Cuamea, se turnó un oficio a la PDH donde el rector afirma que no participará en la fase conciliatoria, en función de la posición de Daniel Solorio, quien busca regresard a sus labores docentes en la institución universitaria.  “Han dicho que si flexibilizo mi posición, entonces acudirá a conciliar, si acepto que no se puede conciliar lo de mi retorno a la UABC”.

Solorio caracteriza como dramático el que “una persona que dice representar a la Universidad asuma que es la Universidad, así lo dice en el escrito, que ‘ésta Universidad no lo acepta’”.

En relación al juicio laboral que se desarrolla en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, el abogado despedido explica: “El proceso está siendo deliberadamente entorpecido paso a paso, para que dure años.  A casi nueve meses de la recisión, todavía no se logra concluir la primera audiencia”, precisa en función de que aún no se llega a la etapa procesal donde Rectoría tendrá que mostrar las pruebas que justifiquen el despido.

“Está luchando denodadamente para que esta etapa no llegue”, manifiesta Solorio, para después ejemplificar con uno de los últimos movimientos realizados por los abogados de Rectoría, donde recurrieron a la figura del Tercer Interesado en el juicio, solicitando la comparecencia de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y la Secretaría de Educación Pública.  Eso ha implicado utilizar un largo camino para emplazarlos en sus domicilios en la Ciudad de México y notificarlos oficialmente, paso que todavía no se ha completado.

Del Observatorio Académico Universitario, el abogado constitucionalista considera que éste se ha sostenido como tal y ha seguido una línea muy crítica.  En cuanto el gobierno universitario, Daniel Solorio subraya que la presión del Observatorio los ha obligado a abrir algunos procedimientos, como son las sesiones de la Junta de Gobierno y del Consejo Universitario, permitiendo que sean transmitidas por Internet.  “Parece que ha sido por la presión política que ha habido en el exterior, y el Observatorio ha tenido ese mérito”, asume el constitucionalista.

Para Solorio, el ejercicio de gobierno del actual rector, Felipe Cuamea, no puede entenderse sin la figura de Alejandro Mungaray, de quien opina, no solo tiene metidas las manos, sino también los pies.

“Nunca la UABC vivió una situación tan dramática.  Esto empezó con Gabriel Estrella pero hizo crisis con Cuamea.  Hasta antes de eso, cualquier persona podía saber que el que estaba ahí como rector, él mandaba, no había más que él; arbitrario y lo que quieras, pero él mandaba.  Ahora con Cuamea existe la generalizada idea de que él no es el rector, de que es un hombre de paja, de que él no es el que toma las decisiones”, dice en alusión a la fuerza de Mungaray.

Finalmente ZETA le pregunta a Daniel Solorio Ramírez si vale la pena correr tanto riesgo, vivir el despido y acoso del grupo de poder de la UABC, y cuál es el apredizaje de todo esto:

“La Universidad me ha dado un cobijo casi 37 años, yo soy un gran beneficiario de la UABC, la he vivido por muchos años y he disfrutado mucho la vida universitaria.  No quiero usar la palabra cobardía porque es una palabra dura.  Me parecería un acto de ingratitud mía que me forren de dinero ahorita en una época difícil para la UABC.

“Tengo la convicción personal de que ésta no es una época difícil para mí –que también  lo es-, pero es una época muy difícil para la Universidad Autónoma de Baja California porque cayó en manos de un grupo de vándalos.  Me parece que Mungaray está vandalizando la UABC…”, concluye Solorio.

La Pugna por la Rectoría

La lucha por el control de la cúpula universitaria se desató en la coyuntura del relevo en Rectoría, tras cumplirse los cuatro años de Gabriel Estrella Valenzuela.  El 10 de septiembre de 2010, la Junta de Gobierno de la Máxima Casa de Estudios –encabezada entonces por Luis Llorens Báez- emitió la convocatoria para la designación del rector que ocuparía el cargo de diciembre de ese año, hasta finales de 2014.

Al cerrarse el registro se habían anotado 24 aspirantes, pero un mes después, la Junta de Gobierno de la UABC anunció que se había recortado a 18 y solo quedaron cuatro finalistas: Felipe Cuamea (quien fungía como secretario general), Juan José Sevilla, Benjamín Valdez y Juan Manuel Ocegueda.

A la par, un grupo de profesores universitarios de todo el estado habían conformado un organismo –el Observatorio Académico Universitario-, cuyo eje fiundamental consistió en crear un portal en internet que alimentaban con artículos, análisis y notas de prensa no solo al proceso de relevo en Rectoría; también información relacionada con la educación superior en todo el país.

Claro que entre este mar de información sobresalían las columnas de académicos –algunos miembros del mismo OAU-, relacionadas con el inminente cambio en la cúpula universitaria.

De acuerdo al calendario, el rector debía elegirse la primera semana de diciembre, pues tomaría posesión antes del día 8, al vencerse los cuatro años del entonces titular, Gabriel Estrella Valenzuela.

El mecanismo para elegir al nuevo rector tronó por su propio peso, ya que de acuerdo a la Ley Orgánica de la UABC, los once elementos de la Junta de Gobierno designan al rector, pero en el Reglamento se añadió un pequeño candado: que la decisión fuese con al menos siete votos de los integrantes de la Junta.

El caso es que al interior de la Junta de Gobierno –el organimos cúpula, el que decide por cerca de 50 mil universitarios-, la situación se polarizó y las votaciones marcaron una suerte de empate técnico, 5 contra 6.  De un lado el propio presidente y el secretario, Luis Llorens y Margarito Quintero, a quienes se sumaron el ex-rector Luis Javier Garavito, la maestra Rosa Imelda Rojas y el ex-presidente del Patronato Leonel Cota, que conformaron el llamado G5.  Eran cinco votos a favor de Juan José Sevilla.
Del otro lado la cabeza visible era el ex-rector Alejandro Mungaray Largarda, ahora titular de Desarrollo Económico en el gobierno estatal que encabeza el panista José Guadalupe Osuna Millán.  Se sumaron Héctor Baro, Tonatiuh Guillén (titular de El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana), José Román Lizárraga y Martín Montaño, el ex-director de la Escuela de Ciencias Veterinarias.  Este grupo se había conformado desde la administración en Rectoría que encabezó Alfredo Félix Buenrostro Ceballos.  Éstos eran seis votos a favor de Cuamea.

Con los sucesivos empates a la hora de las votaciones, el plazo se vino encima y el 6 de diciembre, al cumplirse el periodo de Gabriel Estrella al frente de Rectoría, éste fue relevado por Felipe Cuamea Velázquez en su doble carácter de secretario general de la UABC, y a la vez aspirante finalista a la silla de rector.

Pero Cuamea no se quedó quieto, y de inmediato empezó a realizar una serie de cambios en puestos clave del ajedrez universitario, como fue el caso de las tres vicerrectorías, donde empezó a acomodar a su gente.

Entonces se vino el peso del relevo, recayendo en un miembro de la Junta: Leonel Cota.  La discusión pública tuvo que ver con si se debía salir del organismo –estando en pleno proceso de elección del rector-, o en su caso, esperar hasta que la balanza de definiera hacia alguno de los lados.

El 19 de enero de 2011, Cota interpuso un amparo contra la posibilidad de ser relevado en la sesión del Consejo Universitario, punto que ya estaba en el Orden del Día de la reunión.  Al día siguiente, el Consejo Universitario sesionó en Tecate y acordóo remover a Leonel Cota de la Junta, designando en su lugar a la ensenadense Edna Luna Serrano.  Al día siguiente, 21 de enero, la Junta sesionó y Llorens presentó su informe, en su lugar en la presidencia se designó al tijuanense Fernando Jiménez Codinach.  El 24 de enero el Juzgado de Distrito negó el amparo a Leonel Cota, y al día siguiente se agendó la sesión de la Junta de Gobierno en Tecate, arrancando con solo seis de sus integrantes, con la ausencia de Llorens, Garavito, Rojas, Quintero y el recién destituido Cota.  Ahí mismo los seis integrantes de la Junta tomaron la protesta a Luna Serrano y posteriormente se van a la votación para designar al nuevo rector de la UABC, recayendo la decisión –por supuesto-en Felipe Cuamea Velázquez, quien ya estaba en funciones.  “Madruguete en la UABC”, cabeceó ZETA.

La tarde del 13 de marzo de 2011, un funcionario del área de Prestaciones Económicas de la Rectoría de la UABC notificó a Daniel Solorio Ramírez de su despido, bajo el argumento de que había faltado a impartir sus clases por más de una semana y de manera continua.  También lo acusaron de litigar desde su espacio académico, en el que tenía 37 años de antigüedad.

Solorio y el reducido equipo que conformó el Observatorio Académico Universitario habían sido el eje que aglutinó las críticas al atropellado proceso de relevo en la Rectoría de la Universidad Autónoma de Baja California.  Incluso decenas de académicos, estudiantes y amigos encabezaron un mitín frente a las oficinas de Rectoría en Mexicali, lo que hacía años no se veía en espacios universitarios. Publicado por Zeta. Retomado Educación a debate. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario