Juan
Díaz de la Torre
Luis
Hernández Navarro
Juan
Díaz de la Torre hizo carrera sindical y política a la sombra de Elba Esther
Gordillo. Gracias a ella ascendió en el escalafón hasta convertirse en
secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE), la segunda posición en importancia del gremio. Cuando la maestra cayó
en desgracia, ella y su equipo de colaboradores más cercanos fueron claves en
designarlo a él como su relevo en la presidencia del organismo.
Un
día después de la aprehensión de la profesora, Juan Díaz declaró: “Le
ratificamos nuestra lealtad, nuestro cariño y nuestra solidaridad… confiamos en
la maestra Elba Esther Gordillo, y esperamos justicia”. Sin embargo, muy pronto
olvidó sus palabras. Públicamente se ha negado a dar la cara por ella. Cuando
el 4 de abril la prensa le preguntó por qué no había visitado a su mentora en
la cárcel de Tepepan, respondió que no lo hacía porque estaba muy ocupado, pues
no me alcanzan las 24 horas del día.
Juan
Díaz de la Torre asumió la dirección del gremio el pasado 28 de febrero, dos
días después de que Elba Esther Gordillo fue detenida en el aeropuerto de
Toluca, acusada por delincuencia organizada. Tuvo 286 votos en favor, ninguno
en contra y una abstención, de los 300 consejeros presentes en la 36 sesión
extraordinaria del Consejo General del SNTE. La influencia de la maestra se
hacía sentir aún en el gremio.
En
los últimos años, a raíz de la desconfianza de Elba Esther hacia Rafael Ochoa,
Díaz de la Torre era su soldado, su brazo derecho, su principal asesor en
asuntos jurídicos, laborales y gremiales. Uno de sus encargados en las
negociaciones con los actores externos al sindicato. Hasta que ella cayó en
desgracia, él sólo tuvo palabras de agradecimiento y elogio hacia ella. Elegido
secretario general del sindicato en junio de 2011, en sustitución de Rafael
Ochoa, dijo que la maestra era una extraordinaria dirigente.
Su
relación era muy estrecha. Como parte del Colegiado Nacional de Administración
y Finanzas del sindicato él firmaba los cheques para pagar los gastos de la
maestra. Su hija, Mónica Arriola, fue la madrina de la nieta de Juan Díaz.
Ataviada con un elegante vestido color naranja, Elba Esther asistió, apenas en
agosto de 2012, a la ceremonia de bautizo en la iglesia de San Martín de Porres
en Guadalajara.
El
padre de la niña, Juan Óscar Díaz Medina, es hijo de Juan Díaz de la Torre.
Gracias a su progenitor, Juan Óscar fue el primer presidente de Nueva Alianza
en Jalisco en 2005 y miembro de su comisión política. Se desempeñó como
diputado en la 58 Legislatura de Jalisco y fue subdelegado de prestaciones del
Issste en la entidad.
Juan
Díaz se formó en las cloacas de la vida sindical. Durante 18 años, el control
del magisterio jaliciense estuvo en manos de Juan Alcalá Espitia, el hombre de
Vanguardia Revolucionaria que estuvo muy cerca de alcanzar la dirección
nacional del SNTE, hasta que se le atravesó Elba Esther. Ligado a la Federación
de Estudiantes de Guadalajara y a Javier García Paniagua, cayó en desagracia y
estuvo preso siete años por corrupción de menores, privación ilegal de la
libertad y otras lindezas por el estilo.
Juan
Díaz de la Torre comenzó su vida gremial a la sombra de Alcalá Espitia. Fue
comisionado sindical en el comité de la sección 16 en el periodo de Rafael
Bayardo y Javier Romero, apodado La Changa. El grupo se caracterizó por el
tráfico de plazas, los favores sexuales, la corrupción, y la cooptación
política y la represión hacia sus oponentes.
Aliado
con Tomás Vázquez Vigil, se apuntó como elbista de primera hora, cuando la
maestra fue designada líder del gremio. Díaz de la Torre informó puntualmente a
Elba sobre los movimientos y las debilidades de Juan Alcalá, de quien Elba
recelaba y a quien temía.
Entre
2000 y 2003 Juan Díaz fue ungido por Elba Esther, secretario general de la sección
16 de Jalisco. Otros dirigentes con más presencia en la entidad, como J. Jesús
Ávila y Manuel Lares del Toro, quisieron evitarlo. Todo fue inútil. El poder de
la maestra se impuso.
En
sus orígenes modesto maestro de primaria, se convirtió en la sección 16 en un
eficaz operador financiero. Aunque fue un líder seccional sin brillo, dedicado
a organizar giras por el estado, mostró una gran destreza económica para
manejar el Fideicomiso Global del magisterio. El instrumento financiero,
operado por el sindicato y un banco, que maneja una caja de ahorros, presta
dinero a los maestros y les permite mejorar las condiciones de su jubilación,
fue clave en el aprecio de la maestra hacia su pupilo.
Entre
1995 y 1996, cuando Vázquez Vigil encabezó la delegación Coyoacán en la ciudad
de México, Juan Díaz fue subdelegado de Participación Ciudadana y luego de
Servicios Urbanos en Coyoacán. En 1996 fue secretario particular de Elba Esther
Gordillo cuando ella encabezaba la Confederación Nacional de Organizaciones Populares
(CNOP), cargo que también desempeñó en el SNTE.
Juan
Díaz ha visto mundo. Para premiar a los líderes incondicionales, Elba Esther
organizó un ambicioso programa de turismo sindical disfrazado de cursos de
capacitación o estudio sindical en lugares tan diversos como Washington, Los
Ángeles, Madrid y Fráncfort. Juan Díaz disfrutó de ellos generosamente.
Pero
el jalisciense no las tiene todas consigo. No sólo pende sobre su cabeza la
amenaza de que se hagan públicos sus negocios y su complicidad con Elba Esther.
Su permanencia al frente del sindicato magisterial está amenazada por una
fragmentada disidencia institucional interna que ambiciona su puesto. Cada uno
por su lado, dirigentes como Rafael Ochoa, Gerardo Montenegro y Silvia Luna,
apoyados por importantes figuras de la política nacional, le están moviendo el
piso. Además, el movimiento democrático no lo reconoce. Por si fuera poco, su
pleito con Mónica Arriola por la conducción del Panal se agrava cada día.
Para
permanecer en el puesto, Juan Díaz se ha puesto a las órdenes del gobierno
federal. Sin ambigüedad alguna ha dado su apoyo a la reforma educativa lesiva a
los intereses magisteriales. Según él, la nueva norma traerá grandes beneficios
a estudiantes y trabajadores de la educación. El pasado 15 de mayo negoció el
peor acuerdo salarial en siete años. La obsecuencia, ayer a Elba y hoy al
gobierno federal, es el sello de su casa. (La Jornada)
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