La CNTE, causa de todos
nuestros males
JUAN PABLO
PROAL
MÉXICO, D.F.
¿Qué acaso los maestros no piensan en nuestros niños?, preguntan los locutores
de las televisoras que venden Gansitos como óptima dieta infantil, mujeres como
objeto, estulticia de lugares comunes en telenovelas y talkshows que mercan con
la miseria.
¿Quién
financia a los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE)?, cuestionan los periódicos que omitieron investigar el origen
de los recursos de la campaña que llevó a Enrique Peña Nieto a la presidencia.
¿Hasta
cuándo se seguirá violando la seguridad pública? Inquieren los periodistas que
guardaron silencio durante el sexenio de la tortura, la desaparición y
detenciones arbitrarias.
Esas voces,
los ciegos aduladores del rey en turno, claman por el regreso de la Santa
Inquisición. Quemen a los maestros, golpéenlos, deténgalos, ¡hagan algo que el
tráfico está imposible!
¿Discutir la
reforma educativa?, ¿plantear debates, mesas de análisis plurales y reportajes
profundos para analizarla? ¡Jamás! Lo que diga la presidencia en turno
seguramente es bueno para todos y más para mi estatus de nuevo millonario con
idilios en románticas cabañas, piensan para sí los voceros a sueldo.
Incluso se
valen de sus patéticos y gastados instrumentos de siempre. “¿Qué tan seguro
está usted de que la promoción y estímulos de los maestros se realizarán a
partir de la evaluación de su desempeño profesional y desempeño en el aula,
contribuirá a elevar la calidad de la educación de niños y jóvenes?” es el
inicio de la mañosa encuesta publicada el pasado 25 de agosto por Excélsior,
uno de los tantos periódicos que se sumó a la hipnótica campaña de sondeos que
semana a semana anticipaban un inminente, amplio e irreversible triunfo de Peña
Nieto durante la campaña presidencial pasada.
Ocultan que
la presidencia de la República engañó a los profesores de la CNTE al financiar
unos foros de la reforma educativa cuyo contenido sería integrado a la iniciativa
y que finalmente no fueron tomados en cuenta, como se pactó previamente.
Omitieron que la reforma se votó “al vapor”, por consigna, sin la necesaria
reflexión de los actores involucrados.
Ordenan a
toda su planta de trabajo que despliegue la escasa creatividad que caracteriza
a sus espacios: Apliquen sondeos a los automovilistas afectados, graben a
profesores que se roban la luz, síganlos día, tarde y noche para ver cuántas
violaciones a la ley cometen. ¡Si así investigaran a los gabinetes que sexenio
a sexenio han aniquilado al país!
Los
profesores de la CNTE son la plaga en turno, como en su momento fueron los
estudiantes del 68, miembros del Frente Democrático Nacional, la Teología de la
Liberación, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Andrés Manuel López
Obrador, los ejidatarios de Atenco, el Sindicato Mexicano de Electricistas,
Javier Sicilia, el movimiento #Yosoy132…
Contradictorio
que, en su tiempo, jamás vieron peligro alguno en Solidaridad, los Salinas, los
paramilitares en Chiapas, Ulises Ruiz, el poder de Marta Sahagún, las torturas
y desapariciones ordenadas por el Ejército y la Marina durante la guerra contra
el narcotráfico, Juan Sabines, las miles de madres que no encuentran a sus
hijos, las inconsistencias en la verdad oficial sobre la explosión en las
torres de Pemex, los impunes asesinatos contra periodistas en Veracruz…
Los maestros
son un peligro para los ciudadanos, repiten con histérica demencia quienes
escondieron el evidente y escaso nivel de cultura general de quien ahora es
titular del Poder Ejecutivo de la Nación.
Es verdad,
los profesores de la CNTE afectan a transeúntes y automovilistas, paralizaron
el desempeño de un Poder Legislativo, se roban la luz y han desquiciado a la
ciudad; sin embargo, también es una realidad que estas acciones son apenas
minúsculos daños comparados con el perverso, nauseabundo y criminal ejercicio
del poder de nuestros servidores públicos.
¿Quién daña
más a la niñez mexicana? ¿Profesores que toman calles o televisoras que inundan
de mierda las cabezas de un pueblo semianalfabeta? ¿Sindicalizados que exigen
su derecho a una liquidación justa o periodistas que callan el desfalco a una
nación entera? ¿Estudiantes que se negaron a admitir un proceso electoral
desaseado o voceros que guardan silencio ante la aniquilación de la democracia?
El problema
es que los orquestadores de mentiras cuentan con altavoces potentes, con
decibles que ensordecen. Noticieros radiofónicos matutinos, vespertinos,
nocturnos. “Mesas de análisis” televisivas, periódicos, revistas, páginas de
internet, canales que llegan a casi la totalidad del país, propaganda oficial,
correos virales…
Presentados
por los rostros de siempre confeccionados con el mismo traje: Los principales
responsables de que la ciudadanía asuma como dogma de fe la siempre
maquiavélica propaganda oficial. (proceso.com.mx).-
www.juanpabloproal.com
Twitter
@juanpabloproal
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