Des Enlace
Manuel Pérez Rocha
La Secretaría de Educación Pública ha
anunciado la desaparición de la prueba Enlace. Desde su puesta en marcha, esa
prueba fue objeto de fundadas críticas, incluso por especialistas del Instituto
Nacional para la Evaluación de la Educación, dependiente en ese tiempo de la
propia SEP. De la misma manera, desde su inicio Enlace fue rechazada con
argumentos por los maestros de la CNTE y este rechazo se fortaleció cuando se
impuso la barbaridad de que los resultados de esa prueba se usaran para evaluar
a los maestros.
La cancelación de la prueba Enlace ha sido
objetada por quienes impulsaron su aplicación, con particular brío Televisa, la
cual, mediante su brazo civil (el membrete Mexicanos Primero), hace unos días
muy oronda anunciaba: “En Mexicanos Primero estamos convencidos que ‘lo que no
se evalúa no se puede mejorar’ y la prueba Enlace es una herramienta que nos
brinda certeza de cómo vamos y permite precisar la aplicación de planes y programas
educativos. Enlace debe utilizarse y difundirse extensamente de manera que la
sociedad conozca los datos y exija mejores resultados educativos. Durante los
meses de abril y mayo de 2007, desarrollamos una campaña de comunicación para
promover entre los padres y madres de familia la prueba Enlace mediante
anuncios de televisión. Hemos participado en reuniones y seminarios con la
Subsecretaría de Educación Media Superior para definir la difusión de los
resultados de la prueba Enlace en ese nivel educativo. Además formamos parte
del Consejo Técnico de Enlace 2009 y nos hemos dado a la tarea de difundir
herramientas para padres de familia, maestros y sociedad en general sobre el
uso y aprovechamiento de la prueba para beneficio de la educación de nuestras
niñas, niños y jóvenes”.
En esos anuncios de televisión de los que
hace alarde Mexicanos Primero se dice que son un proyecto para Fundación
Televisa, de modo, pues, que este organismo que se presenta como sociedad civil
no puede ocultar su pertenencia a ese consorcio que, sin exageración, fue
denunciado hace años como la verdadera secretaría de educación de este país.
Ahora no se conforma con serlo desde sus pantallas, micrófonos e impresos (es
la editorial más grande en lengua castellana), ahora directamente ambiciona
dirigir la escuelas públicas. Se ha metido ya hasta la cocina, fungió hace unos
días como observador (con cientos de observadores) en los exámenes aplicados a
los maestros para el concurso de plazas.
Sin duda, lo que no se evalúa no se puede
mejorar, pero hay muchas formas de evaluar y es bien sabido, por quienes han
estudiado con responsabilidad los asuntos educativos, que en este campo hay
formas de evaluación que son perniciosas; este es el caso de la prueba Enlace y
de muchas evaluaciones formuladas por especialistas en sicometría que ignoran
los aspectos filosóficos, pedagógicos y sociales de la educación. Es oportuno
reiterar ahora la crítica a las pruebas de opción múltiple como Enlace, pues nada
se ganaría si ésta es remplazada con otro proyecto semejante.
Una de las razones por las que se usan las
pruebas de opción múltiple es que permiten la obtención y procesamiento rápido,
computarizado, de grandes cantidades de información, objetivo muy preciado para
quienes tienen la obsesión de controlar. Otra de las ventajas que arguyen sus
promotores es la objetividad. Estas cualidades pueden justificar en casos
particulares la aplicación de algunos de esos instrumentos, sin embargo siempre
habrá que tener presente sus limitaciones y sus efectos secundarios, los daños
que pueden generar en la educación misma y los usos perversos que con
frecuencia alientan. Los daños causados por la aplicación de la prueba Enlace
durante varios años son incalculables.
Ya he señalado en este espacio que uno de los
efectos perniciosos de las pruebas de opción múltiple es que hacen creer que la
educación es la acumulación de información para responder preguntas formuladas
por otros, cuando el principalísimo objetivo de la educación debería ser
enseñar a niños y jóvenes a formular preguntas propias y generar condiciones
para que los estudiantes desarrollen un espíritu inquisitivo. Otro efecto
pedagógico adverso: esas pruebas afirman que toda pregunta tiene solamente una
respuesta correcta, cuando esto ocurre sólo en los casos de preguntas
relativamente superficiales sobre hechos. Es incuestionable, pues, que la
aplicación de las pruebas de opción múltiple, y la orientación de las
actividades escolares para que los estudiantes las respondan correctamente, se
traducen en grave deterioro de la educación: empobrecimiento de los contenidos
y la destrucción del hábito y las habilidades críticas (evidentemente esto es
lo que conviene a Televisa).
Otro efecto pernicioso, antieducativo, de las
pruebas de opción múltiple, es que exaltan el aspecto negativo de los errores,
sólo reconocen esta faceta, ignorando que el error es ocasión de aprendizaje;
la ciencia, dice Gastón Bachelard, es una serie de errores corregidos. Incluso
hacen del error causa de sentimiento de culpa (por supuesto también este efecto
es de interés para quienes se benefician de una sociedad estratificada); las
pruebas de opción múltiple, en su búsqueda de objetividad, arrojan resultados
puramente cuantitativos (cantidad de aciertos), aun cuando los números no
necesariamente significan conocimiento objetivo y nada dicen de la naturaleza y
las causas del error y por tanto no abren el camino para su superación.
Finalmente habría que advertir que las
pruebas de opción múltiple dejan espacio para el acierto azaroso y que se ha
demostrado que algunas de ellas (por ejemplo Enlace y las del examen único de
ingreso al bachillerato) discriminan desfavorablemente a algunos sectores.
El presidente de Mexicanos Primero ha
reiniciado su campaña en contra de los maestros mexicanos exigiendo que sean
evaluados para que pueda mejorar la educación pública en nuestro país. Una
actitud honesta debería conducir a este organismo a reconocer el grave daño que
han hecho con el impulso a la prueba Enlace, y sobre todo a dejar de hacer el
daño que generan en la niñez mexicana y en la población entera a través de sus
pantallas, sus micrófonos y sus impresos.
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