Elecciones de nuevo cuño
en la Universidad Veracruzana
EDGAR J.
GONZÁLEZ GAUDIANO
El día de
hoy lunes 1 de julio de 2013 ha sido publicada por fin la esperada convocatoria
para la elección de una nueva rectoría en la Universidad Veracruzana. A partir
de hoy y hasta el día 10, se procederá a la inscripción de quienes aspiran al
cargo registrando un currículum sintético, así como un resumen de su
diagnóstico de la Universidad y un breve plan de trabajo que describa las
principales propuestas para el periodo de cuatro años, al que se convoca.
Aunque esta
es la primera vez que participo en este proceso en esta universidad, he podido
percibir un poco de desconcierto entre la comunidad universitaria. Ello deriva
a mi juicio de las nuevas condiciones existentes en la institución, tanto en
términos académicos como de participación democrática. Se trata, podría
decirse, de las primeras elecciones en una universidad sustantivamente distinta
a la de hace cuatro años y más aún a la de hace ocho. Propuestas y trayectorias
en línea, consulta electrónica y regional, auscultaciones y entrevistas darán
pie a un intenso proceso de decisión inédito en nuestra alma mater.
Si bien tenemos
que admitir que en la Universidad Veracruzana coexisten al menos tres tipos
distintos de trabajo académico, puesto que todavía perviven prácticas docentes
atávicas y decadentes y formas autoritarias de gestión, es de reconocerse el
cambio sustantivo que se ha dado hacia la sistematización de actividades, la
calidad de la oferta educativa, el desempeño académico, la innovación
tecnológica, la descentralización y el fortalecimiento de los cuerpos
colegiados, por citar algunas de las transformaciones más notables.
La
Universidad cuenta hoy con cinco regiones bien definidas, aunque desiguales en
su proceso de consolidación académica; sigue pesando mucho si bien cada vez
menos, la centralidad de Xalapa. El crecimiento de la oferta educativa entre
2001 y 2013 prácticamente se ha duplicado al pasar de 165 a 314 programas
educativos que se ofrecen a lo largo y ancho de la geografía estatal, con una
matrícula que pasó de 44, 391 a 61, 298, pese a las serias restricciones
presupuestales en el periodo. Sólo el posgrado entre 2006 y 2013 se incrementó
70 por ciento al pasar de 1,221 a 2,079 estudiantes.
La planta
docente y de investigación es algo distinto al pasado reciente. En 2006 se
tenían sólo 1,625 académicos de tiempo completo y somos 1,983 en este momento. Pasándose
del 15 al 45 por ciento de profesores con perfil deseable Promep y del 8 al 16
por ciento de quienes cuentan con reconocimiento del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI) y del de Creadores (SNC) en el periodo; parece poco pero
este último dato significa tener 326 académicos en el SNI en vez de sólo 133.
Ello ha
implicado un cambio drástico en la forma de otorgar las plazas de profesores e
investigadores de tiempo completo: estableciendo perfiles según necesidades,
con criterios académicos definidos y mediante concursos abiertos. No debe ser
de otra manera. Hay que mantenerse firme a las presiones externas y sobre todo,
en este caso, a las internas. No ha de cederse en ese aspecto, so pena de
retroceder.
Ese es uno
de los factores que ha motivado el cambio de calidad de los servicios, pasando
de 2 a 26 cuerpos académicos consolidados y contar con 67 programas de posgrado
reconocidos por el Conacyt y 102 de licenciatura acreditados. Este año 190
estudiantes participaron en algún programa de movilidad internacional y 437
nacional. Es un porcentaje muy bajo respecto del total, pero con más recursos
podría hacerse mucho más. Quien afirme que la Universidad Veracruzana ha
quedado rezagada desconoce la situación real o actúa de mala fe.
Empero, tal
proceso de cambio positivo debe ser mantenido y nutrido proteícamente. No todo
está bien. En la última década se echaron a andar procesos transformadores que
es complicado implantar en una universidad con prácticas viciadas de fuerte
arraigo, con una autonomía tan joven, en un estado con ingentes necesidades y
un presupuesto castigado por diversas circunstancias.
Sin demérito
de los logros alcanzados, entre otros pendientes, hace falta ampliar y mejorar
la infraestructura y el equipamiento, afianzar la innovación académica ahora
con la administrativa, eliminar controles excesivos, fortalecer el proceso de
internacionalización, blindar la apertura participativa, apuntalar el plan
maestro de sustentabilidad universitaria en sus dimensiones más complejas: el cambio
cultural de la comunidad y un desarrollo curricular en clave sustentable.
Esos retos y
los nuevos que se emprendan dentro de la Universidad, en un mundo convulsionado
por crisis recurrentes y un país estancado con descarnadas necesidades
sociales, sólo pueden encararse con un liderazgo académico firme, que conozca a
profundidad el perfil actual de la institución, que cuente con el respaldo
decidido de la comunidad universitaria y que se rodee de un equipo renovado y
renovador, capaz de gestionar sus tareas con criterios exclusivamente
académicos, sin autoritarismos ni simulaciones. A ello me referiré en las
siguientes entregas.
*Coordinador
de la Cátedra Unesco-UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del
Desarrollo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario