Renovación educativa / El Universal
Editorial
de El Universal
La
mejora en la calidad de la educación no está peleada con los derechos laborales de
los profesores, ambos son parte de una misma ecuación. Es por ello que
no se puede excluir una con el argumento de salvaguardar a otra.
La
reforma educativa que fue aprobada ayer busca cumplir con ese propósito integral. Pasó por el aval del
Congreso federal y de la mitad más uno de los congresos estatales. Queda
ahora en manos del Poder Ejecutivo la publicación e instrumentación de la medida.
Por
supuesto, entre la ley y la aplicación de la misma hay una gran distancia.
Será crucial para el éxito de la reforma
que el gobierno federal no alimente la versión de que se busca una purga
generalizada entre los profesores. En todo caso, como lo ha dicho la Secretaría de Educación, lo que sí se pretende es
detectar a aquellos maestros con déficit docente para que puedan recibir
la adecuada capacitación.
Esta
tolerancia no debería, sin embargo, ser una patente de corso para ignorar los
estándares mínimos de calidad
necesarios en el mundo globalizado de hoy. Ahora más que nunca existe
una carrera entre las naciones por lograr que sus ciudadanos estén mejor preparados.
De ello depende la capacidad de innovación y de generación de productos y
servicios de alto valor agregado. Eso es lo que exige un mercado cada vez más diversificado y
especializado.
Países como India,
China, Brasil y Corea del Sur tienen una política muy ambiciosa en ese sentido. Los
resultados se verán a largo plazo y México no puede demorar.
En
cualquier ámbito, público o privado, que
busque mejorar la calidad de sus servicios, existe una política de incentivos
para quienes hacen bien su trabajo, pero también de correctivos o de separación de la fuente de
empleo en caso de incumplimiento o negligencia ante las metas.
Para
lograr identificar estas fortalezas y debilidades el único camino es la
evaluación: imparcial y
realizada por organismos sin filiación gremial o política. Con base en
dichas mediciones es como los maestros deben ingresar y ascender en el escalafón; cualquier otro método resulta
perjudicial para los estudiantes.
En
toda clase de mediciones, nacionales e internacionales, se ha probado que los
mexicanos salen de la escuela con conocimientos y habilidades insuficientes
para el mundo laboral. En el siglo XXI esto ya no es sostenible.
El
gobierno federal tendrá que buscar consensos con los maestros para hacer de la
reforma una medida efectiva. Pero la falta de acuerdos, si los hay, no han de
ser pretexto para el incumplimiento de la ley. La urgencia por mejorar la
educación es de todos.
Publicado
en El Universal
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