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miércoles, 28 de octubre de 2009

Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, El futuro del libro






Carlos Montemayor, Hugo Hiriart y José Luis Rivas, entre los que serán galardonados
Da a conocer la SEP designados para recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009
La lista de ganadores deberá contar con la aprobación del titular del Ejecutivo federal

Mónica Mateos y Laura Poy
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de octubre de 2009, p. 12

La Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer ayer el dictamen de los jurados del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, en el que señala que los galardonados en el campo de lingüística y literatura, quienes compartirán el reconocimiento, son los escritores Hugo Hiriart, Carlos Montemayor y José Luis Rivas.

En Bellas Artes, se designa como premiados a la escultora Helen Escobedo y al compositor Arturo Márquez; en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, al ministro José Ramón Cossío y al catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Enrique Modesto de la Garza Toledo.

En Ciencias Físico Matemáticas y Naturales, al bioquímico Alberto Darszon Israel, así como al geofísico Jaime Humberto Urrutia Fucugauchi.

En Tecnología y Diseño, a la especialista en ecología y medio ambiente Blanca Elena Jiménez Cisneros y al ingeniero José Luis Leyva Montiel; en Artes y Tradiciones Populares se premiará a la tejedora maya Celsa Luit Moo, al fandanguero de Tlacotalpan Cirilo Promotor Dacena y al grupo de artesanos alfareros purépechas de Ocumicho, Michoacán.

En un comunicado de prensa, la SEP explicó que las “propuestas de galardonados” deberán contar con la “resolución definitiva” del presidente Felipe Calderón, y que la lista de ganadores “será publicada en el Diario Oficial de la Federación” por el titular del Ejecutivo, sin especificar fecha.

Desdén gubernamental

Durante los dos primeros años de la gestión calderonista, la comunidad cultural reprochó al gobierno federal por el retraso en el anuncio de los ganadores de los máximos reconocimientos a la comunidad cultural y científica del país, calificando el hecho como un desdén por esas áreas.

Desde la creación del galardón, en 1945, los nombres de los premiados habían sido dados a conocer en octubre, como establece su reglamentación, para ser entregados en ceremonia oficial en noviembre.

Los premios nacionales correspondientes a 2007 fueron anunciados en enero de 2008, y los de ese hasta diciembre. Ahora la SEP toma la delantera, inclusive sobre el dictamen final presidencial, ya que ayer por la mañana varios de quienes son “propuestas de galardonados” recibieron las felicitaciones del titular de la dependencia, Alonso Lujambio.

Los premiados en el área de Lingüistica y Literatura son Hugo Hiriart (ciudad de México, 1942), quien además de escritor es dramaturgo y ensayista. En 1972 recibió el premio Xavier Villaurrutia por su primera novela, Galaor. Su obra, en opinión de los críticos, tiene influencias tan variopintas como Apollinaire, Ionesco, Beckett, Carroll o Poe.

Carlos Montemayor (Parral, Chihuahua, 1947), escritor y articulista de La Jornada, es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Real Academia Española y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas. Se ha caracterizado también por su activismo social, sobre todo en favor de los grupos más vulnerables de México. Entre sus obras destaca su libro Guerra en el paraíso, el relato trágico de los hechos violentos que se vivieron en México a principios de los años setenta.

José Luis Rivas (Tuxpan, 1951) es poeta y traductor, autor de Tierra nativa (1982) y La transparencia del deseo (1987), y premio Aguascalientes de Poesía.

En Bellas Artes fueron seleccionados la escultora Helen Escobedo (ciudad de México, 1934). Mathias Goeritz la invita a participar en La ruta de la amistad para los Juegos Olímpicos de 1968, para la que crea Puertas al viento, obra de 17 metros de altura que sigue hasta hoy en Cuemanco, Periférico Sur. También participó en la creación del Espacio Escultórico de la Universidad Nacional Autónoma México (UNAM).

Compartirá el galardón con Arturo Márquez (Alamos, Sonora, 1950), compositor con amplia producción en música de cámara y orquestal. De su serie de hasta el momento 12 obras para orquesta en las que utiliza ritmos cubano-veracruzanos, el Danzón número 2 se ha afianzado como una de las partituras mexicanas más populares, junto con el Huapango, de José Pablo Moncayo.

En el área de Ciencias Físicomatemáticas y Naturales se galardonó al científico Alberto Darszon Israel, jefe del departamento de Genética del Desarrollo y Fisiología Molecular del Instituto de Biotecnología de la UNAM. Ha destacado por sus aportaciones a la biología celular de la reproducción; recientemente fue reconocido con el premio Scopus México 2008, por contar con la mayor cantidad de textos científicos publicados en su especialidad y ser uno de los más citados por sus colegas.

En esta área también se premió a Jaime Humberto Urrutia Fucugauchi, investigador del departamento de Geomagnetismo y Exploración del Instituto de Geofísica de la UNAM, instancia que dirigió de 1997-2005. En su trayectoria profesional ha sido reconocido por sus investigaciones en el campo del paleomagnetismo, propiedades magnéticas de las rocas y exploración geofísica. En la máxima casa de estudio ha sido galardonado con el Premio Universidad Nacional 2007, en el área de investigación en ciencias exactas. En años recientes se ha dedicado al estudio del paleoambiente y el estudio del crácter de Chicxulub.

En el campo de la tecnología y el diseño fue reconocida Blanca Elena Jiménez Cisneros. Es investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, donde fundó en 1992 el posgrado en ingeniería ambiental, campus Morelos, además de colaborar con la consolidación los posgrados de ingeniería ambiental y ciencias del mar y limnología. Por su larga trayectoria académica ha sido reconocida con el Premio a la Investigación Científica 1997 y el galardón Sor Juana Inés de la Cruz UNAM 2003. Forma parte del equipo de cinco científicos expertos mundiales que elaboran el programa hídrico internacional para la UNESCO.

José Luis Leyva Montiel también será galardonado en el área de Tecnología y Diseño, por sus aportaciones al campo de los sistemas de comunicaciones de alta velocidad y de radar. Se ha especializados en la implementación eficiente de circuitos integrados para sistemas de comunicación. Egresado de ingeniería y electrónica del Instituto Politécnico Nacional, actualmente es investigador titular del , del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados en Guadalajara, donde ocupó el cargo de director general.

Los artesanos que serán premiados son la tejedora maya Celsa Luit Moo y Cirilo Promotor Decena (Tlacotalpan, 1927), custodio de una tradición fandanguera que conoció desde muy niño al lado de un tío que tocaba el requinto y su abuelo que cantaba. Con ellos recorrió durante un tiempo las fiestas de la región, presenciando un buen número de fandangos.

También serán premiados los grupo de artesanos alfareros purépechas de Ocumicho, Michoacán, quienes en particular son reconocidos por sus diablitos de barro.






El futuro del libro
Javier Aranda Luna
Hace tiempo escuchamos que, ahora sí, ya llegó el fin del libro. Nos dicen que los e-books habrán de terminar con esa rica tradición iniciada por Gutenberg. Tradición que revolucionó a Europa y a todo el mundo, pues hizo posible la reforma protestante de Lutero –el más grande promotor de la lectura de todos los tiempos– y la misma Ilustración.

Lo curioso es que el plazo de ese apocalipsis librero se prorroga y siempre aparece un nuevo verdugo. Lo imaginó McLuhan y no pocos lo vislumbraron con la aparición de la Internet, pero el único que se ha acercado con más visos de realidad a ese futuro siniestro es Ray Bradbury con Farenheit 451, novela que acaban de invocar las panistas quemalibros de León, Guanajuato.

De tiempo en tiempo se anuncia la muerte de bienes culturales muy arraigados entre nosotros. El cine acabaría con el teatro, la televisión con el cine y la Internet con la llamada pantalla chica.

Lo cierto es que teatro, cine, televisión e Internet con más o menos públicos continúan entre nosotros. Y estoy seguro de que si los circos romanos volvieran con fieras y cristianos, sin transmisiones en vivo, segmentarían aún más a los públicos y caminarían, a final de cuentas, de la mano. ¿O no es verdad que la nota roja limitada a publicaciones baratas de hace 40 años ahora ocupa espacios estelares en los noticiarios de radio y televisión y es materia prima de la red de Internet y de las primeras planas de los principales diarios?

Ahora se supone que el dispositivo Kindle de Amazon será “el futuro de la lectura”, el verdugo en turno del libro tradicional. Y quienes promueven la idea enumeran como un rosario sus ventajas: ese dispositivo inalámbrico permite disponer de cientos de libros, periódicos y revistas a cualquier persona de manera instantánea. Y para remachar sus afirmaciones nos hablan de encuestas en las que los no lectores leen y donde quienes leían incrementaron significativamente su ritmo de lectura. Lo que no dicen es que esas encuestas las ha levantado Amazon con sus clientes o las han hecho algunos medios informativos sólo para documentar lo obvio: “puedo ir de vacaciones con toda una biblioteca”. Y es cierto, pero ¿usted lo haría?

Hace unas semanas un funcionario federal me habló con tal entusiasmo de los e-books y particularmente del Kindle que resumió lo que no pocos de sus congéneres comentan: que los e-books son el mejor instrumento para fomentar la lectura. “Tienes todo un mundo de lectura al alcance de la mano.” O del bolsillo, debí decirle, porque todo se puede leer después de comprarlo.

Las ventajas de esos dispositivos son innegables, pero suponer que serán El Instrumento para fomentar la lectura me parece un desatino.

Los nuevos componentes digitales no nos han alfabetizado musicalmente al grado que las estaciones de música “clásica” prácticamente han desaparecido del cuadrante y los ritmos gruperos son la constante de nuestro paisaje musical. Las computadoras no han mejorado nuestra capacidad de redacción y a veces, muchas, ni siquiera la ortografía. Por eso dudo que las nuevas tecnologías electrónicas en materia de lectura den lugar a una nueva Ilustración o siquiera sirvan para disminuir significativamente nuestro analfabetismo a secas o por lo menos el funcional.

Además sería un riesgo dejar que se concentre en las manos de un fenicio o de varios esa babel que la humanidad ha formado a través de los libros. ¿Cuáles serían los libros disponibles? Los clásicos, sin duda, pero, también, los montones de bestsellers que son en buena parte basura. ¿Y quién nos garantiza que estarán en sus catálogos autores como Hugo Hiriart o Heimito von Doderer, cuentos como La estrella de madera, los versos caligráficos de Tablada o los blasfemos diarios de Anais Nin o León Bloy? ¿Cabrían aunque no fueran bestsellers? La Jornada.

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