Normales, semilleros de
activistas; sólo 33% es capaz de dar clases
La mayoría
ingresa sólo por asegurar plaza y no son docentes; especialistas lo lamentan
Lilian
Hernández
CIUDAD DE
MÉXICO, 23 de septiembre.- Sólo 33% de egresados de las normales públicas
demostró un nivel aceptable de desempeño frente a un grupo en el salón de
clases, según estadísticas de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Especialistas
en materia educativa plantean que una de las principales razones que mueven a
los estudiantes a seguir la carrera magisterial es la posibilidad de tener un
empleo seguro.
Aseguraron
que en varias de estas escuelas lo que predomina es la formación de activista,
más que la de docente, ligadas a corrientes radicales dentro del sindicato
magisterial.
En este
contexto, es más importante en esos planteles que aprendan a hacer una toma de
camiones o a parar una ruta de carretera, antes que prepararse para dar clases,
expuso Ángel Díaz Barriga, investigador de la Universidad Nacional.
Incapaces,
65% de normalistas
Según la
SEP, sólo 33% son aptos para dar clases; especialistas lamentan que sólo
busquen una plaza y no ser docentes.
A pesar de
que en 2012 se estableció un nuevo plan de estudios, las escuelas normales
públicas del país han sido marginadas, tienen serias carencias, así como graves
deficiencias en su sistema de enseñanza, debido a que las autoridades
educativas, desde la SEP hasta los estados, las han dejado en el olvido.
Como
resultado, persiste un bajo o muy poco satisfactorio desempeño académico de los
maestros que forman a los futuros profesores de educación básica, así como bajo
nivel académico de los estudiantes y egresados, quienes incluso han revelado
que lo aprendido en clases está desfasado de las actividades reales que deben
desarrollar en un salón.
Especialistas
en la materia, como Ángel Díaz Barriga y Catalina Inclán, ambos investigadores
del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE),
coincidieron en que las normales se encuentran marginadas, porque desde hace
más de tres décadas las autoridades educativas las han dejado a la deriva y por
ello es que en la actualidad no están a la altura de la calidad académica que
deberían tener como las instituciones de educación superior que constituyen.
Los
académicos consultados por Excélsior aclararon que hay normales con mucho
desarrollo académico, donde ha quedado fuera la formación sindical y sus
prebendas, pero en otras lo que domina es la formación activista y la
politización, más allá de una preparación para ser docente.
En algunas
normales rurales hay una politización que por una parte mezcla las carencias de
los grupos que llegan a esas normales junto con una intencionalidad política de
corrientes dentro del sindicato que se han radicalizado.
“Entonces,
en algunas normales se mezcla la formación profesional docente con la formación
de un activista y es importante que aprendan a hacer una toma de camiones, a
parar una ruta de carretera, más allá de prepararse para dar clases”, según
dijo Díaz Barriga.
Dificultades
Las problemáticas han crecido en las normales
conforme ha pasado el tiempo, según lo señala El Plan de Diez Años para
Desarrollar el Sistema Educativo Nacional que elaboró la UNAM y presentó en
2012 al gobierno federal, donde se expone que la ayuda a esas escuelas
especializadas en formar docentes ha sido postergada y por lo mismo carecen del
nivel académico que tienen otras instituciones de educación superior.
“El descuido
y la desatención a la formación inicial de profesores, particularmente la
marginación de las escuelas normales, ha provocado que en la actualidad aspiren
a la docencia sujetos con menor capital social y cultural”, revela la
investigación.
Al respecto,
Díaz Barriga señaló que uno de los graves problemas es que en zonas rurales las
escuelas normales representan la vía para salir de la pobreza y obtener una
seguridad social que en ese ámbito de marginación casi nadie suele tener ese
beneficio.
En algunas
normales rurales hay internados, explicó la académica Inclán, lo cual significa
para el joven de esa región tener escuela, tres comidas al día y asegurar una
plaza que los sacará de la pobreza extrema, porque tendrán un sueldo,
prestaciones y seguridad social, más allá de que el estudiante ingrese por
tener un verdadero interés en ser docente.
“La carrera
de maestro dejó de ser una aspiración atractiva en la sociedad mexicana, cuando
en realidad debería considerarse como una profesión que requiere vocación”,
sostiene el estudio de la UNAM.
Pero lo que
ocurre en algunas zonas rurales, aclaró el profesor Díaz Barriga, es que la
normal es la única opción para estudiar la educación superior, además de ver en
esos estudios el camino para asegurar un empleo estable y con prestaciones
sociales.
Esa
situación demuestra que el anhelo de un empleo seguro se antepone al deseo de
ser maestro y ejemplo de ello es que de los egresados de normales públicas, 33
por ciento demostró un desempeño aceptable, mientras que 65 por ciento tuvo un
nivel de conocimientos que requiere nivelación, porque tienen deficiencias para
estar frente a un grupo, según datos de la SEP del examen de egreso de 2011.
La
investigadora del IISUE indicó que estudiantes de algunas normales han señalado
que entre los mismos egresados no hay claridad de la importancia que tiene su
profesión docente.
Díaz e
Inclán coincidieron en que es un sistema que ha sido descuidado por parte de la
autoridad educativa, quien ha tenido cierta intencionalidad de no darles
importancia, por lo que están marginadas.
En México
hay más de 400 escuelas normales públicas y privadas, las cuales implementan el
mismo plan nacional de estudios, porque así lo establece el artículo tercero de
la Constitución.
Ante ese
candado legal, ninguna normal puede buscar un plan más acorde a su nivel
académico y eso es justamente lo que ha detenido el desarrollo de casi 60
normales que tienen mayor potencial.
Debido a esa
disposición legal, el investigador Díaz Barriga lamentó que en la reforma
educativa aprobada recientemente no se haya eliminado ese candado para que cada
normal pueda tener autonomía académica y con ello detonar la competencia entre
esos planteles. (Excélsior)
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