La fuerza de la UNAM
AXEL
DIDRIKSSON
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- Desde alguna no muy sesuda interpretación de la actual correlación
de fuerzas, un grupo conspirativo de jóvenes decidió que había que atacar a la
UNAM. Me imagino que la pensaron vulnerable, porque después de provocar una
gran confusión y violencia en el CCH-Naucalpan, y ya con algunos de sus líderes
desacreditados y expulsados, se metieron a la torre de Rectoría. Si no me
equivoco, su acción se justificó bajo la experiencia de que con una pequeña
vanguardia probada se alcanzaría a generar una reacción positiva entre los
estudiantes, y con ello ser parte del movimiento magisterial y popular que se
está desbordando en algunos estados del país. Se les olvidó que vivimos en
tiempos líquidos.
Si esta fue
la visión del pequeño grupo de enmascarados, la cosa no les salió como la
habían planeado porque todo se les ha revertido y, de manera muy penosa, porque
han tenido que enfrentar a estudiantes espontáneos que los han rechazado, y a
una muy nutrida comunidad universitaria, de profesores, investigadores y
directivos, que han respaldado la postura del rector, doctor José Narro, y de
otros tantos profesores y estudiantes que están participando y dialogando
convocados por la directora del CCH, la maestra Lucía Laura Muñoz, después de
que se redefinió la mecánica de participación del actual proceso de
actualización de planes y programas de estudio de ese bachillerato.
Desde hace
un año fueron organizadas sendas comisiones de trabajo para actualizar los
contenidos de los programas del CCH, mismas que siguen trabajando en esa labor,
y fueron propuestas 12 modificaciones para reglamentar tiempos y contenidos de
algunas materias y cursos. Nada del otro mundo, por cierto. Pero en el plantel
Naucalpan, la provocación de un grupo de estudiantes (que ahora están
expulsados), apoyados por otros jóvenes, dio cuenta de la descomposición que
ocurre en ese subsistema universitario.
De ser el
ejemplo de una organización académica innovadora, los CCH han pasado a ser
parte de un terreno inhóspito para la vida académica y estudiantil, por lo que
la búsqueda de su recuperación le ha costado cara a la maestra Muñoz, que no
cuenta con el apoyo de algunos de sus directores de plantel, como el del CCH
Sur, que ha hecho hasta lo inenarrable para moverse en su contra, con el
objetivo de postularse como su sustituto.
La pobreza
del otrora innovador sistema creado por el doctor Pablo González Casanova se
muestra en el léxico, en la baja capacidad de los estudiantes embozados para
argumentar sobre sus demandas, en su incapacidad para articular una propuesta
programática frente a la necesaria reforma en marcha de los CCH, y de su
torpeza para liderar un movimiento estudiantil.
¡Qué
diferencia de la capacidad argumentativa que tenían los estudiantes de las
primeras generaciones del Colegio! Del rechazo simple a la reforma académica
pasaron a la defensa de los estudiantes expulsados, y ahora sólo atinan a
buscar que no se les sancione. Resultó hasta chistosa su propuesta de entablar
un diálogo con el rector en medio del campus de Ciudad Universitaria, en el
lugar conocido como Las Islas, y sus escasos artificios verbales para enfrentar
la agudeza de los estudiantes que los conminaban a dar la cara y a desalojar la
torre de Rectoría.
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