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lunes, 14 de enero de 2013


Claudio X. González Guajardo: Esperanza, escepticismo y exigencia
MEXICANOS PRIMERO

Este mensaje no es para el gobierno, es para los ciudadanos: ante lo que está aconteciendo en el arranque de sexenio, esperanza, teñida de escepticismo y exigencia.

Recuerdo bien que en 1988 una especie de “fiebre” nos arrebató a muchos. Finalmente, México estaba en el camino del desarrollo y una administración recién inaugurada se movía con prisa para fincar su legitimidad y su celo reformador. El “Quinazo” ayudó a cimentar la idea de que la cosa iba en serio con el nuevo gobierno. Se oía decir: “Las estrellas finalmente se están alineando para México”.

El final todos lo conocemos. Reformas las hubo, algunas de ellas muy importantes (el TLC, la más destacada y perdurable). Sin embargo, la ambición desbocada e irresponsable, la inmadurez, así como la falta de defensas ciudadanas, terminaron en una dolorosísima devaluación. La recesión económica pauperizó a México, sobre todo a los más necesitados; sacudió al mundo. Todavía nos estamos recuperando de esa borrachera.

Un nuevo y fuerte viento de optimismo invadió al País en el año 2000 con el triunfo de la “alternancia política”. Sin embargo, la inexperiencia, la pobre administración y, nuevamente, la falta de empuje y auditoría ciudadanas dieron al traste con muchos anhelos.

Ya nos sucedió dos veces, no permitamos que nos suceda de nuevo.

La actual administración inicia con el pie derecho: en la transición se logra una reforma laboral que el presidente Calderón no pudo sacar en un sexenio; el discurso inaugural, impecable; el Pacto por México entre los tres principales partidos políticos, casi increíble; la reforma al Tercero Constitucional oportuna y con gran potencial…

Se vuelve a oír del peso político del gabinete, de su oficio, del “estos sí saben lo que hacen”. Una especie de re-edición de “las estrellas finalmente se están alineando para México”.

No quiero dejar de reconocer el buen arranque del presente gobierno, incluyendo a los legisladores. Si alguien debe decirlo soy yo, que tanto he reclamado que se transforme nuestro fallido sistema educativo.

Sin embargo, la memoria y los tragos amargos del pasado impulsan un pensamiento: “¡Cuidado!”.

Pongo como ejemplo lo que sucede en materia educativa: qué importante que los actores políticos prioricen lo educativo; que el Estado mexicano quiera recobrar rectoría en la materia; que se esté poniendo la calidad educativa, la profesionalización magisterial y la evaluación en el centro del debate. Otras administraciones no se atrevieron.

Dicho eso, la reforma al Tercero Constitucional no puede considerarse como la reforma acabada de la educación. Ahora viene la legislación secundaria y la necesidad de implementarla a cabalidad. Será ahí donde el SNTE y la CNTE tratarán de pararla, donde se dará el coletazo del dinosaurio, donde habrá que vencer a dañinos “usos y costumbres”.

Por otro lado, hay temas torales para la transformación educativa que no están contemplados en la reforma constitucional. Por mencionar algunos: eliminar el fraude colosal que implican las miles de comisiones sindicales; evitar la doble negociación salarial; darle racionalidad, calidad y justicia al gasto educativo; capacitar a los maestros en servicio; atender la educación de niños en zonas de alta marginación…

Eso a nivel conceptual. Y luego la implementación. ¡Siempre la implementación! Sin eso, no hay nada.

Por todo ello, la reforma al Tercero Constitucional es apenas el primero de muchos, muchos pasos que tenemos que dar para transformar a fondo lo educativo. En el análisis final, el único rasero para evaluar la reforma educativa es si nuestros niños están aprendiendo más y si se ha dignificado la profesión docente.

Valoramos que el actual gobierno le dé prioridad a lo educativo desde su primer día. Pero tenemos que asegurarnos que le dé esa misma importancia hasta el último día de su gestión. Nuestro atraso y la injusticia que genera no nos pueden dar tregua, ni al gobierno, ni a nosotros, que somos enteramente corresponsables.

De ahí el llamado a la ciudadanía a mantenerse siempre atenta, informada, demandante, propositiva y constructiva. Sólo así habrá educación de calidad, buen gobierno y un mejor México.

Por eso digo, esperanza sí, pero con una sana dosis de escepticismo y exigencia para hacer de la esperanza una realidad.

El autor es presidente de Mexicanos Primero. @ClaudioXGG

Publicado en Reforma. Educación a debate

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