Evaluación es para
mejorar, no para buscar responsables: Mancera
KARLA GARDUÑO
Los maestros que estén
en servicio cuando entre en vigor la reforma al artículo
Tercero Constitucional deben quedar sujetos a las reglas de permanencia que
estaban vigentes cuando fueron contratados; en cambio, los nuevos maestros se
sujetarán a las reglas de la nueva legislación.
Pero en todo caso, ambos tienen garantizada la estabilidad laboral en la
reforma educativa, señala Carlos Mancera.
En un artículo
publicado en la revista Nexos bajo el título de “Un
proceso, no un disparo”, el especialista y ex subsecretario de
Planeación y Coordinación
de la Secretaría de Educación
Pública, señala que la importancia de la reforma
educativa reside en que por primera vez se regula “la
relación del Estado con los maestros de manera
diferenciada respecto de los demás trabajadores al servicio del Estado”.
El académico
echa luces sobre los principales conceptos de esta reforma que ya ha pasado su
proceso para ser declarada constitucional y sólo
espera ser publicada en el Diario Oficial Federación,
mismos que han generado la polémica y el malestar del gremio
magisterial: ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia.
Es precisamente esta
palabra la que ha provocado que tanto el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE), como la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación (CNTE) organizaran un movimiento
nacional para inconformarse con la posibilidad de que por una mala evaluación
un maestro pierda su puesto.
Sin embargo, para
Mancera no existe este riesgo. El economista, socio de la firma consultora de
educación, Valora, explica en su artículo
que “tal preocupación no tiene sustento: el nuevo texto señala
expresamente el pleno respeto a los derechos constitucionales de los
trabajadores de la educación”.
La evaluación
es necesaria y debe estar dirigida al cumplimiento de las obligaciones
inherentes a la función de los maestros, pero es preciso
construir criterios, mecanismos e instrumentos de evaluación
que permitan una valoración integral, sólida
y confiable del desempeño docente.
“Que tenga en cuenta la complejidad de
las circunstancias en las que el ejercicio de la función
de los maestros tiene lugar. Con la creación del Instituto Nacional para la
Evaluación de la Educación
como órgano constitucional autónomo,
que es la otra parte de la reforma al artículo 3, se construyen las bases para
una evaluación técnicamente
adecuada de los maestros y de los demás aspectos de la educación
nacional”, señala
Mancera.
Más
allá de buscar responsables de fallas que sólo
podrán ser corregidas mediante un esfuerzo colectivo, el sistema
educativo deberá otorgar los apoyos necesarios para que
los docentes puedan desarrollar sus fortalezas y superar sus debilidades, como
lo señala el artículo
quinto transitorio de la reforma, explica Mancera.
Ingreso, promoción
y reconocimiento
Como se ha expresado
desde que se planteó la reforma educativa, uno de los
objetivos es acabar con la venta de plazas y asegurar que ingresen al Servicio
Profesional Docente las personas mejor preparadas y con mayores capacidades son
quienes ocupan las plazas, afirma Mancera en su artículo.
“Un maestro que ingresa al servicio como
resultado de su esfuerzo disfrutará de la satisfacción
de su logro, y tenderá a transmitir valores asociados a ese
orgullo; un maestro que compra una plaza o la adquiere por herencia ingresa a
su carrera con una falta que debilita su función
como educador, además de que podría
estar ocupando la plaza de otro maestro con mejor preparación”.
El especialista
reconoce que a veces un buen maestro no tiene otra opción
que comprar una plaza para poder ingresar al sistema, lo cual también
es señal de una falla en las reglas o en su
aplicación, las cuales han sido consentidas por
la autoridad educativa.
Aunque se ha
avanzado en el otorgamiento de plazas a través
de concursos de oposición, que han puesto en práctica
diversas entidades y que se reforzó con la Alianza por la Calidad de la
Educación, lo cierto es que este requisito no
ha sido unificado en todo el país.
“Los maestros y la sociedad observan que
hay docentes que logran su plaza mediante concurso, en tanto que otros siguen
procedimientos que ya no debieran existir”, escribe Mancera.
Además,
plantea, estos concursos deben perfeccionarse para medir las múltiples
capacidades que se requieren para ser maestro. En una primera etapa se podría
seleccionar candidatos que reúnen los conocimientos básicos,
mientras que en una segunda se podrían medir otras capacidades como las de
escritura o comunicación para la enseñanza.
“Los candidatos así
seleccionados se incorporarían a prueba al servicio, y obtendrían
la definitividad después de haber mostrado un desempeño
satisfactorio durante un periodo razonable”, propone Mancera. Una vez en el
sistema educativo, viene el tema de la promoción
a cargos de dirección o supervisión.
Actualmente, expone
Mancera en su artículo, el procedimiento para la asignación
de puestos en la educación básica
no corresponde a un método que garantice que las personas que
ocupen los cargos de dirección y supervisión
sean las idóneas para esas funciones, las cuales
implican “propiciar un clima de trabajo y un
ambiente escolar favorables al aprendizaje; deben coordinar, asistir y motivar
a los docentes en su trabajo; realizar los procesos administrativos y de
vinculación de la escuela con la comunidad; y
diseñar, implementar y evaluar los procesos de mejora continua en
el plantel”.
El modelo actual
prevé que los ascensos se otorguen en función
de los conocimientos, aptitudes y antigüedad, pero no se cuenta con un sistema
de evaluación que permita medir seriamente los
conocimientos y las aptitudes.
En teoría,
la reforma al artículo Tercero propone “la
idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan”,
sustentada en la evaluación obligatoria, como el criterio central
para otorgar las promociones.
Finalmente, la
reforma al artículo Tercero también
incorpora el reconocimiento de los maestros como parte del Servicio Profesional
Docente, lo cual abre una posibilidad real de construir las condiciones
necesarias para mejorarlo, dice Mancera.
“Los reconocimientos deben considerar la
contribución de los docentes para mejorar los
aprendizajes; deben apoyar al docente en lo individual, al equipo de maestros
en cada escuela y a la profesión en su conjunto”,
asegura el académico.
Todas las
consideraciones para la construcción del Sistema de Evaluación
Docente deben ser tomadas en cuenta en el diseño
de la legislación secundaria, concluye Mancera, “mediante
procedimientos que aseguren la participación de los maestros en el diseño
y desarrollo del sistema”. Consulte el artículo
original en Nexos
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