Inseguridad y violencia
afectan los planteles de Conalep y Cetis
Hay
compañeros que vienen a robarte la mochila, los tenis o a quitarte tu dinero,
afirman
“Durante
tres años tuvimos que aguantar el taloneo de los porros para evitar ser
golpeados”
Laura Poy
Solano
No caminar
solo en las inmediaciones de la escuela ni confrontar a quienes formar parte de
pandillas y grupos porriles en el interior de los planteles, procurar no estar
en pasillos o salones vacíos, y mantener la calma al presenciar peleas o
asaltos, son algunas recomendaciones que ponen en práctica estudiantes de
bachillerato para enfrentar las condiciones de violencia que viven dentro de
sus escuelas.
En su
mayoría son jóvenes menores de 20 años, para quienes el uso de armas blancas y
petardos en los planteles del Colegio de Bachilleres (Colbach), de los Centros
de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (Cetis) y del Colegio
Nacional de Estudios Técnicos Profesionales (Conalep) es una realidad
cotidiana, porque desde el primer semestre te das cuenta de que hay compañeros
que no vienen a estudiar, sino a buscar a quién robarle su mochila, sus tenis o
quitarle su dinero.
De acuerdo
con la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior, elaborada
por la Secretaría de Educación Pública (SEP), entre las principales causas para
abandonar la escuela se incluyó, con 8.7 por ciento de las menciones, que había
compañeros que molestaban a los alumnos, otro 3.5 por ciento dijo sentirse
inseguro en los planteles escolares. Al menos 7.6 por ciento de las razones más
mencionadas se refieren a que los centros escolares quedan muy lejos del
domicilio; 3.4 por ciento es porque no les gusta el plantel y 3.6 porque
consideraba que estudiar no era de utilidad.
Cabe señalar
que el subsistema de bachillerato tecnológico atiende a 629 mil estudiantes en
el país, mientras los planteles del Conalep de la capital tienen una matrícula
de 40 mil jóvenes.
Diana y
Rodrigo, alumnos de Cetis, señalaron que es difícil concentrarte en clase,
cuando sabes que algunos de tus compañeros podrían asaltarte al salir. Una de
las primeras recomendaciones que te dan es nunca caminar solo para llegar o
salir de la escuela, pero aunque tomes tus precauciones es mejor salir en grupo
y permanecer así, aunque a varias compañeras les han robado el celular afuera
de la puerta del plantel y nadie hace nada.
Muchos de
los jóvenes inscritos en los subsistemas de bachillerato general o tecnológico
afirmaron que son invitados a formar parte de las pandillas de porros. En mi
caso, narró, Rodrigo, desde primer semestre me invitaron a una fiesta y ahí te
hacen la invitación a unirte, con el argumento de que son grupos de defensa de
las escuelas, pero no es así. La mayoría se dedica a asaltar a los propios
estudiantes o agredirlos dentro del plantel.
De estos
riesgos, dice Diana, cuya escuela se ubica en una de las zonas más pobres de
Tlahuac, no nos salvamos las mujeres. Al contrario, algunas chicas que forman
parte de las pandillas suelen golpear a otro grupo de chavas sólo porque les
caen mal.
Adriana,
egresada del Colbach-Iztapalapa, recuerda que era muy difícil prestar atención
en clase, porque si la chava o el chico que formaban parte de una pandilla te
pedían algo, no entrar a clase para que todo el grupo se la volara, o quedarse
en tu lugar, es mejor no contradecirlos, porque te arriesgas a que a la salida
del turno te golpen entre varios.
Antonio,
quien cursa su último año en Conalep, aseguró que lo más difícil para no
desertar “no fue el plan de estudios, sino aguantar al grupo de compañeros que
formaban parte de los porros del plantel y que los tres años nos talonearon
para no golpearnos. No te sientes seguro ni dentro ni fuera de la escuela”.
Docentes de
los subsistemas, que pidieron el anonimato, señalaron: es duro enfrentar un
grupo en el que de antemano sabes que la mitad es una pandilla dedicada al
robo.
La
marginación y abandono en que viven los jóvenes involucrados en pandillas o
grupos porriles no les dan ningún aliciente para dejar la actividad delictiva,
pese a que muchos podrían tener mejores resultados educativos, pero no hay
apoyos que los retengan en la escuela. (La Jornada)
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