Reforma educativa y corrupción
Manuel
Pérez Rocha
La
abundancia de prácticas y casos concretos de corrupción revela causas profundas
y estructurales, no siempre consideradas debidamente. El capitalismo es un
régimen sustentado no en una, sino en varias corrupciones de efectos
devastadores en la vida contemporánea: los seres humanos considerados como
mercancía, la confusión de valor con precio, el dinero como medida de todas las
cosas, la dictadura del valor de cambio, la confusión de la legalidad con la
legitimidad, la codicia convertida en un hecho natural y motor de la sociedad.
La corrupción política no es sino resultado necesario de todas estas
corrupciones y se hermana con la corrupción de las instituciones y del
lenguaje.
Hay,
por ejemplo, una corrupción del lenguaje cuando se designa como sociedad lo que
no lo es. Un conglomerado de individuos relacionados entre sí mediante la
rivalidad y la lucha por los intereses privados, en el que predomina la
explotación y el dominio de unos sobre los demás, de los cuales la gran mayoría
vive en pobreza extrema y una minoría en una abundancia escandalosa, son todo
menos una sociedad. El asunto no es menor, o de meras palabras, porque quienes
tienen el poder usan precisamente el valor implícito en el término sociedad
para imponer sus intereses particulares, en detrimento de los de los demás. En
nombre de la sociedad, su armonía, su futuro, se exige que amplios sectores se
sometan a un orden que consagra relaciones inequitativas, injustas e inhumanas,
relaciones corruptas y corruptoras con frecuencia sustentadas en la ley.
Sociedad
implica comunicación y colaboración, implica coincidencias diversas, por
ejemplo intereses, valores morales, estilos, gustos, en suma una cultura común.
Pocos ejemplos podemos dar tan claros de corrupción lingüística como cuando se
usa el término sociedad para referirse al conjunto de los mexicanos, como
ocurre con los discursos para justificar las reformas estructurales. ¿Qué hay
de común entre los multimillonarios mexicanos que aparecen en la lista de
Forbes y las comunidades de la sierra oaxaqueña? Hay relaciones entre esos dos grupos
de mexicanos, pero son relaciones de explotación y dominación, si acaso de
filantropía, relación muy lejana de la reciprocidad y la colaboración.
Lo
mejor de la Revolución Mexicana aspiraba a constituir una verdadera sociedad,
una nación de iguales, un nosotros real, sustentado en bases éticas. La
adopción plena del capitalismo a partir de 1940 y el largo reinado del PRI
(incluyendo a su émulo, el PAN) desarrollaron una simulación de sociedad,
infestada de corrupción. Un caso emblemático de la corrupción del PRI lo es sin
duda el SNTE. El PRI corrompió no sólo la cúspide de ese sindicato, esa
corrupción se extendió ampliamente; en esas condiciones, la señora Gordillo
logró constituir con un número considerable de maestros un instrumento político
adicional, un partido cómplice (el de nueva alianza, otra corrupción del
lenguaje) con el cual se hace aún más sofisticada la dictadura perfecta
disfrazada de democracia, de modernidad.
Pocas
acciones tan perversas y condenables del PRI como haber destruido la ejemplar
(sí, ejemplar) educación mexicana, construida desde mediados del siglo XIX
hasta 1940; haberla convertido en el desastre que es hoy, y haber degradado a
los maestros convirtiéndolos en una cadena de transmisión para establecer la
paz de la sociedad, sociedad en la cual la gran mayoría tiene que combatir como
sea por un empleo que es no un privilegio, sino la única forma legal de
sobrevivir.
La
sección 22 del SNTE (y de la CNTE) y el Instituto Estatal de Educación Pública
de Oaxaca (IEPO, dependencia del gobierno de ese estado) han sido acusados de
participar en prácticas y arreglos como los que los gobiernos priístas y
panistas han impuesto en amplios espacios del gremio y que son una realidad
nacional, a veces encubierta, a veces cínica; a estos organismos oaxaqueños
concierne responder a esa acusación y, de tener ésta fundamento, por supuesto
eliminar de inmediato esos acuerdos que contradicen la razón principal de la
CNTE: el combate a esas prácticas. Los trabajos muy valiosos que han hecho la
sección 22 y el IEPO, y la actual lucha de la CNTE, no pueden ponerse en riesgo
por mantener arreglos indebidos. Pero no puede dejarse de señalar quiénes son
los denunciantes: ¡las televisoras y sus analistas!, esos impolutos soldados
del PRI, tan comprometidos con la educación y la cultura de la juventud y de la
población mexicana que han asumido ya la conducción de la educación pública.
¿La
reforma educativa impuesta en estos meses va a contribuir a eliminar la
corrupción? ¿Se ha previsto eliminar la estructura de corrupción implantada por
el PRI, el PAN y la señora Gordillo? No, por el contrario, esa estructura está
recibiendo todo el apoyo del gobierno de Peña Nieto. ¿Cuáles son los valores
que esa reforma incorpora o refuerza en el sistema educativo? ¿La cooperación?
¿La generosidad? ¿La solidaridad? ¿El sentido del deber? No, las reformas
legales recientes refuerzan la figura del maestro como un empleado domesticado
por los premios y los castigos, en suma por el miedo, un maestro cuyas
motivaciones son el dinero, o el ascenso y las distinciones. En la medida en
que los estímulos serán escasos (y lo serán), también se reforzará la rivalidad
entre compañeros, no la colegialidad que exige una auténtica reforma educativa.
El
artículo tercero constitucional define un conjunto de valores, entre ellos los
que constituyen una verdadera sociedad, pero están de puro adorno. ¿Antes de
hacerse esta atropellada reforma se hizo alguna consideración de ellos y de la
forma de hacerlos realidad, de convertirlos en genuina guía del sistema
educativo? No, esa filosofía estorba, la reforma está guiada por valores como
la competencia y la competitividad, la calidad abstracta, la ambición; en suma,
los antivalores del capitalismo. No es aventurado afirmar que por muy
sofisticados que sean los sistemas de vigilancia, evaluación y rendición de
cuentas, todo está preparado para que se robustezca la corrupción. (La Jornada)
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