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jueves, 21 de febrero de 2013


Evaluación es para mejorar, no para buscar responsables: Mancera
KARLA GARDUÑO

Los maestros que estén en servicio cuando entre en vigor la reforma al artículo Tercero Constitucional deben quedar sujetos a las reglas de permanencia que estaban vigentes cuando fueron contratados; en cambio, los nuevos maestros se sujetarán a las reglas de la nueva legislación. Pero en todo caso, ambos tienen garantizada la estabilidad laboral en la reforma educativa, señala Carlos Mancera.

En un artículo publicado en la revista Nexos bajo el título de Un proceso, no un disparo, el especialista y ex subsecretario de Planeación y Coordinación de la Secretaría de Educación Pública, señala que la importancia de la reforma educativa reside en que por primera vez se regula la relación del Estado con los maestros de manera diferenciada respecto de los demás trabajadores al servicio del Estado.

El académico echa luces sobre los principales conceptos de esta reforma que ya ha pasado su proceso para ser declarada constitucional y sólo espera ser publicada en el Diario Oficial Federación, mismos que han generado la polémica y el malestar del gremio magisterial: ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia.

Es precisamente esta palabra la que ha provocado que tanto el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) organizaran un movimiento nacional para inconformarse con la posibilidad de que por una mala evaluación un maestro pierda su puesto.

Sin embargo, para Mancera no existe este riesgo. El economista, socio de la firma consultora de educación, Valora, explica en su artículo que tal preocupación no tiene sustento: el nuevo texto señala expresamente el pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación.

La evaluación es necesaria y debe estar dirigida al cumplimiento de las obligaciones inherentes a la función de los maestros, pero es preciso construir criterios, mecanismos e instrumentos de evaluación que permitan una valoración integral, sólida y confiable del desempeño docente.

Que tenga en cuenta la complejidad de las circunstancias en las que el ejercicio de la función de los maestros tiene lugar. Con la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación como órgano constitucional autónomo, que es la otra parte de la reforma al artículo 3, se construyen las bases para una evaluación técnicamente adecuada de los maestros y de los demás aspectos de la educación nacional, señala Mancera.

Más allá de buscar responsables de fallas que sólo podrán ser corregidas mediante un esfuerzo colectivo, el sistema educativo deberá otorgar los apoyos necesarios para que los docentes puedan desarrollar sus fortalezas y superar sus debilidades, como lo señala el artículo quinto transitorio de la reforma, explica Mancera.

Ingreso, promoción y reconocimiento

Como se ha expresado desde que se planteó la reforma educativa, uno de los objetivos es acabar con la venta de plazas y asegurar que ingresen al Servicio Profesional Docente las personas mejor preparadas y con mayores capacidades son quienes ocupan las plazas, afirma Mancera en su artículo.

Un maestro que ingresa al servicio como resultado de su esfuerzo disfrutará de la satisfacción de su logro, y tenderá a transmitir valores asociados a ese orgullo; un maestro que compra una plaza o la adquiere por herencia ingresa a su carrera con una falta que debilita su función como educador, además de que podría estar ocupando la plaza de otro maestro con mejor preparación.

El especialista reconoce que a veces un buen maestro no tiene otra opción que comprar una plaza para poder ingresar al sistema, lo cual también es señal de una falla en las reglas o en su aplicación, las cuales han sido consentidas por la autoridad educativa.

Aunque se ha avanzado en el otorgamiento de plazas a través de concursos de oposición, que han puesto en práctica diversas entidades y que se reforzó con la Alianza por la Calidad de la Educación, lo cierto es que este requisito no ha sido unificado en todo el país.

Los maestros y la sociedad observan que hay docentes que logran su plaza mediante concurso, en tanto que otros siguen procedimientos que ya no debieran existir, escribe Mancera.

Además, plantea, estos concursos deben perfeccionarse para medir las múltiples capacidades que se requieren para ser maestro. En una primera etapa se podría seleccionar candidatos que reúnen los conocimientos básicos, mientras que en una segunda se podrían medir otras capacidades como las de escritura o comunicación para la enseñanza.

Los candidatos así seleccionados se incorporarían a prueba al servicio, y obtendrían la definitividad después de haber mostrado un desempeño satisfactorio durante un periodo razonable, propone Mancera. Una vez en el sistema educativo, viene el tema de la promoción a cargos de dirección o supervisión.

Actualmente, expone Mancera en su artículo, el procedimiento para la asignación de puestos en la educación básica no corresponde a un método que garantice que las personas que ocupen los cargos de dirección y supervisión sean las idóneas para esas funciones, las cuales implican propiciar un clima de trabajo y un ambiente escolar favorables al aprendizaje; deben coordinar, asistir y motivar a los docentes en su trabajo; realizar los procesos administrativos y de vinculación de la escuela con la comunidad; y diseñar, implementar y evaluar los procesos de mejora continua en el plantel.

El modelo actual prevé que los ascensos se otorguen en función de los conocimientos, aptitudes y antigüedad, pero no se cuenta con un sistema de evaluación que permita medir seriamente los conocimientos y las aptitudes.

En teoría, la reforma al artículo Tercero propone la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan, sustentada en la evaluación obligatoria, como el criterio central para otorgar las promociones.

Finalmente, la reforma al artículo Tercero también incorpora el reconocimiento de los maestros como parte del Servicio Profesional Docente, lo cual abre una posibilidad real de construir las condiciones necesarias para mejorarlo, dice Mancera.

Los reconocimientos deben considerar la contribución de los docentes para mejorar los aprendizajes; deben apoyar al docente en lo individual, al equipo de maestros en cada escuela y a la profesión en su conjunto, asegura el académico.

Todas las consideraciones para la construcción del Sistema de Evaluación Docente deben ser tomadas en cuenta en el diseño de la legislación secundaria, concluye Mancera, mediante procedimientos que aseguren la participación de los maestros en el diseño y desarrollo del sistema. Consulte el artículo original en Nexos

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